1 de Diciembre, 2017.
En casa.
En casa.
¡ESTÁBAMOS EN SU MALDITA CASA!.
El aire se me atascó en los pulmones, impidiéndome formular alguna oración, al menos una coherente.
Observé a mi alrededor en silencio. Evan seguía conduciendo por un sendero que atravesaba el extenso y bien iluminado jardín delantero, debía de admitir que era precioso. El césped estaba perfectamente podado y cuidado. En el lado derecho había una pequeña fuente de agua, que era rodeada por unas hermosas rosas rojas y blancas. Las luces que estaban incrustadas en el césped y las mismas que bordeaban el sendero le daban un toque romántico.
Alexa se volvería loca en éste jardín.
Una sonrisa se coló por mis labios cuando imaginé sus reveldes rizos azabache entre esas rosas.
Avanzamos por el jardín hasta quedar frente a una casa de dos pisos más grande que había visto en mi vida. Todo, hasta el último detalle gritaba; ¡DINERO!.
Giré mi cuello para ver a Evan tan rápido que por un momento creí que se me podría romper. Entrecerré mis ojos mientras esperaba alguna oración de su parte, como; Sorpresa, soy malditamente rico.
Pero no, ningunas de esas palabras salieron de su boca.
—¿Eres rico? —formulé la pregunta más estúpida en mi vida. Evan colgó una sonrisa torcida en sus labios y me observó divertido.
—No lo soy —habló con simpleza, a la vez que se encogía de hombros.
Por la ventanilla admiré la casa, que fácilmente podría ser una mansión. Se podía ver por los grandes ventanales que algunas habitaciones eran iluminadas, otras estaban sumergidas en oscuridad.
—Si lo eres —afirmé, sin apartar la vista de su hogar.
—No soy rico —recalcó nuevamente. Giré mi cuerpo sobre el asiento para poder verlo. Tenía los brazos flexionados detrás de su cabeza, sus ojos observaban mi rostro y la sonrisa que decoraba sus labios había desaparecido. Por un momento temí haber dicho algo fuera de lugar—. Mis padres tienen dinero, si, pero es porque se lo han ganado trabajando.
Asentí en silencio, Evan nuevamente había logrado dejarme callada. Pero estaba segura de una cosa; era rico.
¿Era esa la razón por la que Charlie había dicho que yo no era suficiente para él?, ¿era mi situación económica que me volvía una corriente?. Repasé en mi mente todos los recuerdos que había vivido con Evan las últimas semanas. Jamás tocó el tema de dinero, no parecía un ricachón, tampoco de los que se fijaban en las personas por su dinero. Parecía un chico más, como los que fui rodeada mientras crecía; humilde, sin nada que presumir.
Aunque Evan si tenía qué presumir.
Diablos, si que tenía para presumir. Comencemos con ese cerebro magnífico que poseía, un rostro que a vista de todas las chicas era extremadamente caliente, ¿y por qué no? chicos también. Una sonrisa baja bragas y un culazo que hacía fantasear a cualquiera con tocarlo.
Un gruñido salió de su garganta a la vez que fui arrastrada por el asiento, hasta quedar sobre el regazo de Evan. Tomó mi rostro entre sus manos y acercó tentativamente sus labios a los míos. Entreabrí los míos ansiosa por lo que venía, disfruté estando sobre él y de sus manos en mi rostro. Me permití perderme en su aliento mezclándose con el mío y su cercanía tan abrumadora que lograba despertar mi cuerpo en pocos segundos.
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Siempre tuya, Evan © (EN PAUSA)
Romance¿Conoces el hilo rojo del destino?. Es un hilo rojo al que no podemos imponer nuestros caprichos ni nuestra ignorancia, un hilo rojo que no podremos romper ni deshilachar. El hilo rojo va directo al corazón, que conecta a los amores eternos, a los p...