Capítulo 9.

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Ese día amaneció antes, o eso sintió Dafne cuando Enjolras la despertó, el dolor, el cansancio y el miedo en su cuerpo eran muy reales. Él miró su rostro un momento y vio todo lo mencionado reflejado, ese rostro que para él solía ser perfecto ahora había tanto dolor; ella continuaba sentada con la cara entre las manos de Enjolras, estaba adormilada pero sintió a la perfección el beso que le dio en la frente y posteriormente en los labios.

- Vuelve a casa, por favor. - Ella sintió que se despertaba de golpe, y negó con la cabeza. Enjolras suspiró pesadamente y apoyó su frente con la suya. - Eres peor que preparar una revolución, chéri. - Ambos rieron, pero era una risa tan débil que casi no la sintieron. - Tengo que ir a ver como van las demás barricadas. Ten cuidado. - Él se iba a ir pero ella agarró su mano.

- Tenlo tú. - Él dio una pequeña sonrisa de lado y bajó hasta la barricada; ella quedó un momento sola, que lo dedicó a darse un pequeño masaje en el cuello, le dolía por todo, la presión, el estrés, el frío, la lluvia. Se sentía tan miserable. Escuchó unos pasos correr por la escalera, sin duda eran de Gavroche. - M'sieur, ¿cómo ha dormido?

- Muy bien. - Dijo mostrando su sucia pero encantadora sonrisa. - Gracias por la comida de anoche, y por cuidarme. - Dafne se sorprendió al ver que se había sonrojado. - M'sieur Enjolras ha pedido que la cuide y no te deje salir, pero somos parte de la rebelión, no quiero quedarme aquí. 

Una oleada de sentimientos llegaron a Dafne, admiración por aquel pequeño, enfado con Enjolras por querer apartarla continuamente y miedo por la vida de ambos. No se lo pensaron dos veces y bajaron con el resto, estaban revueltos y nerviosos, habían sobrevivido esta noche pero no sabían que sería de ellos, más ahora que casi no quedaba pólvora ya que se había mojado por la lluvia. Enjolras llegó, decaído, pensando como decir lo que había visto. Todos le miraron cuando un estudiante silvó cuando vio llegar a Enjolras.

- Enjolras, no queda pólvora. - Dijo Marius. - Está toda mojada.

- Somos la última barricada en pie. - Dijo Enjolras, que parecía haber descargado dos toneladas de peso para cargar con el doble. - El pueblo ha marchado a sus casas, no estaban preparados para hacer frente a esta causa. - Enjolras calló y miró a sus compañeros, la decepción brillaba en sus rostros. - Volved a casa, no malgastemos vidas. - Todos callaron, le estaba proponiendo marchar a casa, sin ningún problema, pero todos se sentían abatidos, como si hubieran perdido algo importante en su vida. Entonces todos escucharon a Gavroche, cantaba la canción que cantaron la mañana anterior. Esa voz, tan inocente pero a la vez apasionada, animó a todos que cantaron con él. Todos querían luchar, se colocaron en la barricada con las pocas armas que quedaban cargadas.

- Dafne. - Gritó Enjolras mientras ella cogía su arma. Él se abalanzó sobre ella y la besó. - Vete, por favor. - Ella negó deprisa con la cabeza pero él puso sus manos a cada lado de su cara. - No te puedes quedar aquí, no nos queda casi pólvora. - Él bajó la voz, para que nadie a su alrededor le escuchara. - No viviremos muchos, por favor, vete. Vuelve a casa.

- Me voy, pero sólo si tú vienes conmigo. - Él suspiró pesadamente.

- No puedo, yo comencé a organizar todo esto. No puedo irme y dejarles solos. 

- Entonces me quedo. - Volvió a suspirar ante su testarudez. Bajó sus manos hasta sus brazos y los agarró.

- ¿Quieres hacerme caso por una vez e irte de aquí? - Él intentaba enfadarse para que se fuera, pero no podía, era la última vez que la iba a ver. Escucharon a Combeferre, que estaba en lo alto de la barricada, llamar a Gavroche casi en susurros. Escucharon un disparo. Dafne no respondió a Enjolras, se separó de él y corrió para subir por la barricada. El disparo sólo era un disparo de aviso para que Gavroche se fuera.

No fear, no regretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora