Un mes después de la llegada de Myna Tyrell al Valle la Puerta de la Sangre se volvió a abrir, dejando pasar bajo sus parapetos de hierro y piedra una gran columna de estandartes de distintos colores, todos provenientes de todas partes del Dominio. Por el oriente también iban llegando los señores del Valle a lomo de grandes corceles y seguidos de miles de caballeros. Aenar lo contemplaba todo desde su torre en las Puerta de la Luna. Su padre le contó una vez que en Valle había más caballeros que en el resto de Poniente.
Era el día de su boda ¿Debería estar contento? ¿Entusiasmado, o nervioso? Ni idea, no quería saberlo. No le importaba. En ese momento mantenía un concienzudo diálogo consigo mismo mientras algunos sirvientes terminaban de atar los cordones de su traje de novio. Era el típico traje del Valle, pero de la mejor seda y con los colores de su casa, obviamente. El jubón era del más puro color azul que su madre pudo mandar a traer desde Myr, tenía bordado el emblema de los Arryn con hilos argénteos. Los pantalones y el faldellín eran blancos, al igual que la capa partida en dos, que era de un color lívido con cientos de halcones hilados en plata, con las alas extendidas y volando sobre una luna.
Su madre le había besado el rostro medio millón de veces esa mañana diciéndole lo guapo que estaba. Aenar la abrazó, regocijado de hacer algo que hiciese feliz a su madre. Era obvio que Myna no le caía bien pero al menos no había vuelto a sufrir otro ataque de nervios, como Robin, que estaba cada vez más tranquilo y cada vez necesitaba menores dosis de vino del sueño ya que Aenar había prohibido al maestre que su hermano tomase leche de la amapola y, sobre todo, sueñodulce. Sabía los nefastos resultados que esos sedantes.
—Mi señor —Dijo uno de los sirvientes, entrando a la pequeña habitación —El maestre Colemon desea veros.
—Hacedle pasar. Marchaos, haced que lord Robin esté preparado.
Los sirvientes obedecieron.
Colemon entró con una sonrisa y vestido tan humildemente como siempre.
—Que noble os...
—A ser posible me gustaría que nos saltásemos los halagos, maestre.
El anciano sonrió.
—Se hará justo antes del encamamiento. Mientras os cambiáis.
Aenar asintió y salió de la estancia, dejando allí al maestre.
En el patio del castillo los señores charlaban entre ellos y hablaban con alegría de la ceremonia. El señor no quería gastar en demasía pero la familia de lady Myna insistió y por eso se celebraron banquetes, justas, se había invitado a juglares y el pueblo llano tenía barra libre a una serie de manjares costeados, como no, por lady Myna y lord Aenar que habían pagado con el oro de los Tyrell.
Sí, todos disfrutaban, todos menos Olenna Redwyne que mataba con la mirada a los señores allí presentes, tan escandalosos. Había ido allí con su hijo y sus nietos mayores, Margaery y Loras seguían en Desembarco. En ese instante su nieta era la prometida del Rey tras ganar en el Aguasnegras lo cual había plantado los cimientos de un necesario acercamiento al Valle por parte del Trono de Hierro. Cuando terminase allí, cuando Olenna ayudase a una de sus nietas, tendría que ir a esa montaña de mierda a ayudar a la otra. Suponía que Joffrey sería más difícil que el joven Arryn.
—Me duelen las rodillas, Izquierdo. Llévame al interior del Septo.
Su guardaespaldas le ofreció el brazo y, seguido de su mellizo, llevó a Olenna a donde demandó.
El Septo de las Puertas de la Luna era una gigantesca caverna bajo Lanza del Gigante. El techo tendría cuarenta varas de alto y las paredes estaban cinceladas maravillosamente, al igual que el techo, que mostraba bajorrelieves de las batallas de los Arryn y a ellos, los señores del Valle, junto a los dioses. Había tapices y vidrieras que mostraban la luz del día mediante una serie de túneles que se cavaron alrededor de la montaña. Era obvio que los Arryn intentaron tener ahí un castillo más bello y amplio que ese de allí arriba. El Nido de Águilas era una fortaleza inexpugnable pero las Puertas de la Luna era un pequeño paraíso, con sus sitios mágicos y bonitos, aunque pequeños, jardines, llenos de fuentes.
ESTÁS LEYENDO
As High As Honor
FanficEl destino de Aenar era la grandeza, era hijo de uno de los hombres más poderosos de los Siete Reinos y el descendiente de una de las familias de sangre ándala más pura, pero él no sabía la verdad, la verdad sobre su nacimiento y del por qué de su...