9. Kill, Cook, Eat. (Mata, Cocina, Come.)

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La confesión de Will había sorprendido de sobre manera al doctor, quien jamás hubiese esperado escuchar algo así de la boca del rizado. Lo miró intentando deducir si sus palabras eran verdaderas o sólo estaba siendo sarcástico pero no, él no mentía, sólo se veía enojado de tener que admitir que tuvo sueños extraños con un criminal caníbal.

-¿Qué te parece si hoy paseamos a tus cachorros?- Propuso Hannibal, en un intento por distraer a Will, viendo como Winston, el más mimoso de todos, se acercaba a la puerta del cuarto y lo observaba.

-Has llamado al diablo.- Bromeó Will escuchando como olfateaba Winston. Hasta al canino se le hacía extraño tener el aroma de Hannibal por más de cuatro horas.

Ambos se quitaron la sábana de encima y se sentaron en la cama para colocarse ropa y zapatos y así dirigirse al baño, lavarse cara y dientes y salir de paseo por el campo.
Hannibal se posó detrás de Will para lavarse los dientes al mismo tiempo y que ninguno tenga que esperar al otro.
Will miró su reflejo y sintió una inmensidad de emociones. Una sonrisa se dibujó en su cara y, poco a poco, cambió a un rostro serio que Hannibal pudo notar.

Will se colocó su gabardina y tomó una bolsita con galletas para perros que guardó en su bolsillo.

-Bien, ¿Quién está listo para salir?- Dijo Will mirando a todos sus perros que estaban sentados frente a él mostrándole mucha atención. Algunos hasta movían sus colas en señal de excitación por salir a pasear con su dueño. Hannibal iba vestido como normalmente estaba, elegante y formal.
Will abrió la puerta del hogar y dejó salir a todos que, con gran felicidad y desesperación, comenzaron a correr en distintas direcciones y volvían al punto de partida a esperar a Will.

Hannibal, desde detrás de Will, sorprendió a todas las mascotas con una pequeña pelota roja que lanzó. Enseguida, todos los caninos se dieron a la tarea de perseguir y encontrar la pelota para regresar al origen. Will volteó sorprendido por aquel acto ya que creía que Hannibal no tenía sentido de la diversión, al menos diversión sana.

-¿Hace cuánto que has decido esto de rescatar perros?- Preguntó Hannibal caminando a la par de Will.

-Sinceramente no recuerdo, pero he empezado a traerlos al año de mudarme aquí.- Contestó el agente sin mirar a su compañero.

-Tienes un alma muy noble.-Comentó Hannibal con una sonrisa. Will sólo le dio una breve mirada inexpresiva.-¿Por eso mismo quieres ser padre de Abigail?- La pregunta detuvo la caminata de Will que se quedó estático mirando el suelo.

-Ella no es un perro que yo rescate, ella me salvó a mi. Se lo debo, Hannibal.- Contestó luego de unos segundos con una voz suave y casi quebrada.-La miro y veo a Abigail... desangrándose sin que yo pueda hacer nada.

-¿Crees lograrlo esta vez?- Preguntó Hannibal apoyando una de sus manos en el hombro de Will.

-¿Lograr qué?

-Salvarla-Contestó.- y conformar, por fin, tu familia deseada.

-Eso espero.- Dijo Will comenzando a caminar tras sus mascotas.

 Luego de casi dos horas de paseos y juegos, la pareja y las mascotas, decidieron volver a casa. Ya estaba atardeciendo y sería mejor volver y ambientar el hogar con la chimenea antes de la noche. Al ingresar al hogar, habían entrado todos y cada uno de los caninos pero faltaba uno, el último rescatado por Will.

-¿Will?- Llamó con confusión Hannibal.

-¿Qué?- Contestó él sin darle importancia sentándose en su sofá.

-Creo que Winston no ha vuelto.- Dijo Hannibal acercándose a la puerta de entrada para observar a lo lejos si el animal se encontraba. Will se volteó enseguida y se puso de pie para seguir a Hannibal.

La novia de Frankestein (Hannigram) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora