Día 29

441 48 3
                                    

Realmente ya no sé en quien o que confiar, es decir, acabo de descubrir que la persona que me estuvo ayudando hasta ahora, fue la que me perjudicó en primer lugar. El chico que me conoce desde que nací, actuó en complot con mí crush para ocultar nuestro beso, por alguna razón que planeo descubrir, y a su vez, esa persona que había idealizado resultó ser el que desparramó mis secretos a toda la secundaria. En otras palabras...
¿Qué me queda?
Recordé entonces la historia que Amy me contó sobre su pasado y la manera en la que hablaba sobre Dustin. Tal vez aún hay resto de cenizas para ella, dudo que hayan volado por completo, al menos no para ambos. Eso espero...
La falta de amor en su infancia hizo que sembrara todo ese sentimiento en una persona; seguramente han pasado por mucho y, terminar la relación con una persona a la cual te entregaste por completo, provoca un dolor profundo que es muy difícil ocultar. Si consigues esconder ese vacío que sientes, es probable que en algún momento termines explotando porque se habrá acumulado con otras emociones y terminas hiriendo a los demás. Para mí desgracia, en el rango de explosión emocional de Amy, me encontraba yo.

- Qué bueno que estás despierta, te traje algo de desayunar. - Amy se sienta a mí lado y me entrega un plato con tres panqueques acomodados en una pila, bañados con miel y con algunas moras a los costados.
- ¿Cómo conseguiste...?
- ¿Te refieres a los hot cakes? - asentí mientras me llevaba un bocado a la boca. - Le pedí permiso a la cocinera y te los preparé yo misma con una receta personalizada de mí mamá. - comencé a tocer dudando de que les haya agregado alguna especie de droga o medicina extraña. Me da golpes en la espalda - ¿Te encuentras bien? ¿Eres alérgica a algo?
- No, - carraspeo - tranquila. No mastiqué lo suficiente, eso es todo...
- Oh... De acuerdo. - mientras ella disfrutaba su ensalada de frutas, yo revisaba dentro de los hot cakes que no hubiera nada extraño. Al parecer no les puso nada raro... A no ser que la miel no sea miel. Me está observando demasiado, mejor los como antes de que sospeche.
Terminando el desayuno, Amy, se ofreció a llevar las bandejas de vuelta a la cocina, a lo cual accedí. Cuando la vi alejarse, me puse de pié inmediatamente para buscar a Jake y contarle todo lo que había recordado sobre el día que me drogaron. Caminando a velocidad entre los estudiantes, choqué con Amy, quien me estaba dedicando una sonrisa bastante psicópata. O tal vez sea que ahora que he descubierto lo que me hizo, todo lo que ella haga me parecerá psicópata.

- ¿Dónde vas tan apurada? Te acompaño.
- Emmm... - vamos Jeany, piensa una excusa. - Baño. - muy bien, cerebro, si nos asesina, espero que tú te apagues primero por inservible.
- Voy contigo. - se engancha a mí brazo.
- Tengo diarrea. - No era necesario eso, gracias.
- Oh... En ese caso... Necesitarás que haga guardia para que nadie entre, además puedo prestarte mí nuevo perfume. - ¿En serio? ¿Hasta en eso?
- Me sentiría más cómoda si voy sola, pero gracias. - me alejo rápido antes de que se le ocurra otra objeción.

Siempre que trato de evitarlo, aparece en todos lados, ¿Dónde estás cuando necesito encontrarte? Vamos, Jake, no puedes haber desaparecido de la faz de la tierra. Luego de dar vueltas y vueltas, logré localizarlo en el otro extremo del gimnasio con un grupo de estudiantes que, para mí sorpresa, no eran del equipo de baloncesto; es más, creo que estaba platicando con el club de lectura. Por fin, mí hermano, socializa con personas interesantes.
Casi corrí hasta él.
- Jake. - mí voz sonaba agitada, coloqué ambas manos sobre mis rodillas agotada. En mí vida había sentido tanta necesidad de escapar.
- ¿Jeany? ¿Qué haces aquí? ¿Sucedió algo malo? - se agachó para quedar a la altura de mí rostro. Cuando me enderecé, él hizo lo mismo.
- Recordé lo que sucedió. Ya sé quién lo hizo. - me observó sin comprender.
- ¿Quién hizo qué?
- Sé quién me drogó, Jake. - su rostro se iluminó y curvó sus labios formando una sonrisa. - No fui yo. - su semblante cambió, ahora expresaba preocupación y furia.
- Solo dime un nombre. - su pecho subía y bajaba rápido; miré sus manos y estaban cerradas en un puño. Lo conozco, está dispuesto a golpear al culpable, y estoy segura de que no tendría ni una pizca de piedad.
- Amy Todd. - cerró los ojos para controlarse, pero eso solo lo empeoró.
- ¡Lo sabía! ¡Esa desgraciada ha estado contigo todo éste tiempo! ¡Ya era demasiado amor por su
parte! - comenzó a buscarla entre los estudiantes con la mirada y entonces lo detuve.
- ¡Aguarda! No puedes decir ni hacerle nada. Esa chica tiene serios problemas mentales, tal vez un trauma infantil. Lo más importante ahora es que no debe saber que lo descubrí.
- ¡Pero es una...!
- Sé todo lo que se te está pasando por la cabeza en éste momento, - lo interrumpo - pero por favor, deja que yo lo arregle. - desvía la mirada para que no pueda convencerlo con la mía. - Por favor. - roda los ojos e inhala hondo. - ¿Lo harás? -asiente.
- Si llega a intentar algo yo te juro que... - le doy un abrazo fuerte.
- Gracias. - me lo devuelve con unas palmadas sobre la espalda.

Ya era el atardecer. Le expliqué a Amy que perdoné a Jake solo para que él pudiera volver a dormir cerca mío. A pesar de que era cierto que lo había disculpado, necesitaba que se quedara cerca, aún no sé de lo que es capaz de hacer. Hasta entonces, debo tomar ciertas precauciones.
Ayudaba a Jake a acomodar sus cosas cuando Dustin me sujetó del brazo y tiró de él con fuerza. Al ver la situación, mí hermano tomó el que quedaba libre y también tiró de él.
- ¿Qué crees que haces, Rosser?
- Por favor, Jake, suelta. - vuelve a tirar para su lado.
- Ni siquiera lo pienses. - Jake hace lo mismo.
- Vamos, hermano, la necesito. Por favor. - su rostro demostraba un dolor y cansancio profundo, al parecer fue suficiente para que mí hermano me soltara. Perdí el equilibrio y choqué con el pecho de Dustin, quien me sujetó con ambos brazos para luego tomar mí muñeca y casi arrastrarme a las escaleras.

- ¡¿Qué intentas hacer?! - grité mientras casi volaba por cada escalón.
- Quiero mostrarte algo. - continuó corriendo hasta llegar a la entrada principal de la secundaria. - Jeany, ya he dicho todo lo que tenía para decir; no sé de qué otra manera expresarte que lo siento. Pero hay algo en lo que aún no puedo parar de pensar, y es en lo que dijiste la última vez que platicamos sobre el tema.
- No sé a qué te refieres.
- En pocas palabras, has dicho que te arrepientes de haberme conocido, que ya no te importo ni un poco.
- Sí, lo recuerdo. - me mantengo cruzada de brazos con tal de demostrar indiferencia pura.
- ¿Es cierto eso? ¿Desearías jamás haberme conocido? - asiento. - Si es así... - comienza a sacarse los zapatos, luego la chaqueta, empieza a levantarse la camiseta y entonces cubro mis ojos. ¡¿Va a desnudarse?! Una corriente de aire helado me cala hasta los huesos; me quito las manos del rostro.
- ¿Dustin? - ¿Se ha esfumado? -
¡Dustin!
- Estoy aquí. - escucho su voz del otro lado de la puerta principal. No puedo creerlo, ¡¿está afuera sin camiseta ni zapatos?! - Si realmente no te interesa lo que me suceda, no te preocupa que yo me esté helando aquí fuera. Haremos la prueba. - pasa por debajo de la puerta las llaves.
- ¡Dustin esto tiene diez llaves! ¡¿Cómo voy a saber cuál es la correcta?! ¡Sabes que me estreso con facilidad y odio estas cosas!
- Si no volverás a hablarme y no estás dispuesta a perdonarme, ni siquiera te molestes en abrir.
- ¡Por supuesto que te perdono, imbécil! - estoy probando las llaves pero ninguna funciona - Dustin, no puedo abrir, no encuentro la llave, ayúdame. - no responde - ¿Dustin? ¡Dustin! - continúa sin responder y yo ya estoy llorando. - ¡Malditas llaves! ¿Por qué ninguna funciona? ¡Dustin, háblame! - por fin una de las llaves consigue abrir la puerta, salgo para buscarlo pero no estaba del otro lado. - ¡Dustin! - veo entonces que viene caminando desde el otro lado de la calle, temblando, sin zapatos ni camiseta. Realmente salió de esa manera. Corrí para ayudarlo a caminar, entramos y cerré la puerta detrás de nosotros. - ¡No vuelvas a asustarme así! ¡¿Por qué te alejaste?!
- Por esto. - la preocupación y desesperación me impidió ver que en su mano derecha traía una flor. - Es para ti. - me la entrega - Eres una persona fría, pero al mismo tiempo tierna. Sé que dentro de ti hay una flor igual a esta, atrapada en medio de una helada, esperando a que llegue la primavera de tus emociones y la dejes florecer. - pone su mano congelada sobre mí mejilla. - No puedes esconder quién eres, no conmigo. Te conozco, pequeña Montgomery. - Una lágrima calló por encima de su mano mientras él seguía observándome como si tratara de ver a través de mí. Sentí unas ganas inexplicables de besarlo, al parecer sentimos lo mismo porque a los pocos microsegundos de pensarlo, mí deseo se hizo realidad. Así como estaba, acercó su rostro al mío y yo acabé con la corta distancia que nos separaba. Es probable que hayan sido solo segundos, pero realmente sentí que se paralizaba el tiempo.
- Toma. - le extendí la camiseta que aún conservaba su calor corporal y el abrigo para que se lo pusiera. Aún estaba temblando así que me recosté encima de él para darle calor. Recuesto mí cabeza sobre su pecho y oigo como su corazón se acelera. Sonrío.
- Extrañaba esto. - suspira mientras acaricia mí cabello. - Como te habrás dado cuenta, cometo locuras cuando te alejas de mí, yo que tú intentaría quedarme cerca de ahora en más.
- ¿Acaso es una amenaza?
- Podría serlo, pero te tengo miedo así que tómalo como sugerencia.
- Lo tendré en consideración.
Estando allí, abrazados, sentí que había descubierto un nuevo lugar seguro.

CuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora