XXVI

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Fuimos como los rayos del sol que se alza en verano,
ardíamos cuando nos mirábamos, cuando nos amábamos; cuando nos queríamos estábamos en llamas.
Eras fuego y yo ardía junto contigo
Quienes nos veían ardían con nosotros.
Éramos el incendio perfecto imposible de apagar.

Sin embargo una mañana el incendio que formaban nuestros cuerpos juntos se desvaneció...
Dejaste de quererme, escucharme y hablarme, ya no me mirabas, tu color perdio lucidez y dejaste de brillar. Mi vida se apagó sin tu color.
Te observé y ya no eras como los rayos del sol, eras marrón, no ese cálido y precioso marrón como el café de mis mañanas, sino viscoso como  lodo.

Nos convertimos en azul, del melancólico de las gotas saladas que recorrian mis mejillas cuando los recuerdos me invadían durante la noche del invierno en tus caricias.
Éramos estrellas ardientes, ahora solo quedaba un inmenso mar de aflicción sin ti.

Mataste el color, arruinaste la obra de arte de mis días, quebraste los pinceles y te fuiste.

Fuimos gris como la niebla de mis pensamientos, como el vacío de tu ausencia.
No habían matices, ya no nos pertenecían.

Fuimos arte y color
Fuimos llamas y calor

Pero mataste el color y quebraste los pinceles.
La obra de arte de mis días terminó. El fuego se apagó . Nuestro amor se murió.

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