Capitulo 2

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Foto: Dylan
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Al día siguiente me desperté más pronto de lo normal, ya que me había acostado pronto, eran las 9 de la mañana, fuí al comedor, donde se encontraba mi padre junto a la arpía y al verlos me fuí a la cocina, al entrar varios sirvientes me miraron extrañados, pero me dió igual, me senté en la pequeña mesa que había allí hasta que vino uno de los sirvientes

-Señorita, ¿No debería de estar en el comedor en vez de aquí?
-¿Tú eres Charles verdad?- él me miró sorprendido y confundido, pero finalmente asintió
-¿Puedo preguntar por qué, señorita?- arrugué la nariz, la verdad es que no me gustaba demasiado que me llamaran señorita
-Llámame Madison, no me gusta lo de señorita, por favor
-Está bien señ... Madison- le sonreí y él a mí me intentó devolver la sonrisa, pero más bien le salió una mueca extraña que me hizo gracia y me reí
-Perdón, pero... ¿Puedo hacerle una pregunta?- él asintió- ¿Por qué les intimida tanto la familia real?, En fin sí, vale, somos importantes, pero... Somos personas al igual que ustedes, no sé, a veces siento que les da miedo dirigirnos la palabra- frunció el ceño, como si la respuesta fuera obvia
-¿Puedo sentarme con usted?- le sonreí
-Claro
-Verá, cómo usted ya sabe, la familia real, aquí en Inglaterra, es la más respetada tanto en el país como en toda Europa, y a una persona a la que le tienes tanto respeto, cuesta mantener una conversación normal, como la que tendrías con un amigo...
-Si, pero yo no he hecho nada para que me tengan respeto, cuando te tienen respeto es porque has echo algo que realmente lo merece, eso no se gana porque sí
-Pero la familia real, ha hecho cosas muy importantes, han llevado un país durante milenios, su bisabuela, la reina Elizabeth gobernó el país durante décadas, hasta llevarlo a ser una de las potencias mundiales más importantes, y hasta ahora eso se ha mantenido, usted será la próxima en gobernar, ya que su hermano rechazó la corona, y créame, ahora puede que la gente sólo la vea como una chica inmadura qué sólo sabe meterse en líos y gastar el dinero del país, pero todos los del castillo, sabemos que no es así, usted tiene el corazón de su madre, es sabia y justa, sólo tiene que demostrarle a su padre que puede ser la reina de Inglaterra
-No, créeme tú cuando te digo que él sólo intenta quitarme del medio, me marcharé en unas horas del país, y él se quedará sólo con la arpía y las dos brujas de sus hijas, le comerán la cabeza y le convencerán de que yo no soy la indicada- me sonrió
-Entre usted y yo, no a mucha gente le cae bien la señora Elena, cuando su padre no está delante, puede llegar a ser una persona retorcida y malvada- ahora fuí yo la que sonreí
-Gracias por escucharme
-No hay porqué darlas, ¿Quiere desayunar?
-Sí, pero... Iré yo a por el desayuno, ¿Sabe dónde está Adela?
-Está en los fogones, preparando la comida
-Gracias- le sonreí y me levanté en busca de Adela, pregunté a varias personas, ya qué no estaba en los fogones, sino en el horno- ¿Adela?- una mujer con canas y algo rellenita se giró y cuando me vió me sonrió
-¡Madison!¡Cuanto tiempo!
-Sí, te había echado de menos, pero sabes que tengo prohibido entrar aquí
-Sí, lo sabía, ¿Y que haces aquí?
-Bueno, me marcho hoy, y después de lo de ayer, el cabreo de mi padre y el castigo impuesto, no creo que me pueda pasar algo peor
-Espera, ¿Cómo que te marchas?
-Mi padre me ha desterrado del país durante unos meses y me tengo que ir a estudiar a los Estados Unidos
-¿¡Cómo!?, ¿Por lo de ayer?- asentí como si la cabeza me pesara toneladas- Cariño..., Tu padre cada día está peor, ¿desterrar a su propia hija?, ¿Como le han comido tanto la cabeza esas tres?
-No lo sé, pero quiera que sea el lugar donde está mi padre, quiero que vuelva- ella me sonrió y me dió un abrazo que yo acepté sin pensármelo dos veces
-Bueno, te tienes que ir de aquí, gracias por venir- la sonreí
-Me hacía tanta falta tener una conversación, aún que fuera mínima, con una mujer a la que apreciase...-ella me sonrió orgullosa y me acarició la mejilla, después la di un beso y me fuí

Cuando llegué a mi habitación había mucha gente y me asusté, estaban vaciando mi vestidor y recogiéndolo todo en maletas, había como tres maletas ya llenas y otras dos en proceso, sólo cargaban lo esencial, nada de ropa de gala, por lo que me alegré, la verdad, no soportaba tantas fiestas coñazo de esas
Volví a salir de allí y fuí al salón a ver la tele, pero allí estaban las gemelas, ordenando a los sirvientes hacer cosas absurdas y yo me quedé quieta mirándolas bastante mal, ¿quién coño se creían? Todavía no eran nadie aquí

The PrincessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora