La novia de Frankestein (Hannigram) [TERMINADA]

12. First Wish (Primer Deseo)

Al despertar, Will pudo observar a su lado la masa de carne y piel que lo había protegido del frío durante la noche. Dormía y parecía un ángel, no el demonio que realmente era.
Su boca cerrada pero con esos labios pronunciados que siempre le retaban a besarlos, con su cabello castaño grisáceo alborotado sobre su frente con destellos de haber sido peinado a gel, esas manos descansando sobre la almohada al lado de su rostro con las alguna vez lo tocó, con esos brazos fuertes donde siempre se sintió seguro. Empatizaba con él a pesar de todo y le dolía tanto a la vez.

-¿Will?- la voz ronca y dulce de Hannibal quitó al menor de sus pensamientos.

-Aquí estoy.- respondió.

-¿Otra vez describiendome mientras duermo?- Preguntó Hannibal con una sonrisa pícara.

-Ups, me atrapaste.- Bromeó el agente y sonrió.

Will estaba despeinado, con esos rizos desordenados tapando su frente y parte de un ojo, con barba de dos días y su cuerpo levemente sudado. Una obra de arte a ojos del mayor.
La mano de Hannibal se deslizó serpenteante por las sábanas hasta llegar al hombro de Will, jugueteó con su dedo por éste sintiendo la piel del tocado erizarse.

-¿Cuál es el primero?- Preguntó Hannibal acompañando a Will para acostarlo en su pecho. La mirada de Will se perdía en el pecho del mayor que subía y bajaba generandole paz.

-Los cuerpos.- respondió hundiendo más su cabeza en el pecho ajeno.

Esa tarde, luego de desayunar y almorzar, Hannibal había decidido deshacerse de los cuerpos de los Barnes. Abigail y sus padres estaban pálidos y con labios morados, cubiertos de hielo.
Primero tomó a la mujer en brazos y la recostó en la parte trasera de la camioneta, luego al hombre y, por último, a Abby entre sus padres. Cubrió los cuerpo con una lona que aferró a los bordes de la camioneta.
Will traía una caja y ramos de flores.

El viaje fue silencioso, ameno aunque no quitaba los nervios de Will. Sabía que esto era necesario para él y para su mente. Ya no tendría pesadillas ni se preocuparía por Abby, por fin.

La camioneta se detuvo dando por finalizado el viaje. Ambos hombres bajaron del coche.

-Está bien, Will.- Dijo Hannibal dedicándole una tierna sonrisa a Will.

-Ahora sí.- respondió él comenzando a quitar la lona para destapar los cuerpos que ya se habían descongelado un poco.

Hannibal tomó al padre de Abby y lo cargó al hombro para sentarlo a un lado de la camioneta. Will arrastraba los cuerpos más cerca de la puerta trasera para bajarlos con mayor facilidad y cargó a la mujer en brazos para posicionarla al lado del difunto marido. Hannibal tomó a Abby en brazos pero Will se la negó, quería llevarla él como un recuerdo de su crimen.
La acomodó al lado de su madre, apoyándola contra ésta.

La pala se incrustó en la tierra una y otra vez, creando un pozo lo suficientemente profundo para que quepan tres personas al lado. La noche caía y recién habían terminado de cavar la profundidad correcta. Hannibal subió y ayudó a Will a salir del pozo.
Los altos árboles del bosque eran sus únicos testigos de cómo aquella pareja había trabajado duro por enterrar el pasado. El merecido descanso había terminado y ya era hora de regresar a casa.
Tomaron uno a uno los cuerpos y los acomodaron por perfecta estreches y vestimenta, que parecía un velorio a cajón abierto.
El padre llevaba un traje negro y peinado hacia atrás. Abby llevaba un vestido morado y su cabello atado. La madre llevaba un vestido blanco con perlas y su cabello recogido.
Hannibal guardó esa imagen en su mente como la familia perfecta que ahora eran.
Todos los miembros de la familia estaban tomados de la mano y con una rosa en su pecho cuando la tierra comenzó a precipitarse cual lluvia sobre ellos hasta taparlos por completo.