Abrí la puerta de mi casa con dificultad. El alcohol, la llave y una cerradura no era una buena combinación. Había veces que era más difícil que otras, sin embargo siempre lograba abrir la puerta de mi casa, no importaba cuan borracha estaba.Una vez que estuve adentro me permití deshacerme de mis tacones. Gemí al sentir el frío de la cerámica bajo mis pies, placer puro para ellos, se lo merecían, pues había bailado toda la noche con tacones.
Tambaleante subí las escaleras, no me molesté en intentar hacer el menor ruido posible. En mi casa nunca estaba mi familia -o lo que quedaba de ella-, y si estuvieran no se iban a molestar en levantarse de la cama e ir a ver quién o qué causaba tanto ruido. De todas formas sabían que era yo quién siempre al llegar al borde del coma etílico hacía tanto ruido.
El pasillo estaba oscuro, y parecía moverse de un lado al otro, el piso también se movía. Ignorando eso -por que sabía que se debía a la cantidad de alcohol que había en mi sistema- caminé hasta mi habitación. Una vez que estuve allí me dejé caer en mi cama. Cerré los ojos, sentía como todo se seguía moviendo en mi alrededor, pero eso no impidió que morfeo me atrapara.
(...)
Desperté cuando el sol dio de lleno en mis ojos. Malditas cortinas blancas. Me levanté de la cama con la que venía siendo mi mejor amiga de ya un año; la bendita resaca. La cabeza me palpitaba, parecía que me la habían golpeado con un bate varias veces hasta dejarme inconsciente. Aún con el vestido que había llevado en la noche me dirigí hacia la cocina. Necesitaba algo para aliviar la resaca, urgente.Largué un gran bostezo, que según una de mis mejores amigas "no era digno de una señorita". Casi podía escuchar sus palabras dándome clases de modales. Negué con la cabeza, mientras bajaba por las escaleras. Todo estaba en silencio, mi madre no se había dignado en aparecer por la casa.
Claro, como si eso fuera nuevo.
Ya me había acostumbrado a estar sola. Hasta hace un año atrás tenía una familia, tenía.
Todo se fue a la basura cuando mi madre había descubierto a mi ex padrastro engañándola. Eso había sido un gran choque para todos los de la familia. Él era como un padre para nosotros, lo amábamos, era nuestra figura paterna, para nosotros él era perfecto. Pero las apariencias engañan, lo había descubierto por las malas.
Luego de la separación él se fue de la casa para irse a la casa de sus padres, lo cuales, desgraciadamente, vivían justo al lado. Mi madre al poco tiempo tuvo otra pareja, hasta el día de hoy me pregunto si lo hizo por despecho o porque en realidad se enamoró. De todas formas no se lo preguntaría. El punto es que rara vez aparecía en la casa. Y cuando aparecía recordaba que tenía una madre.
Mi hermano mayor se había ido a vivir con su novia, casi no nos veíamos, a veces hablábamos por mensajes pero nada más. Mi hermano de trece años vivía en su mundo con los vídeojuegos y amigos. Y por último mi hermana de siete años, hija del ex marido de mi madre. Ella vivía con su padre y sus abuelos.
Luego estaba yo, había sido la única que había quedado en la casa. Los primeros meses había caído en depresión, mis notas habían bajado notoriamente, hasta el punto de casi perder el año escolar. Luego conocí las fiestas y el alcohol.
El bendito alcohol.
Aunque al principio había comenzado a asistir a fiestas y consumir alcohol para llamar la atención de mi madre -de todas formas no funcionó-, luego se volvió en una diversión, y las mayoría de las veces una manera de escapar de la realidad.
Tomé unas de las tantas pastillas para el dolor de cabeza y me la tragué, fui por un vaso con agua y bebí varios sorbos.
Mi teléfono comenzó a sonar como lo hacía cuando tenía una llamada entrante. Seguí el sonido hasta llegar cerca de la puerta principal. Mi teléfono estaba tirado en el piso a un lado de mis tacones, ¿cuando los había dejado allí?.
Tomé mi teléfono y contesté la llamada.
—¡Celeste! —Natasha habló al otro lado de la línea—. Iremos con Michael de compras, ¿quieres venir?.
—Anoche fui a una fiesta, y creeme, lo menos que quiero hacer en este instante es salir —bostecé nuevamente—. Mejor otro día.
—Está bien —respondió sin esconder su desánimo—. Nos vemos hoy a la noche.
—Estaré allí a las 9 p.m con Zara —
tomé mis tacones y comencé a subir las escaleras.—Bien. Las quiero ver muy lindas, los amigos de Michael irán, y por cierto, están muy comestibles —rodé los ojos.
Ella siempre queriendo emperajarnos.
—Como digas, adiós —fingí molestia.
—Nos vemos en la noche, adiós —colgó.
Entré a mi habitación tirando los tacones en el suelo. Me saqué el vestido arrugado y nuevamente me dejé caer en mi cama en ropa interior. En pocos minutos quedé nuevamente dormida.
Y así comienza esta nueva historia.
Si has llegado hasta aquí tengo una cosa por decir; ¡Gracias por leer!.
Espero comenzar a escribir muy pronto la historia de Celeste Adams y Evan Preston, ¡estoy muy emocionada con esta nueva historia!.
Nuevamente gracias♥
ESTA HISTORIA ES UN BORRADOR, POR LO TANTO PUEDE QUE HAYAN FALTAS DE ORTOGRAFÍA.
ESTÁS LEYENDO
Siempre tuya, Evan © (EN PAUSA)
Romance¿Conoces el hilo rojo del destino?. Es un hilo rojo al que no podemos imponer nuestros caprichos ni nuestra ignorancia, un hilo rojo que no podremos romper ni deshilachar. El hilo rojo va directo al corazón, que conecta a los amores eternos, a los p...