XII

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El camino se les hizo largo a Roger y Aenar. Pasaron por el castillo Antlers y luego por la ciudad de Salinas donde tuvieron un pequeño desaguisado con una banda de maleantes que trataron de robar sus caballos, luego llegaron a la Posada de la Encrucijada.

— Nos quedaremos una noche — Dijo Roger, entre bebida y bebida

Claro que se quedarían una noche. Hasta la fecha, no pasaron más de un día quietos en el mismo lugar y si pasaban por una ciudad trataban de estar menos tiempo y, por supuesto, habían obviado por completo el Camino Real y habían ido entre bosques, ríos y campos. Los guardias de las ciudades buscaban a un chico de pelo negro y ojos castaños que llevaba una espada de mango azul, robada de los salones de Desembarco del Rey. Aenar se preguntó si había sido la propia Cersei la que había mandado en su busca o si había sido Tywin Lannister, deseoso de tener una espada de acero Valyrio en su familia.

La tabernera les llevó algo de carne en salazón, pan, y un poco de cerveza.

— ¿Y esto?

Roger se encogió de hombros.

— Para celebrar que nuestro destino está próximo.

, la posadera se les acercó.

— Si es tan amable, buen señor.

Roger le entregó dos venados de plata pero entonces detuvo a la posadera.

— Decidme, buena dama ¿Qué se rumorea?

— ¡¿Cómo que qué se rumorea, señor?! ¡¿No lo sabéis?!

Roger dirigió una mirada a Aenar.

— ¿Saber qué, dulce dama?

— Lord Eddard Stark ha muerto.

La noticia golpeó a Aenar con fuerza, el chico trató de no hacer ninguna mueca pero no pudo evitar que la melancolía abatiese su rostro. Lord Eddard, su tío, le había criado y le había enseñado los valores de un señor y ahora yacía frío en cualquier zanja con su cabeza empalada en cualquier pica de la Fortaleza Roja.

— Su hijo, el joven Robb, avanza con sus ejércitos la sur.

— ¡¿Robb Stark?!

miró al joven muchacho frente a ella y asintió.

— ¿Os ocurre algo, joven? ¿Queréis...?

— No, estoy bien, señora.

— El joven lobo se ha nombrado...Rey en el Norte. Al igual que Renly Baratheon, su hermano Stannis. Cuatro reyes.

Roger despachó a la mujer, dándole una moneda de cobre.

— ¿Qué te pasa, chico?

Aenar le dirigió una mirada oscura.

— Nos vamos.

— ¿Qué?

— Quiero volver a casa, ahora ¡Llevadme al Nido!

Roger hizo una mueca y miró alrededor. Al fondo de la posada le observaban un grupo de hombres. El hombre bebió mientras observaba si llevaban alguna enseña de las tierras del Occidente. Marbrand.

— Sí, ensillamos los caballos y nos vamos volando. Esos nos miran muchos, mejor que no sospechen.

Cogieron las armas y salieron de la posa. Ensillaron los caballos y salieron al galope.

Recorrieron el Camino Alto y cuando los montes, simas, riscos y rocas empezaron a aparecer Roger se bajó del caballo. Una estatua destrozada les miraba con gesto frío.

As High As HonorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora