Ya había pasado la medianoche, pero el alto elfo de cabello negro seguía despierto.
Keldarion añadió más leña al fuego, removiéndola para hacer que las llamas aumentaran de tamaño. Entonces retrocedió y miró a su alrededor. El bosque estaba inmerso en la oscuridad, con solo el sonido de los grillos cantando y el susurro de la brisa entre los árboles.
Y Legolas eligió ese momento para gemir.
Keldarion se dio la vuelta rápidamente y se arrodilló al lado de su hermano. Entonces apoyó el dorso de su mano contra la mejilla de Legolas y se puso rígido al notar el calor que emanaba. Ligeramente preocupado, cogió el pedazo de tela húmeda de la frente ardiente de su hermano y la reemplazó con una más fresca.
Febril, Legolas seguía inconsciente, con los ojos cerrados y moviendo la cabeza de vez en cuando de lado a lado. No se había despertado desde que Keldarion lo había movido para acomodarlo debajo de un sauce. Tras quitarle los odiados grilletes, el príncipe mayor había revisado de inmediato las múltiples heridas de su hermano, encargándose de ellas cuidadosamente. Ahora, la herida del talón de Legolas estaba vendada, ya sin la punta de flecha en su interior. Keldarion también se había encargado de ponerle unos leggings y una camisa antes de envolver el cuerpo tembloroso de su hermano con una manta.
Finalmente se sentó con la espalda apoyada contra el árbol y tiró de Legolas hasta que estaba recostado sobre su regazo, donde podía abrazarlo protectoramente. Con la tristeza reflejada en sus ojos azules, Keldarion observó el rostro de Legolas en silencio.
Ay, Legolas. Suspiró, acariciándole la cabeza con cariño. Mira lo fuerte que eres, y a pesar de todo lo que has pasado.
Cuando Keldarion vio por primera vez a su hermano, colgando desnudo en el poste de la plaza de los Hombres del Este se había puesto tan furioso que había deseado matar a alguien. Pero consiguió recuperar el control y adherirse a su plan inicial, con el cual consiguió sacar a Legolas del terrible lugar sin mayores problemas.
Se había arriesgado a que Legolas lo odiara por tratarlo de una forma tan abominable, comprándolo como si fuera mera mercancía y haciéndole atravesar las calles desnudo y con los pies heridos, pero no tuvo más opciones. Se había disfrazado como un Haradrim y se metió en su papel a pesar de que ser lo más difícil que había hecho jamás. Mostrar pena o compasión por su hermano solo lograría levantar sospechas.
Keldarion se había mantenido en calma mientras Legolas cojeaba delante de él, sangrando y gravemente herido, pero en su interior su corazón se rompía en pedazos. Nada más salir del pueblo se había detenido y desmontado, apresurándose hasta su hermano para abrazarlo tras haber cumplido su objetivo. ¡Pero no había esperado que Legolas le atacara e intentara matarlo!
Bueno, ¿y quién no haría lo mismo? Se rio Keldarion mientras se frotaba la mandíbula dolorida, asombrado por el fiero y tenaz espíritu de su hermano. Sus ojos se llenaron de orgullo mientras continuaba observando el rostro ligeramente sonrojado de Legolas.
Oh, Legolas. ¡Cómo te he echado de menos! Quería gritar, pero en lugar de ello se mordió el labio y se le empañaron los ojos. Entonces se inclinó aún más y acercó la nariz al cabello de su hermano, disfrutando de su característico aroma que todavía recordaba.
"¿Kel?"
Keldarion alzó la cabeza ante el repentino susurro de Legolas. Entonces se dio cuenta de que su hermano tenía los ojos abiertos como platos, mirándolo con asombro.
"Kel –dijo Legolas, alzando una mano temblorosa para tocar el rostro de Keldarion-. ¿Eres... eres tú de verdad?"
Asintiendo, Keldarion asintió a través de las lágrimas.
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Regreso en el Tiempo
FanfictionLegolas no puede esperar para volver a casa tras una reunión en Minas Tirith. Sin embargo, a mitad de camino, una banda de merodeadores le bloquea el paso e intentan robarle