No se oía nada en el pasillo y estaba desierto, a excepción de un elfo solitario que caminaba lenta pero constantemente en dirección a los salones de la señora. Abrió la puerta sin tocar y entró, buscando a alguien con sus ojos azules.
Y enseguida la encontró, sentada en el banco de la ventana con la mirada perdida y los ojos verdes tristes, secos de tanto llorar. Llevaba una manta sobre los hombros y se aferraba a ella como si su vida dependiera de ella. No se percató de su llegada y se mantuvo en silencio, sin ni siquiera moverse.
El corazón de Thranduil se rompió al ver a su nuera tan miserable. Con un suspiro, el rey elfo se acercó y se sentó a su lado. Entonces le sujetó las frías manos y se las apretó suavemente.
"¿Nara?"
Ella no contestó y continuó mirando hacia el exterior. Sin embargo, le temblaron los labios y se le escapó un sollozo, todavía sin decir nada.
Thranduil volvió a intentarlo.
"Nara, querida... por favor... ¿Por qué te aíslas de esta manera? Vamos, déjame llevarte a tu habitación. Los sirvientes te han dejado la cena allí."
Ella sacudió la cabeza débilmente, envolviéndose mejor con la manta.
"No tengo hambre, mi señor."
"Mientes y lo sabes –la amonestó Thranduil gentilmente, acariciándole la cabeza-. No has comido nada desde esta mañana."
"¿Pero y qué pasa con mi marido? ¿Ha comido? ¿O se está muriendo de hambre, herido en alguna parte sin poder cuidar de sí mismo? Sin él, hasta la comida sabe a polvo..." –enterró el rostro en sus manos y estalló en lágrimas.
Thranduil tiró de ella hasta que tenía su cabeza apoyada sobre su hombro.
"Shh, Nara... Volverá, querida. Legolas volverá."
Narasene se secó las lágrimas, todavía sollozando.
"¡Pero han pasado semanas! Mi corazón me dice que sigue vivo, ¿pero dónde está? Oh, mi señor, no puedo soportarlo más..."
Susurrándole palabras reconfortantes y abrazándola con más fuerza, Thranduil no pudo evitar que sus propias lágrimas cayeran. Ay. ¿Dónde estará mi hijo?
Habían pasado cerca de tres semanas desde que Legolas había desaparecido. El rey de Eryn Lasgalen llevaba en el reino de su hijo varios días, apoyando a Narasene y compartiendo entre ellos sus preocupaciones y ansiedad.
Los guerreros de Ithilien, los caballeros de Emyn Arnen y los guardias de Gondor se habían lanzado a la búsqueda. Habían peinado los bosques a conciencia, buscado en cada pueblo e inspeccionado cada cueva sin dejar ni una piedra por remover. Pero no encontraban ni rastro de él tras haber perdido el rastro gracias a la lluvia. Era como si Legolas se hubiera desvanecido de la faz de la tierra. Su caballo sabía dónde estaba, pero no podía hablar. Solo Legolas era capaz de entenderle.
Cuando había llegado a Minas Tirith, Thranduil había estallado en cólera, gritándole a Aragorn por dejar que Legolas se marchara solo. Al pobre hombre todavía le dolían los oídos tras la larga charla. Y Faramir se las había arreglado para escabullirse, dando excusas sobre que dirigiría la búsqueda.
"¡¿Por qué no golpeaste a ese niño tonto hasta dejarlo inconsciente?!" –le había gritado Thranduil al final, con el rostro rojo de ira.
Pero entonces, al ver la gran culpa que sentía el hombre, el rey se había disculpado por su rudeza y había vuelto a Ithilien, donde había organizado su propia expedición de búsqueda. Una tarea familiar para él, dado que su hijo había desaparecido varias veces desde que era un elfling. Era una simple rutina exasperante para él, pero esta vez no era tan simple. No podían encontrar a Legolas.
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Regreso en el Tiempo
FanfictionLegolas no puede esperar para volver a casa tras una reunión en Minas Tirith. Sin embargo, a mitad de camino, una banda de merodeadores le bloquea el paso e intentan robarle