Capítulo 10:

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Tenía un inmenso dolor de cabeza cuando traté de levantarme, pero noté un leve balanceo que hizo sentir un mareo, estaba en un barco. Cerré los ojos durante unos segundos, tratando de hacer memoria, entonces me palpé el antebrazo izquierdo, ahora estaba vendado y apenas me dolía.

 Volví a intentar salir de aquel camarote, que era un cubículo con puerta y una litera. Por suerte estaba en la de abajo, me costó un buen rato mantenerme en pie y más caminar sin chocarme contra las paredes. El barco parecía grande pues al atravesar el pasillo conté tres puertas más aparte de la mía, al fondo había una sala más abierta que hacía la función de cocina, salón y comedor.

Subí las escaleras, y en un instante como si mi cuerpo hubiese olvidado todo el entrenamiento anterior me asaltaron unas arcadas que no pude contener, corrí por la cubierta hasta llegar a un cubo pero mi estómago estaba tan vacío que no quería desaprovechar ni los pocos líquidos que me quedaban.

- Por dios larguilucha no tienes remedio- La voz de James sonó a mis espaldas.

Me puse en pie, estaba sentado en una mesa, junto con Maiko y María que tenía vendadas una mano y parte de una pierna. Alguien más subió a cubierta, al principio no supe quien era, tenía un pelo rubio rizado recogido en una cola alta, sus ojos estaban enmarcados por una gafas, aunque las grapas que sostenían varios puntos en su frente y su labio partidos lo delataron: debía ser Tilo, pero era una persona completamente diferente a la que había visto la noche anterior. En sus manos llevaba una bandeja con refrescos y bocadillos, al verme sonrió mientras decía:

- ¡Anda! La pequeña Clarisse- Dejó la bandeja encima de la mesa- Come algo, estás muy delgada.

- Siempre he sido así- Me encogí de hombros y cogiendo una lata me senté a su lado.

 Él se rió con una voz suave:

- Bueno no tienes por qué avergonzarte de tu constitución. Yo le sonreí, y mientras intentaba contener mis arcadas caí en la cuenta de que a Dan lo habían herido por mi culpa.

 Estaba parada frente al único camarote en el que aún no había mirado, tenía mucho miedo de que no se encontrase bien, de que me culpase por lo sucedido- Porque era mi culpa- El miedo pudo conmigo y mientras subía de nuevo a la superficie pude escuchar:

- Dejémonos de charlas y haz me el favor de explicarme por qué no tenemos ni una gota de gasolinaen el depósito- James sonaba muy enfadado.

- Pues veras... Lo perdí en una apuesta, pero recuperé el barco.

 Maiko suspiró decepcionada y se frotó las sienes, la reacción de James fue, sin embargo, más explosiva. Golpeó los puños contra la mesa y yo di un brinco del susto, pero permanecí impasible, el tiempo que pude.

- ¡¿Y me puedes explicar como diablos salimos nosotros de aquí ?!

- Lo siento de veras James...

- Ya claro ahora lo sientes, pero cuando te jugabas mi barco a las cartas no lo sentías. ¿No?- Se levantó de la silla y saltó directamente de la cubierta al muelle donde se encontraba amarrado el barco y se fue.

 María bajó por las escaleras en silencio y yo sin pensar en la distancia o en la caída, salté tras James.

El estar en tierra firme me sentó la mar de bien, bueno caí de rodillas dejándolas raspadas y un poco ensangrentadas. Lo seguí, sin decir nada, pero algo teníamos que hacer...

- El Nautilos es nuestra casa...- Murmuró al cabo de unos minutos caminando por el muelle.

- Algo tendremos que hacer por llenar el depósito, como trabajar.

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