Capítulo 5

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—Entonces, ¿Quién eres? —Preguntó el oficial que se estaba haciendo responsable de mi. Estaba siendo interrogada. No respondí—No existen ninguna documentación ni registro tuyo en el país. ¿Eres extranjera?

Seguí sin responder a sus preguntas, el oficial, suspiró con fuerza y se sentó frente a mi. Éramos los únicos en la sala de interrogatorios.

—Escúchame, no puedo ayudarte si no me ayudas...—Lo interrumpí.

—No necesito ayuda

—Si no me ayudas, te enviaremos a un orfanato. Supondremos que no tienes a nadie, y estarás sola. Porque eres una niña, podrías ir a prisión. —El policía se acomodó en su asiento para verme—Ahora dime, ¿Quién eres?

—Me llamo Brooke Gonzales—Volví a mentir, mi apellido era otro. El oficial alzó una ceja como si no se creyerá que estaba colaborando. —Tengo 18 años y soy proveniente de Argentina.

—Bueno, Brooke, déjame decirte que estaras encerrada en la comisaria un buen tiempo hasta que investiguemos tu caso y decidamos que hacer contigo.

—¿Encerrada por qué? No hice nada malo.

Él rió.

—Eso dicen todos—Se levantó de su asiento, y me levantó a mi mientras me empujaba fuera de la sala de interrogatorios—Brooke Gonzales, estas arrestada por documentación falsa, daños a un establecimiento privado, y violación a las órdenes de un oficial de seguridad.

El tipo me encerró en una celda desde hace horas. Estaba acostada en una cama mirando el techo. En la celda, solamente estaba yo, pero era horrible escuchar a otras personas que probablemente si hicieron algo serio. Llantos, gritos, étc. Era tan inquietante. Era un horrible lugar para pasar la noche, y no cabe decir de que me habían quitado mi mochila, pero como siempre guardaba la vieja carta de Brooke dentro de mi chaqueta, en la noche hacía demasiado frío. Había pasado más de tres días aquí dentro, tal vez cuatro. Nos daban una asquerosa comida, pero era comida. Nadie me dijo cuanto tiempo iba a estar aquí.

El quinto día, mientras miraba por los barrotes de la celda que simulaban ser mi ventana hacía el exterior, alguien me habló. Miré hacia atrás, donde estaba el primer oficial que me había interrogado.

—Gonzales tienes visitas

Inmediatamente, me extrañe. ¿Visitas de quién? Si no conocía a nadie. Mi sorpresa fue gigante al ver la cara de Shawn detrás de los barrotes, me puse seria al instante, sin olvidar que por su culpa, estaba encerrada aquí. Me di la vuelta dándole la espalda y viendo por la ventana. Había comenzado a llover.

—Hey, hola—Saludó, pero lo ignoré. —Yo no soy así.. Había tenido un mal día, y lo siento.

Me giré y lo ví.

Meteté tus disculpas por el orto—Hablé en español. Shawn me vió confundido sin saber que dije. —No quiero tus disculpas, por tú culpa estoy aquí.

—Yo no fui quien entró a mi camerino—Dijo con burla, me acerque a él furiosa, tomé con mis manos los barrotes de la puerta y lo miré seriamente.

—¡Ni siquiera fue algo sumamente grave! ¡Estoy en la cárcel! ¡Solo necesitaba decirte algo y me iría! —Le grité.

—¿Y que era lo que necesitabas decirme?

Solte los barrotes y me calmé, suspiré y lo miré tristemente. Busqué la carta dentro de mi chaqueta sin dejar de mirarlo. La encontré y se la entregué.

—Está en español, pero esa carta, era lo único por lo que fui a buscarte.

Me di la vuelta y me senté en la cama, cerré los ojos. No escuché a Shawn decir algo más. En cambio, escuché como se fue. Sin quererlo, me quedé dormida, pero era mejor, el tiempo pasaba mucho más rápido así.

Me levanté de golpe cuando escuché la puerta de la celda se había abierto, el lugar estaba mucho más oscuro, dando a entender de que se había hecho de noche. El oficial de la mañana me miró.

—Pagaron tu fianza, puedes irte Gonzales.

Eso me confundió.

—No quiero verte de nuevo por aquí—Continuó, reí.

Estaba libre. Salí de la celda emocionada, no estaría más tiempo por aquí, fuera de la zona de las celdas, en una silla esperando, estaba Shawn.

¿Él había pagado para que pudiera salir?

Al verme, se levantó rápidamente.

—¿Te llamas Brooke?

—Sí

—Lo siento, por como me comporté y por la muerte de tu amiga.

—Entonces... Si la leíste.

Mi trabajo ya estaba hecho.

—Si, me hubiera gustado decirle muchas cosas a tu amiga Ginger.

—A mi también—Dije en tono triste. —Gracias por pagar mi fianza.

—No es nada, ¿Te llevó a algún lugar?

No tenía a donde ir.

—No es necesario, gracias.

—Oh, vamos. Tus padres deben estar preocupados por ti, te llevaré a casa más rápido.

Suspiré con fuerza.

—Me fui de casa Shawn, no tengo donde ir.

Él se quedó callado.

Salí de la comisaría viendo que todavía seguía lloviendo, segundos atrás había retirado mi mochila donde tenía mis cosas, me habían quitado los documentos falsos, así que ya no podría volver a Argentina, estaba perdida. Me cubrí con la misma de la fuerte lluvia, sin saber donde iba a quedarme esta noche. Las calles estaban iluminadas por las farolas y las luces de los autos, estaba haciendo demasiado frío.

—¡Espera!

Me di la vuelta confundida, encontrándome nuevamente con la cara de Shawn empapada por la lluvia.

—¿Qué quieres?

—Puedes quedarte en mi casa, al menos hasta que consigas donde quedarte. 

Latina |S.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora