4. Tee oder Kaffee? (¿Té o Café?)

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Hannibal se hizo presente en la sala con una bandeja con dos cafés y un té de hierbas junto a un plato de galletas con chispas de chocolate que él mismo había preparado. Acomodó las tazas frente a sus respectivos dueños y se acomodó en su sofá. Abigail tomó su taza de té y dio un sorbo; jamás había probado un té tan delicioso como ese. Will la imitó con su café.

-¿Y bien? ¿Qué los trae a Munich?- Preguntó Hannibal haciéndose el desentendido.

-Buscamos a un asesino escurridizo, limpio y elegante. ¿Conoces a alguien con esa descripción?- Dijo la joven mirando con atención al mayor.

-Quizás Will pueda contestarte eso.- Contestó Hannibal con una leve sonrisa en sus labios.

Will sólo alzó la vista al escuchar su nombre y el tema de conversación, apuntando directamente al doctor Lecter y luego a Abigail que miraba a ambos hombres. Will abrió la boca pero no salió voz alguna de sus cuerdas vocales. Se negó a declarar.

La tarde pasó velozmente entre conversaciones de la joven con Hannibal y Will con ella sobre su futuro, sus ganas de dedicarse a lo que Will se dedicaba. Todo marchaba a la perfección.

-Will, ¿Te gustaría ayudarme con la cena?- Preguntó Hannibal mirando con una sonrisa ladina a su viejo amigo. Por su lado, Will sintió como sus vellos se erizaban y sus sentidos se agudizaban. Cenar con Hannibal significaba una sola cosa y no se creía preparado para eso.

-¿Debemos hacer las compras primero?- Preguntó Will levantándose de su asiento.

-Así es. Mientras compramos, Abigail podría cortar zanahorias y cebolla, ¿no?- Contestó Hannibal mirando a Abigail con una mirada obligatoria para un 'Si'.

-De hecho, estaría complacida de ser parte de su cocina, Dr. Lecter.- La sonrisa de la joven desató un poco aquel extraño enojo que Hannibal tenía por ella. Hobbs se presentó frente a él nuevamente para advertirle de que no cometa dos veces el mismo error o perdería a Will.

Ambos hombres se pusieron en marcha a hacer dichas compras mientras Abigail picaba cebollas y ají y cortaba en rodajas la zanahoria.
A la hora, Hannibal y Will volvieron con una bolsa de papel en la mano  y un vino en la otra. La felicidad se reflejaba en el rostro del mayor pero, en la del menor, un leve rubor y un rostro bastante perturbado, dejaba mucho a la imaginación de Abigail que, con gran sutileza, preguntó al respecto.

-¿Qué te ocurre, Will? ¿Tienes fiebre?- Preguntó la joven acercándose y apoyando su contra palma contra las mejillas del nombrado.

-Estoy bien.- Contestó alejando el rostro de la mano ajena y escapando hacia la cocina.

Hannibal ya se encontraba allí colocándose su mandil para cortar la carne sin ensuciar su ropa. Will se apresuró a acercarse hacia él y se colocó uno exactamente igual.

-¿Puedo cocinar contigo o me cortarás la mano?- Preguntó en broma con su rostro serio.

-Claro que puedes, Will. Siempre serás bienvenido a mi cocina.- Contestó Hannibal con una sonrisa ofreciéndole un cuchillo.

La mirada del rizado se encontró con la del mayor, una muy intensa comunicación provenían de aquellos ojos verdes que penetraban la miel de los ojos de Hannibal.
La sangre manchando sus atuendos de plástico transparente, los gritos ahogándose contra la tierra, las uñas rasgando todo lo que alcanzaban y, por último, la gloriosa y deliciosa muerte.
Hannibal comenzó a cortar la carne en rodajas gruesas y las cocinó mientras Will comenzó a hacer una salsa agridulce para acompañar.
Sin saber cómo, el ambiente pasó de tensión a paz, y ya, Will y Hannibal, se encontraban riendo y bromeando acerca de su pasado bajo la mirada atenta y divertida de Abigail.

La mesa estaba servida, el vino en cada copa indicaba el comienzo de la cena y Hannibal se anunciaba parado en la punta de la mesa con su copa en alto.

-Brindo por el reencuentro.-Dijo el mayor.

-Por la familia.- Dijo la joven levantando su copa.

-Por Abigail y Hannibal.- Finalizó Will un poco temeroso de qué decir.

Hannibal bebió un sorbo del vino y prosiguió a servir la carne, las verduras y bañar delicadamente la carne con la salsa agridulce. La joven fue la primera en probar bocado  y deleitarse con el excelente y sabroso sabor de ésta. 

-Creí que los humanos no gustábamos tan bien.- Comentó con una sonrisa mirando su carne y cortando otro trozo.

Will sintió un nudo en su estómago al escuchar aquellas palabras. ¿Abigail aceptaba el canibalismo? o peor, ¿Aceptaba que ellos mataran personas y se las comiera?

Will realmente no quería eso pero era arrastrado por la empatía que sentía hacia Lecter, la amistad se lo exigía o, tal vez, sólo era él queriendo impresionar a Hannibal para que no lo mate.

-Me alegra que te guste nuestra comida, Abigail.- Contestó Hannibal.- Es nuestra primer comida juntos.

No volvieron a hablar hasta haber terminado su plato. Hannibal se levantó de la mesa y llevó los platos y cubiertos a la cocina, seguido de un fiel Will que lavó lo usado. 

Hannibal había preparado flan casero con caramelo, crema y dulce de leche. Una vez preparados los platos, Hannibal se acercó a Will, que aún lavaba las copas y lo arrinconó. Las piernas de Will temblaron ante semejante presencia pero apoyó sus manos brevemente sobre la mesa de la cocina para erguirse y no darlo a notar frente a su compañero. 

-Veo que usas la misma colonia.- Comentó Hannibal muy cerca del cuello del rizado.

-¿Acaso me has olido? Sabes que aún me sigue pareciendo extraño que hagas eso, Hannibal.- Contestó Will cerrando el grifo del agua y volteándose sobre su eje.

-Es inevitable.-Contestó acercándose aún más a Will, tanto que él podía sentir la respiración sobre su rostro.

-Hannibal... Por favor.-Balbuceó Will sintiendo que perdía el control. ¿Cómo es que aquel hombre le provocaba aquello a su sistema?

-Will, deberías...- Intentó contestarle Hannibal pero fue interrumpido por la muchacha que entró a la cocina.

-Oh, disculpen... creí que no estarían ocupados.-Comentó volviendo sobre sus pasos la joven, sintiéndose apenada por haber destruido semejante momento.

Hannibal se separó de Will y tomó los platos con el postre, Will se separó de la mesa de la cocina y se puso en marcha en llevar la crema y el dulce de leche. Abigail sólo se limitó a seguir a ambos hombres hacia la mesa.

-Espero que les guste este postre, lo preparé creyendo que no tendría visitas.-Comentó con una sonrisa mientras asentía para que ambos invitados comieran.

-Es delicioso, Hannibal.-Comentó Will degustando el postre.

-Concuerdo con Will, realmente está delicioso.- Finalizó la muchacha sin dejar de comer.

Una vez terminaron el postre, Abigail se disponía a volver al hotel que habían pagado con Will mientras él se ponía su abrigo para marcharse con la joven. Mañana sería otro día y lo que importaba era que ya habían encontrado a Hannibal y sabían dónde vivía.

-Hasta mañana, señor Lecter.- Saludó Abigail.

-Hasta mañana, Abigail.- Contestó el mayor viendo salir a la joven hacia el exterior del hogar.

-Adiós, Hannibal.- Saludó Will intentando seguir a la muchacha pero fue detenido por un agarre suave a su brazo que lo hizo voltear. Pero al hacerlo, la sorpresa sería tan fuerte que no sabría cómo reaccionar.

-Adiós no, Will. Hasta mañana.- Dijo Hannibal luego de plantar un suave beso sobre los labios del rizado que, sin mediar palabras, se marchó del hogar resintiendo, todo el camino a casa, los labios de Hannibal sobre los suyos. Se durmió pensando en aquel momento y en cómo le hubiese gustado haber reaccionado y no irse como lo hizo.

La novia de Frankestein (Hannigram) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora