Capítulo 10.

536 39 6
                                    

Pasaron dos semanas desde la caída de las barricadas, desde la muerte de Enjolras y les Amis. Tan sólo sobrevivieron Marius y Dafne. Los días de Dafne habían cambiado por completo, se sentía sola, perdida. No tenía nada a lo que poder aferrarse, hasta que ella notó cambios, vio lo que estaba ocurriendo en ella. 

Fue al Musain, estaba vacío. Todo estaba destrozado, pocos se habían atrevido a entrar allí desde la muerte de todos los estudiantes. Ella misma no se había atrevido, hasta ese momento, todavía podía verles, imaginarles con nitidez. Todos riendo, Grantaire bebiendo, Eponine tras Marius, Gavroche siempre a hombros de Courfeyrac y a Enjolras planeando una revolución que acabaría con ellos. Recordaba como fue la primera vez que se vieron, su rostro era lo más hermoso que ella podía imaginar, luego le conoció y supo que su vida empezaba con él.

Ese mismo día fue Marius que todavía tenía que andar con ayuda. Ella sabía que él si vivía, pero él era la primera vez que la veía después de la barricada.

- ¡Madame! - Habló Marius al llegar al Musain. Todavía cojeando fue junto a ella que estaba sentada en el suelo. Ella le abrazó, por lo menos le quedaba él. Buscó algo donde pudieran sentarse, dos sillas que era de lo poco que seguía entero.

- Les echo tanto de menos. - Susurró Dafne, lo justo para que Marius la oyera. En cambio, él no respondió pero también les echaba de menos. - Recuerdo sus voces, sus risas... Recuerdo su forma de mirar, de tocar, de besar. - Marius sabía que ahora sólo hablaba de Enjolras.

- Enjolras quería que continuaras viva. - Creyó que eso podía servir de consuelo para ella.

- Marius, él no está. Fui a la barricada con el mismo fin de Eponine, proteger a alguien. Pero lo hice mal. - Ella lloró en silencio, mientras Marius intentaba mantener la compostura y no llorar. - Estoy esperando un bebé de Enjolras. - Le miró todavía llorando, Marius también miró, pero no supo como reaccionar. - Es lo único que me mantiene viva. - Ella pasó su mano por su vientre, Marius agarró la mano libre de Dafne.

- Ven con Cossette y conmigo. - En ese momento miró tras Marius y vio a la famosa joven que había conquistado a Marius, tenía los ojos llenos de lágrimas así que supuso que llevaba allí bastante tiempo.

- No, Marius. No puedo. - Apartó su mano de la de Marius. - No quiero ser un estorbo, sed felices vosotros dos. - En ese momento, Cossette se acercó a ella y fue ella quien agarró su mano.

- No lo será, madame. Usted necesita compañía, y cuidados para su bebé. - Dafne la miró, todavía dudando. Si a ella le ocurriera algo, ellos podrían cuidar de su bebé. - El bebé tendrá todos los cuidados que necesite, y usted también. - Finalmente, accedió, pero sólo por el bebé.

Antes de poder ir a casa para recoger los pocos recuerdos que quedaban, pasó por el cementerio de los caídos en la revolución de 1832, no había pasado por allí desde que les enterraron, aún así sabía donde estaba él, así que fue directamente a buscarle. Se arrodilló frente a su lápida, y puso unas lilas sobre ella.

- Enjolras, mi Apolo. - Susurró ella, aguantándose las lágrimas. - No he podido venir antes, no podía. - Ella calló por un momento, y con una risa triste y bañada por las lágrimas que ya habían cedido. - Te echo tanto de menos, mon amour. - Puso una mano sobre su vientre y otra sobre la fría lápida. - Espero que este bebé se parezca a ti, le hablaré de ti para que te quiera como lo hago yo. - Lloró sola, sin pronunciar palabra, acariciando su vientre y la lápida. - Estés donde estés, no me olvides, porque yo no lo haré. - Se quedó un momento más allí, hasta que pudo dejar de llorar.

-X-

Ocho meses habían pasado desde el encuentro en el Musain, Cossette y Marius ya se habían casado, ese día fue increíble para ellos dos, pero para Dafne fue terrible, ella debería estar ya casada.

No fear, no regretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora