C A P Í T U L O 19

121 29 2
                                    

28 de Diciembre, 2017.

Sabía que algún día lo vería frente a frente. Era consciente de que él no desaparecería de mi vida por arte de magia.

Pero guardaba la esperanza de no volver a verlo en mi vida.

Patética.

La vida, el universo o lo que fuera, se burlaba de mí, colocando a una de las personas que le había llegado a temer a mi corta edad.

La mano que tenía sobre la puerta de mi casa había comenzado a temblar y un nudo se atoró en mi garganta, entorpeciéndome.

Vete, por favor.

Mi labio tembló.

Ian me observaba en silencio a unos pocos metros de mí, como si nada. Como si no hubiera existido una pequeña y fugaz historia entre ambos, y como si Evan nunca le hubiera roto el rostro a puñetazos. Él estaba ahí, junto a mi hermano, fingiendo no haberme enviado ninguna amenaza estas semanas.

—¿Celeste? —parpadee, alejando mi mirada de Ian y me centré en Jacob. Mi hermano me miraba con su sueño fruncido, preguntándome qué carajos pasaba conmigo.

Quería huir.

—Pasa —me hice a un lado. Podía sentir el sudor frío bajar por mi espalda y el miedo erizar mi piel.

Mi hermano entró a casa aun con el seño fruncido, luego llegó la peor parte. Ian entró a la casa rozando innecesariamente su costado con mi cuerpo. Me hice a un lado con rapidez, poniendo distancia entre ambos.

Vete, por favor.

Pude notar como las comisuras de sus labios se elevaron ante mi acción, causándome repulsión.

—¿No te aburres sola en esta casa? —la voz de mi hermano me hizo dar un pequeño respingo. Cerré la puerta con más fuerza de la necesaria y giré hacia él.

—En realidad no, me gusta la soledad —me crucé de brazos, con disimulo coloqué aún más distancia entre Ian y yo.

Si estaba lejos no podría hacerme daño.

Jacobo hizo una mueca.

Rarita —murmuró entre dientes. Pude haberle respondido con una ofensa, pero estaba más preocupada por la otra persona en la casa que en discutir con mi hermano.

—¿A qué vienen? —pregunté, tratando de no escucharme muy curiosa. No tenía problema en que mi hermano viniera a casa, pero que viniera con un amigo, en especial con Ian era inquietante.

—Solo terminaré de llevar algunas de mis cosas para el apartamento —asentí en silencio. Hacía unos pocos días se había mudado a un apartamento junto con su novia.

—Bien, ¿tienes tus llaves? Yo ya iba de  salida —mentí. Me miró de pies a cabeza.

—¿Con pijama y calcetines de colores diferentes? —entrecerré mis ojos.

—Estaba preparándome —una sonrisa divertida curvó sus labios.

—¿Saldrás con Evan? —enderecé mi espalda. Ian, con su mirada penetrante puesta en mí se cruzó de brazos.

—N—no —apreté mis labios en una línea.

—¿Tienes novio? —Ian habló por primera vez desde que había llegado a casa. No contesté, sin embargo mi hermano se encargó de ponerlo al día.

—Si, Celeste tiene novio y  no es tan feo como creí que serían sus novios.

Ian asintió pensativo, sin apartar en ningún momento sus ojos de mí. Mi cuerpo tembló levemente mientras maldecía para mis adentros. Él no tenía por qué saber de Evan.

Siempre tuya, Evan © (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora