Capítulo 10

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En la casita no hay nadie. Me asomo por la puerta y veo las copas de los arboles, miro hacia abajo y me quedo paralizada ¡¡¡Tengo muchísimo miedo a las alturas!!! El árbol de el otro día era distinto, ¡media menos del triple de este!

Me alejo rápidamente hacia atrás y choco contra la pared. No se que hacer. Quedarme aquí sería algo horroroso para mí, pero bajar... Creo que lo mejor será tener los pies en el suelo, porqué así podré buscar a la persona misteriosa que me está poniendo los nervios al limite y encontrar algo de comida y agua.

Después de repensarmelo mil veces pongo un pie en una rama que sobresale del troco. A continuación otro pie más abajo en otra rama, y así hasta llegar abajo del todo.

Ya estoy harta de todo esto, no quiero morirme aquí, sin nadie.

Quisiera volver a la playa, pero no se que dirección tomar... Aquí los arboles son mucho más altos que los que vi allí, así que debo estar bastante lejos. Voy a tomar el norte, y si veo que no voy por el camino correcto iré hacia el sur. El Sol se está poniendo, lo que significa que es el oeste (porfin me sirven de algo las clases de sociales).

Camino un gran rato con la dirección hacia el norte. Lo único que veo son más arboles, pero cada vez son más frondosos. Doy media vuelta.

Después de caminar el doble de rato, la cosa mejora. Los árboles son cada vez más bajos y delgados. La poca luz que me daban los rayos del Sol se han convertido en una luz naranja y poco rato después la noche cae. Sigo caminando aunque no vea nada. Me tropiezo varias veces, pero al fin noto la arena en mis pies.

Perdidos en la nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora