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Capítulo uno

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Capítulo uno

— ¡HyeMin!

Bufé.

— ¿Si?

Di media vuelta quedando enfrente de él.

— ¿Tienes planes para hoy? .— Sonrió levantando sus cejas.

Sonreí de lado.

Error.

— ¡Sonreiste! Aww, que cosita mas tierna. — Tomó mis mejillas y las estiró levemente, como si fuera una abuela.

Volvi a mi faceta seria y frunci el ceño. Rápidamente quite sus manos de mis mejillas.

— Eres simplemente... odioso. — Le di la espalda para poder llegar a mi cita con mi amado televisor.

— ¡Hye! ¿Porque me odias?

— ¿Porque me molestas?

— Responder a preguntas con preguntas es de mala educación. — Había escuchado esto tantas veces.

Lo ignoré y caminé al ascensor, apreté el botón que yacía al costado de este para esperar a que sus puertas se abran.

— Molestar a la gente también lo es.

— ¡Nunca te molesto! .— Se paró a un lado mio, con una expresión.... ¿Indignada? — Sólo te hago muchas... preguntas — Respondió por lo bajo.

Solté una risita casi inaudible, digo casi porque al parecer él la escuchó y sonrió como el hombre más feliz del mundo.

¿Que había hecho para merecer un hombre tan perfecto como vecino?
Quiero decir; Es lindo, atento, gracioso -Sus chistes te hacen llorar de la risa de lo malos que son- pero era muy irritante.

Y aunque sabía desde hace tiempo sobre su enamoramiento conmigo. Él no merecía un desastre de persona como lo era yo.

— Entonces.... ¿Harás algo? — Las puertas del ascensor se abrieron y subimos a este.

— Tengo una cita — Apreté el piso número 7.

Los dos vivíamos en ese mismo piso y nuestros departamentos estaban, literalmente, pegados. Es más, existe una puerta que conecta nuestros departamentos pero esta sellada, cada vez que la veo me acuerdo de él.

"— Hye, ¿y si renovamos la puerta? Así puedes pasar a mi departamento y viceversa. "

Obviamente la propuesta fue rechazada, ¿Qué tipo de maldito loco y pervertido quería unir su departamento con su vecina? Uno realmente enamorado, eso me había dicho mi madre, si mal no recuerdo.

— ¿U-una cita? — Su voz se oía rota, me sentí mal por solo un segundo, ¡había pensando que lo decía seriamente!, sin duda tenía que practicar mi sarcasmo.

— Con Jimin.

— ¿Cuál Jimin? ¿Tu televisor o nuestro vecino? — Hice un intento de sonrisa, pero era mas una mueca, simplemente con él no podía sonreír.

A pesar de que lo haya ignorado toda mi vida no entendía como hacia para conocerme tanto, hasta puedo decir que ¡Me conoce más él que yo a mi misma!

Mi televisor tenía nombre, y es Jimin, la razón es porque nuestro vecino
-con el mismo nombre- me había ayudado a elegir mi actual televisión y cómo forma de agradecimiento le había puesto su nombre. ¡Hasta mi cama tenía nombre!.

— El televisor.

Suspiró como si se hubiera sacado una gran carga de encima.

— Por un momento pensé que me engañabas.

— ¡Oye!, nosotros no tenemos nada.

— Pero podríamos. — Lo fulmine — Sólo Piénsalo... ¿Si?.

Jin....

Lo sé, lo sé....

Las puertas del ascensor se abrieron, le mire y salí de esa caja llena de incomodidad, Jin me seguía.

Después de todo, vivíamos uno al lado del otro.

Re busque mis llaves en mi pequeña mochila.

— Bingo — Aparte la llave de mi departamento de las demás y la introduje en la cerradura, la giré escuchando el "click".

Jin había hecho exactamente lo mismo y ya se encontraba dentro de su vivienda.

Entré y cerré la puerta detrás de mí. Fui a mi cocina para preparar un rico té de dulce de leche.
Jin me lo había recomendado y vaya que me había gustado, lo tomaba cada mañana, tarde, noche, es decir casi todo el día. No es por ser mala pero es la única cosa que me había gustado de sus recomendaciones, a decir verdad casi nunca lo escucho.

Puse a calentar el agua y esperé escasos minutos a que estuviera lista, el resto del procedimiento -si alguna vez hicieron - ya sabrán como es.
Le di un sorbo a mi taza, cerré mis ojos para poder disfrutar el sabor dulzón de mi té.

1, 2, 3 golpes me sacaron de mi trance. Que yo sepa no esperaba a nadie.

Abrí la puerta y divisé a un Jin rascando su mejilla.

— ¿Que se te ofrece vecino? — Di otro sorbo a mi té.

— Veo que te gustó.

Lo miré confundida para luego darme cuenta que hablaba del té.

— Es la primera vez que lo tomo, creo que no me gusta. — Asentí.

Sus mejillas estaban rojas y no podía descifrar si era un sonrojo, o, solo era porque se había rascado.

— Entonces, ¿Qué pasa?.

Yo quiero... — Lo pensó por unos segundos, seguro estaba debatiendo consigo mismo sobre lo que iba a decir.
— Se me acabó el arroz, me preguntaba si tenías un poco.

— No tengo, pero... Puedes salir a comprar ¿No?.

— No puedo.

— Está bien.. — Asentí algo confundida.

— También quería pedirte una cita...

Oh, por allí iba todo.

— Me estas volviendo loca, y no de la buena forma.

Acaricié el puente de mi nariz.

— Sólo pido una oportunidad.

— Tienes 30 días.

— ¿Qué?

— Para convencerme.

— Para enamorarte. Anotado.

— Nunca me enamoraría de ti.

Y así le cerré de lleno la puerta en la cara.

JuJu

(k.s.j) 30; TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora