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La familia Park volvía, como cada domingo, de la iglesia a su casa en una de los mejores fraccionamientos de la ciudad, eran una familia muy unida, caritativa, siempre ayudaban a los demás, el Señor Park siempre había sido un excelente padre, trabajador y viendo siempre por su familia, en tanto a la Señora Park se podría decir era la esposa perfecta, atenta, dulce y excelente cocinera, y unos padres tan buenos merecían a unos mejores hijos, Park Jimin y Park Jihyun eran siempre los primeros de la clase, excelentes en deportes y nunca renegaban nada que su padres le decían y obedecían sin rechistar, sí, eran la familia perfecta, o eso dicen los vecinos.

-¿Y ese auto?- dijo Jimin- No estaba cuando nos fuimos

-No sé, pero que auto, un Impala del 67, no se ve todos los días- habló esta vez el menor de los Park

-Y está obstruyendo nuestra entrada a la chochera- mencionó la Señora Park- Tal vez es del hijo de la Señora Min, en la mañana que salí a regar las flores ella también lo hizo y me conto que su hijo volvería hoy del extranjero

-Pensé que no tenían hijos los Min, bueno, también hace apenas dos años que se mudaron- dijo el mayor de los Park

-Lo sé cariño, pero bueno, si nos quedamos aquí más tiempo te acabaras por lo menos un litro de gasolina, Jimin, amor, ve con los Min y pide por favor si alguien puede mover ese auto

-Claro mamá

Jimin salió del auto y fue a donde la casa de sus vecinos, no es como que saliera mucho y hablara con los vecinos, pero hasta donde le quedaba claro los Min eran una pareja muy amable y extrovertida, a su madre no le agradaban mucho que dijéramos, y por tanto no dejaba que sus hijos socializara tanto con ellos, bueno no los dejaba socializar con nadie que ella no aprobara, en pocas palabras solo podían ser amigos de los jóvenes de la iglesia a la que iban.

Cuando llego a la puerta toco el timbre y al poco tiempo se escucharon pisadas, la puerta fue abierta revelando a un muy apuesto joven, no parecía tan alto, pálido, ojos gatunos, cabello de un rubio teñido que ciertamente le quedaba muy bien, y no se diga de esos pantalones ajustados y botas militares, llevaba una chaqueta que le quedaba grande y una camisa simple blanca debajo, y por alguna extraña razón a Jimin le pareció lindo.

Dios Jimin, ¿qué estas penando? Mamá dijo que pensar que un chico es lindo está mal

-¿Sucede algo?- Una voz gruesa lo hizo salir de sus pensamientos

-Oh, sí, ¿es de ustedes el Impala de allá? Es que está obstruyendo la entrada a nuestra cochera

-Ah, cierto, olvide moverlo, ya lo hago, voy por las llaves, lo siento por las inconveniencias

-Sí, está bien, gracias- dio media vuelta para volver al auto sin ver atrás, al llegar sus padres hablaban sobre el nuevo vecino mientras este ya encendía su auto para apartarlo del camino

-Dios mío, mira esas perforaciones, ¿Cómo siquiera su madre lo dejo hacer eso? Eso es para chicas- comentaba la Señora Park

-Pues si lo dejo teñirse el cabello, deben de controlar a ese joven, no los quiero ver hablándole

-Si ni salimos- Contesto Jihyun

-¡Park Jihyun, no vuelvas a contestarle a tu padre!

-Perdón mamá, no lo volveré a hacer

El auto quedo aparcado en la cochera y la familia ingreso a la casa, el resto del día siguió normal, a excepción que esta vez el mayor de los hermanos no dejaba de pensar en cierto chico rubio, sin saber que este mismo se preguntaba quién era aquel pelinegro de dulce voz.

One OpportunityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora