Epílogo (Final)

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Jake se ha quedado conmigo desde que desperté. Literalmente duerme en una silla ubicada a un lado de la camilla; ha dicho que no se volverá a despegar de mí lado para asegurarse de que no me vuelva a ocurrir nada malo. No sé si debería darme ternura o sentirme observada... Tal vez ambas

Aún no puedo creer lo de mamá... Todavía siento que sigue con vida, me cuesta pensar que al llegar a casa ella ya no estará ahí para pedirnos ayuda con la cena o lavar los platos cuando acabemos. Jake se mantiene fuerte frente a mí, pero anoche fingí estar dormida mientras lo escuchaba llorar. No quise decirle nada porque sé que no le gusta que lo vean llorar e intenta ser el adulto responsable ahora. Uno de los compañeros del trabajo vino a hablar con nosotros, quería que sepamos la razón por la que murió. Ella trabajaba en una oficina, la máquina expendedora estaba en reparación, por eso llevaban el almuerzo en una bolsa; ya que sus compañeros, la mayoría, son mayores, mamá siempre llevaba algunos extra por si alguien lo olvidaba. Cuando comenzó la cuarentena, lógicamente, no había suficiente comida para todos así que al momento de decidir sobre cuánto se comería por día, ella eligió no comer y aguantar lo más que pudiera. Funcionó un tiempo; le daban algunos trozos de sándwiches porque ella no aceptaba más; pero entonces comenzó a enfermarse y a pesar de que aceptó la comida por la insistencia de los demás, fue demasiado tarde.

- Jeany... - Jake me despertó con una voz suave desde la puerta. - Alguien quiere verte. - se hace a un lado y deja entrar a Dustin. Automáticamente me cubro el rostro.
- ¿Por qué te cubres? - pregunta Dustin entre risas.
- No me he visto en un espejo hace dos días, debo estar horrible. Ni siquiera han dejado que me peine, no es que antes estuviera peinada pero, al menos era algo. - lo oigo reír.
- Oye, - quita las manos de mí rostro despacio. - estás hermosa. Con todo y despeinada.
- Solo lo dices para ser gentil.
- O porque estoy enamorado de ti, sin importar qué tan violetas sean tus ojeras o qué tan despeinado esté tu cabello. - ¿Soy yo o acaba de decirme que tengo ojeras y mí cabello es un desastre? - Pero dejando de lado lo perfectos que son tus defectos, creo que debemos hablar. - se sienta en el borde de la camilla. - Sé lo que debes estar pensando, debí decírtelo cuando te encontré en la biblioteca ese día pero...
- En realidad, - lo interrumpo - estaba pensando en lo importante que te has vuelto para mí y en lo estúpida que fui por no haberte notado antes.
- Jeany, no te culpes por eso, no podías saberlo.
- No hablo de antes de ser pareja. Incluso estando juntos no me dí cuenta de lo que tenía. No hasta que sentí que sería la última vez que te vería. - mí vista se volvió borrosa por las lágrimas. - Tú has hecho tanto por mí; estuviste siempre que necesité a alguien. Jamás hubiera imaginado que alguien pudiera llegar a sentir tanto por mí, mucho menos tú. Te veía realmente inalcanzable. No quiero esperar a que suceda algo grave para poder admitir lo que siento. - sostengo sus manos entre las mías. - Austin Gillespie, estoy enamorada de ti. - su rostro se iluminó por completo; una sonrisa satisfecha y de felicidad apareció sobre sus labios. Yo por mí parte sentí que me quitaba un gran peso de encima; estaba feliz de que él lo supiera y de admitirlo por fin. Aún me resulta increíble, pero es así, no puedo ni quiero negarlo, me enamoré.

Ya me dieron el alta en el hospital, aunque pidieron que por un tiempo intente no realizar actividad física o cualquier tipo de acción que involucre hacer demasiado esfuerzo. Jake ni siquiera deja que abra la puerta del auto, pero se ha vuelto más flexible con mis gustos musicales; ahora deja que ponga mis canciones favoritas de Imagine Dragons, al menos tengo mis beneficios.
Hoy es el funeral de mamá y no encuentro el vestido negro que me regaló para mí cumpleaños. Ya he revisado en el armario; la ropa sucia; el ático. Pero no está en ninguna parte, estoy comenzando a frustrarme. Entonces se me ocurre buscar en su armario, mala idea. La ropa de mamá tiene su perfume, siempre lo odié porque se ponía demasiado, ahora daría lo que fuera por abrazarla y sentirlo. Entre sus cosas hallé un vestido negro, largo hasta los pies, con manga y un escote redondo. Jake y yo se lo regalamos para el día de las madres, lo usó en diversas ocasiones, incluso las que no eran formales, solo para que cuando le pregunten ella pueda decir que se lo regalaron sus hijos. Tal vez no era lo que estaba buscando, pero sí lo que debía encontrar.

- Ahora unas palabras de su hija, Janneth Montgomery. - camino despacio hacia el frente; observo a Jake, me sonríe compasivo y me motiva a hablar.
- Bueno... Gracias a todos por venir, sé que eran personas importantes para mamá. - suspiro - La verdad es que no soy muy buena hablando en público, así que lo escribí. - observo la foto enmarcada de mamá a un lado del ataúd y me doy cuenta de que esto no será para nada fácil. - Cuando era pequeña, luego de una gran pelea donde papá acabó por abandonarnos y mamá llorando mientras nos preparaba galletas con chispas de chocolate para hacernos sentir mejor, comencé a analizar qué pasaría si ella no estuviera, ¿qué haríamos entonces? Se lo dije y ella me sentó sobre sus piernas, me abrazó fuerte y me prometió que intentaría durar lo suficiente. Supongo que lo hizo... De ella aprendí que cuando caes, no sirve que alguien te extienda la mano y te ayude a ponerte de pié, porque la verdadera familia jamás querrá verte caer, pero lo valoras aún más cuando eres tú quien se levanta por su cuenta. Ella ha tenido que hacer el trabajo de madre y padre, lo hizo increíble... No sé si puedas oírme, pero si es así... Quiero que sepas que voy a levantarme, a pesar de que ya no te tendré ahí junto a mí en los días malos, siempre encontraré la manera de ponerme de pie igual que tú lo hiciste. Serás un ejemplo para mis hijos como lo fuiste para mí. Sin más que decir, supongo que nos veremos luego, mamá.

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