2; primera parte

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Capítulo dos; primera parte

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Capítulo dos; primera parte.

El sonido de la alarma me despertó. Caí de la cama -como ya era costumbre-

Mis días de semana comenzaban a las 7:30 am excepto los viernes que comenzaban un poco más tarde. Un trabajo de medio tiempo en una cafetería ubicada en el centro comercial ocupaba algunos de mis días, mi paga no es tanta pero es suficiente para poder vivir en la ciudad.
La universidad era todo un lío para mi. No me gustaba, pero mis padres  querían que sea una chica con un trabajo decente, aunque solo lo hacía por mi madre.

Hoy era sábado pero tenía que cubrir a una de mis compañeras en el café donde trabajaba, ya que era su cumpleaños y yo -como buena amiga- me había ofrecido a tapar su puesto.

Hice mi proceso en el baño y salí de allí como nueva.

Me hice un café, estaba pensando en un rico té de dulce de leche pero me sentaba mejor un café. Ayer me había desvelado viendo un maratón de películas.

Tome mi mochila con lo necesario y puse adentro de esta mis llaves y celular.

Justo Jin, salía de su departamento.
No lo saludé, solo lo ignoré como hacia cada mañana, además la incomodidad que se sentía en el aire no era nada linda. Y si soy sincera, me siento un poco mal por haberle cerrado la puerta en la cara. No quería parecer una mala vecina ni nada parecido, pero seguro que ya lo tenía escrito en la frente.

— Hola — Jin me sonrió.

Me sorprendió su comportamiento, si me hubiesen hecho lo que yo a él nunca más hablaría con esa persona, supongo que cada persona tiene una manera diferente de reaccionar a distintas situaciones.

— Enserio lo siento — Mi cerebro no quería admitir el mal que había hecho, o mejor dicho mi orgullo no quería, pero algo quería largarse a llorar allí mismo, abrazarlo y rogarle que me perdone. Aunque no hice ninguna de esas dos opciones, las nivele creando mi propia decisión con la cual todo en mi estaba de acuerdo. — No quiero parecer una mala vecina, si necesitas algo, siempre estaré a tu disposición.

Él sonrió como si se estuviera burlando de mi. Algo en mi se ofendió.

— Me debes esos treinta días, Hye.

Lo que menos quería era que recordará el pacto” que habíamos hecho, pero era muy tarde para persuadirlo y hacer desvanecer la gran ventaja que el tiene.

Porque si paso tiempo con él, treinta días seguidos, lo mas probable es que caiga a sus pies.

(k.s.j) 30; TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora