Capítulo 4: Happy!

535 20 2
                                    

"Happy!"

Estábamos las dos, con mi madre caminando por la calle y tranquilamente charlando, pero de pronto todo lo que nos rodeaba se tornó negro. Yo no entendía nada de lo que estaba pasando, me estaba asustando mucho y creo que se notaba en mi afligida expresión. De la nada habíamos aparecido en bosque, rodeadas de imponentes pinos que no nos dejaban ver nada a lo lejos, estaba algo oscuro porque era de noche y todo se encontraba nuboso. Me giro para hablar con mi madre, sin embargo esta desaparece.

― ¡Mamá! ¡Mamá! ¿Dónde estás? ―nadie me responde. Estoy sola. Nada tenía sentido. Me estaba comenzando a estresar. Quería salir de aquí y encontrar a mi madre. Esta sotuación, me estaba desesperando. ¿Qué haré ahora?

Comencé a caminar mirando a todas partes pero no estaba por ninguna parte. Seguí de esta forma hasta que a lo lejos veo un cuerpo tendido en el suelo. Traté de fijarme mejor.

No puede ser...

― ¡Mamá!

Corrí hasta aquel cuerpo que ciertamente resultaba ser el de mi madre. Le di la vuelta y pude ver una mancha roja en su blusa. Estaba herida. ¿Y ahora qué hago? Piensa Megan y deja de hiperventilar que eso no te ayudará en nada. Tomo su pulso y no lo siento. No, no, no. No puede haberle pasado eso. Acerqué mi cara a su nariz y noté que no respiraba. Mi mamá, ella había muerto. Me quedé en la misma posición estática. No puede ser real. ¡Esto no puede ser real!

De repente me desperté sudando, con la respiración y mi corazón muy acelerados, sin necesidad de que sonara mi despertador. Había tenido una pesadilla con mi madre. Aunque fue solo eso, una pesadilla, fue demasiado real. Me pareció extraño en un principio, pero había leído en una página que si sueñas que una persona muere, le das más vida a esa persona, lo cual hizo que me tranquilice un poco y respirara.

Era muy temprano. Menos mal que logré despertarme. Nunca había tenido una pesadilla así de fuerte y verídica. Podría haber pensado que era real si no hubiese algunos momentos extraños.

Estuve sentada al borde de mi cama, calmando mi respiración hasta que por fin pude levantarme, ya más tranquila. Fui al baño y me di un relajante baño, ya que era bastante temprano, más de lo normal, y tenía mucho tiempo.

Era bastante relajante tomar aquellos baños y realmente lo necesitaba, al menos después de tener esa horrible pesadilla. Solo quería relajarme un poco.

Apenas salí del baño seleccioné la ropa que me pondría hoy y me maquillé. Luego de hacerlo, bajé a la cocina, donde se encontraba mi nana Ángela. Ella es una gran mujer de unos sesenta años que me cuidó desde siempre, la amaba mucho. Sin embargo mañana iba a ser su último día de trabajo, ya que se jubilaba. Eso me pone muy triste porque no la veré tan seguido. Aunque cuando lo necesite la podré visitar, al menos eso me dijo ella.

― Buenos días dulzura ―me saludó Nana.

― Buenos días Nana ―apenas entré un delicioso aroma chocó con mis fosas nasales―. Mm... Qué delicioso huele, ¿es mi desayuno? ―lo dije con una sonrisa traviesa, ya que sabía la obvia respuesta.

― Yo sé lo que te gusta ―dijo esto besándome la cabeza, ya que ya estaba sentada en la mesa, y poniendo un plato de waffles y mi té de piña. Olía delicioso y desapareció rápido, en un abrir y cerrar de ojos, terminando en mi estómago.

― ¡Gracias Nana! Mm... ¡Me encantó ―dije esto besando su mejilla y tocando mi satisfecho y bastante hinchado estómago.

― De nada mi niña. Te me cuidas en el colegio y que te vaya muy bien.

― Gracias Nana.

Mi padre bajó y me saludó.

― Hola hija.

Rompiendo los esquemas (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora