7

477 46 34
                                    

Capítulo 7

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo 7

Oí ruidos de sartenes y cacerolas chocar entre sí, abrí uno de mis ojos acostumbrándome a la luz, luego abrí el otro. Miré a todos los lados como una chica desorientada buscando por donde entraba la luz.

¿Quien había abierto mis ventanas?

Luego de unos minutos pensando y aterrada ante la idea de que alguien había robado mi vivienda me acordé de la persona que se hospedaba en mi departamento como una visita.

Acaricié mi cama, realmente no quería separarme de esta pero tenía que hacerlo, parecía que una batalla se desataba en la cocina de mi departamento. Me levanté rápidamente ocasionando un leve mareo, me quedé unos segundos observando todo y me estire poniendo mis brazos sobre mi cabeza. Lavé mis dientes y con mis pintas de niña recién levantada me encaminé a la cocina.

Tenía suerte de que mi departamento era un lugar cálido donde podías ir sin nada debajo de tus pies.

— Ponte algo en los pies, te enfermaras. — Mi visita me regaño mientras señalaba mi "error".

No voy a enfermarme, mamá. — La contra dije.

— Luego no quiero que vengas a rogarme que te cuide.

— Creo que puedo cuidarme sola, estuve dos años sola. — La sala se fundió en un silencio bastante incómodo.

— Yo ya te he dicho, Hija, el trabajo me mantenía ocupada.

— No tengo ganas de pelear a estás horas de la mañana. — Restriegue mis ojos.

— ¿Mañana? HyeMin es pasado mediodía.

— ¡¿Cómo dices?! — Pregunté asustada pues nunca me levantaba a tales horas.

— Mi reloj marca.... — Miró el aparato que se ajustaba a su muñeca. — 12:39 pm. — Dejó dos platos en la mesa dónde yo nunca comía.

— ¿Hiciste el almuerzo?

— ¡Claro que sí!, tenía que hacer algo mientras mi hija dormía tal cual morsa en su cama.

— No es la primera comparación a un animal que me hacen. — Sonreí al recordar a SeokJin.

— ¡Nunca te he visto tan enamorada cariño! — Dijo sorprendida.

Su expresión estaba justificada; Nunca fui de las típicas adolescente que se enamoraban de cualquier chico que pasaba por la calle, y mi progenitora me había enviado a muchos psicólogos porque pensaba que había algo malo dentro de mí. A veces pensaba sobre sus ocurrencias y lograba hacerme reír, la única persona que lo había logrado realmente cuando tenía al menos 16 años.
A mi madre le costó aceptar que su hija no era tan sociable como ella esperaría que fuera, según las historias que me contó por videollamada ella era la persona más feliz y sociable, algo así como un sol de su época y le asustó un poco saber que su hija era todo lo contrario a su personalidad, aunque ella me dice que sabía y sabe que llevo su personalidad muy dentro de mi corazón.

(k.s.j) 30; TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora