Tres horas. Tres horas durmió Dafne aquella noche, planeaba como salir de casa antes de que su tío se diera cuenta. Todas las noches lloraba, no podía entender por qué tanto odio, por qué su tío la maltrataba así, ella no había echo nada, hasta hace tres años continuaba siendo una niña.
Vio entrar algo de sol por la ventana, creyó que era el momento perfecto para salir. Se puso su ropa interior, apretó su corsé y cogió el vestido color arena, era de media manga, con un pequeño lazo en la cintura y caía hasta los tobillos dejando ver sus zapatos, el único adorno del vestido era un calado de flores en la zona del pecho. Se hizo una trenza hacia el lado, cogió de nuevo la bolsa donde metió la chaqueta de Enjolras y con delicadeza abrió la puerta. Se calmó al ver que no estaba fuera esperándola. Bajó las escaleras con muchísimo cuidado, ni un ruido hizo. Estaba a tres pasos de la puerta.
- ¿Dónde crees que vas? - Dijo su tío detrás de ella. Agarró su brazo fuerte, justo donde tenía su último golpe, vio la cara de dolor que puso Dafne y apretó más haciendo que ella diera un pequeño grito. - No grites, yo no te voy a hacer nada. - Apretó más el agarre, volvió a mirarla y aflojó. - Dafne, soy tu tío, te he cuidado desde que eras pequeña, te ayudé con la librería, no te voy a hacer nada. - Puso sus manos en el cuello de Dafne y comenzaron a bajar por su cuerpo, rozando los hombros hasta llegar su pequeño pecho, se entretuvo ahí, Dafne sintió asco, sintió fuertes ganas de patearle, siempre que había hecho eso quería ser fuerte, pero no podía. - Vete. - La soltó después de besar su frente. Dafne salió, andó por toda la calle hasta donde no sería vista, puso una mano en su pecho y lloró en silencio.
Escuchó la voz de una joven, decía su nombre, quiso quitarse las lágrimas para poder verla pero no pudo hasta que no la tuvo al lado. Era Eponine.
- Dafne, ¿está bien? - Eponine no sabía qué hacer, hasta que decidió poner el brazo en su hombro.
- Estoy bien. - Se limpió las lágrimas y la miró. - ¿Has comido algo? - Eponine, todavía preocupada, negó. - Vamos a mi librería. - En silencio fueron hasta la librería, Eponine entró desconfiada, nunca había estado en un lugar así. Dafne le dio unos pasteles que había guardado y con gusto los comió. - Ponine. - Eponine la miró, le había gustado que la llamara así. - No le digas nada a nadie. No pueden saber como me has encontrado. - Eponine asintió, desconfiada, no sabía si hacía bien guardando ese secreto. Al rato las dos se fueron, Eponine vagó por las calles mientras Dafne se decidió a llevar la chaqueta a Enjolras. Era una casa más grande que la de su tío, llamó y le abrió una mujer que rondaba los 40 años, estaba bien cuidada, bien peinada, bien vestida y a diferencia que la mayoría de la población de ese momento, tenía todos los dientes. - Buenos días, madame. Estoy buscando a monsier Enjolras. - Ella le miró de arriba a abajo, sonrió y fue a buscarle. No tardó en ver sus rizos rubios y sus ojos azules, sintió que se ponía nerviosa y le sudaban las manos, aquel rostro serio le daba casi miedo. - Buenos días M'sieur. Siento haber venido tan pronto, pero anoche se dejó olvidada su chaqueta en el Cafe Musain cuando se fue después de lo que ocurrió. - Dafne lo dijo casi sin respirar, mientras Enjolras, más confiado que la noche anterior, le sonrió. Ella le dio la chaqueta.
- Muchas gracias, mademoiselle. - Entonces volvió a salir la timidez del día anterior. - Permítame acompañarla hasta la librería. - Se puso su chaqueta y salió.
- No, por favor, usted tendrá cosas que hacer. - Por mucho que ella se negara sabía que él no la haría caso y la acompañaría de todas formas.
- Siento mucho lo de anoche, pero me desquicia que Grantaire sea tan cínico. - Dijo cuando llegaron a la librería.
- Yo creo que es algo más que eso. - Dijo Dafne recordando a Grantaire. - Es un placer haberle conocido monsieur Enjolras.
- El placer es mío. - Él besó su mano. - ¿Cuándo nos volveremos a ver?
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No fear, no regret
Fanfiction"Eros tomó dos flechas, una de oro y otra de hierro. La de oro incitaba el amor, la de hierro incitaba el odio. Con la flecha de hierro disparó a la ninfa Dafne y con la de oro disparó a Apolo en el corazón. Apolo se enamoró de Dafne y en cambio ell...