Capítulo 23. Gratitud y deseo.

503 34 14
                                    

Suena el timbre en casa de Isabelle, y la chica no tarda en abalanzarse sobre la puerta para que no sea ninguno de sus padres el que la abra en su lugar y comience una incómoda conversación con Scott.

- ¡Me voy a cenar, volveré pronto! ¡Buenas noches!- tras gritarle a sus padres su despedida, la chica cierra la puerta y se encuentra frente a frente con Scott, que sonríe divertido- No sé porque te has empeñado en venir a recogerme. Mis padres son realmente pesados cuando quieren.
- No quería perderme la oportunidad de verte tan abochornada- la chica pone los ojos en blanco pero finalmente acaba riendo junto a él.

Entonces, Scott saca de detrás de su espalda una flor que le ofrece a Isabelle. Esta no puede evitar sonreír en cuanto la ve y dirige una mirada tierna a su novio.

- No tenías porque...- comienza a decir mientras coge la flor y la huele.
- Pero quería hacerlo. - sin dar más explicaciones, el chico coge su mano tras darle un rápido beso en los labios y pone dirección al restaurante en el que van a cenar. Cuando apenas han recorrido unos metros, se aproxima más a la chica y le susurra al oido-Estás muy guapa.

Isabelle se sonroja levemente por la ola de halagos, y aprieta la mano de Scott en forma de agradecimiento mientras continúan su camino.
Al poco tiempo de estar caminando, llegan a la puerta de un fino restaurante al cual la chica nunca ha entrado. Una vez dentro, un camarero les conduce hacia la mesa que el chico ya había reservado; cuando comienzan a ojear la carta, Isabelle no puede evitar abrir un poco los ojos ante aquellos precios. Al verlos, se siente bastante mal por que tenga que invitar él.

- Scott...
- ¿Hmm?- contesta él mientras sigue ojeando su carta.
- No hace falta que me invites a todo, de verdad. No me importa pagar parte de la cena.- solamente pidiendo un plato principal, la chica gastaría el equivalente a su paga de una semana.
- No no, a esto invito yo. Te lo dije- entonces el chico levanta la mirada y observa a Isabelle, que le mira con expresión dudosa. Él le sonríe para que se tranquilice-. En serio, no pasa nada. He ahorrado un poco pensando en esto, y es algo que de verdad me apetece hacer. No te sientas mal y pide lo que quieras.

Ella acaba por devolverle la sonrisa pero de una forma mucho menos segura que él; definitivamente, no va a pedir lo que quiera sin antes mirar si cuesta un riñón o dos.
Finalmente, un camarero toma nota de lo que van a tomar, que se basa en las comidas más simples de la carta (también algo previsible al ser dos adolescentes con poca experiencia culinaria), y enseguida olvidan el tema de la comida para centrarse en otras conversaciones mucho más amenas y relajadas en las que ambos se ríen a carcajadas.
Entre algunas caricias, sonrisas cómplices y demás gestos cariñosos, la pareja recuerda anécdotas que han ido sucediendo desde que se conocen (como cuando Alex le dio con el bastón a Montgomery en la cabeza), y también comparten momentos divertidos de ambos anteriores a su relación. Justo cuando el camarero retira los platos de los entrantes y llega con los principales, Isabelle está riéndose a carcajadas con algunas historias de los entrenamientos de Scott. Si de algo sirve que los jugadores de baseball del Liberty sean unos idiotas, es que sus tonterías luego son dignas de burla para pasar el rato.

- Y otro día- continúa Scott narrando mientras ambos se limpian las lágrimas de risa-, el entrenador vino con el orientador y se puso a leernos como un manual de buena conducta para no propasarnos y todo eso, ya te lo imaginas. Bueno, pues una de esas normas era que para poder mantener relaciones y que estas sean consideradas consentidas, es necesario que nuestra pareja lo demuestre con palabras o acciones. Entonces me vino la inspiración, y dije "¿un gemido cuenta?"- tras terminar su relato, Isabelle imagina la escena y la cara del orientador y no tarda en volver emitir una sonora carcajada. El chico la imita antes de volver a hablar ahora intentando fingir seriedad- A ti te hace gracia, pero el orientador me echó una bronca. Casi me echan del equipo.
- Bueno, es cierto que el comentario en ese momento fue un poco de bocazas- admite la chica señalando a Scott con el dedo, pero aún con una leve risa entre dientes-. Pero la inspiración fue ingeniosa.

Así, los dos continúan con su conversación hasta que la comida se acaba y deciden dar por terminada esa parte de la noche. Tras pedir la cuenta y que Isabelle vuelva a insistir en pagar parte de ella (con la rotunda negación de Scott), la pareja sale del restaurante; cuando apenas se han alejado unos metros de la puerta, Isabelle es atraída hacia el chico para estrecharla firmemente entre sus brazos y besarla de manera suave. Ella acepta el gesto con agrado y cuando se separan mira a los ojos del chico, que la observan con brillo y cariño.

  - ¿Quieres venir a mi casa? Allí podremos estar tranquilos.

Isabelle asiente, y cogidos de la mano se dirigen hacía la casa del chico sin apenas hablar; únicamente disfrutan de la compañía del otro. Tardan poco tiempo en llegar y, como le dijo él, no hay nadie. Tras encender las luces de la sala de estar, ambos se sientan en el sofá en el que la última vez ella le consoló tras enfrentarse a sus amigos. Si todo sale como tienen planeado, al final de la cita el sofá tendrá otro recuerdo para ambos.

  - Solo quería decirte una vez más lo mucho que te agradezco todo lo que has hecho por mí- comienza a decir de repente Scott-. Y lo digo enserio; me soportaste cuando me volví un idiota, me escuchaste y me perdonaste, empezaste a salir conmigo- la chica ríe ante esto último, ya que lo dice como si eso fuera un favor-, y me hiciste salir de todo ese ambiente tóxico en el que estaba metido.
  - Tú siempre supiste que eso no estaba bien, eras capaz de verlo y nunca tomaste parte en ello. En cierto modo, no te descubrí nada nuevo.- dice Isabelle a favor de Scott, ya que no le gusta ver como él se quita todo el mérito.
  - Si, era un chico rodeado de cosas ilegales y abusivas, que sabía que estaban mal pero que no las delataba. Ya ves cómo acabó el callarme las cosas constantemente.- comienza a negar con la cabeza y vuelve a dirigir su mirada a la chica- No, Isa. No vale de nada ser bueno si no te atreves a hacer nada. Si no llega a ser por ti, habría acabado hundido. Así que no te quites méritos.

Tras decir esto, ambos se suman en un silencio agradable, en el que se miran mutuamente y si dicen mil cosas con los ojos. A partir de ese momento, las palabras sobras.
Como si se sincronizaran, se aproximan el uno al otro al mismo tiempo para acabar besándose. Son besos más apasionados que los demás que han compartido el resto de la noche; son besos que demuestran lo mucho que se desean el uno al otro, a pesar de solo llevar un mes juntos. A algunos puede parecerles poco, pero para ellos es suficiente.
Las manos de Scott comienzan a viajar por el cuerpo de Isabelle, siempre respetando ciertas distancias (algo que ella nota y le provoca aún más ganas de seguir besándolo), y es entonces cuando ella se posiciona a horcajadas sobre el chico. Las caricias continúan, y sus manos comienzan a introducirse por dentro de las camisas de ambos; Scott desciende la dirección de los besos, centrándose ahora en el cuello de Isabelle. La chica cierra los ojos dejándose llevar por el momento, y no puede evitar emitir un ligero gemido mientras el chico aún besa constantemente su cuello.
La temperatura aumenta para ambos, y es entonces cuando Isabelle, aún en la misma posición sobre Scott, comienza a desabrochar botones de la camisa de su novio. Poco a poco, va dejando al descubierto el marcado abdomen del chico, mientras él la observa con deseo. Cuando ambos se van a unir de nuevo para seguir con los besos, Scott detiene un momento a la chica, que le mira algo confundida:

  - Tu quieres, ¿no?- comienza a preguntar él, con su cara a solo dos centímetros de la de Isabelle- No vamos a hacer nada que tú no quieras...

La chica sonríe de medio lado ante su pregunta y, para darle una respuesta, ella se quita rápidamente su camisa y la tira junto a la de él, quedando ahora los dos sin parte de arriba, y ella únicamente con su sujetador. Entonces Isabelle se acerca al oido de Scott para susurrarle:

  - ¿El gemido de antes, no cuenta?

Ante esa respuesta, el chico no puede evitar soltar una carcajada y, sin pensarlo más, vuelve a besar a la chica antes de cogerla entre sus brazos para llevarla a su habitación. Una vez allí, el resto de la ropa parece volar, y de forma cariñosa y disfrutando cada momento, ambos se unen completamente el uno con el otro en lo que parece la mejor noche que, de momento, puedan llegar a recordar.

Like to be youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora