Capítulo 11:

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Tras unas duras jornadas de trabajo y con buena educación, nuestros jefes nos pagaron lo acordado. Ese día, regresé tan rápido como pude, cuando salí al pasillo vi asomar la cabeza de Tilo desde la cocina:

-¿Te apetece merendar?- Sus heridas habían sanado bien.

- ¿Tan tarde es?- Le sonreí, no tanto como mi brazo que seguía vendado y cicatrizando a un ritmo lento.

Subí a la cubierta sentados a la sombra estaban James, Maiko y María. Acababan de volver de comprar todo lo necesario para irnos. Estaban hablando sobre el lugar donde se encontraba Briam.

- Está bajo el mar, solo tiene un pasadizo que le conecta con la ciudad.

James seguía moviendo varios planos del lugar. Tilo se sentó a su lado mientras decía:

- No son muy exactos, desde fuera no se ve muy bien.- Has hecho lo mejor que podías- Le consoló María.

Maiko se levantó mirando al cielo y tras un suspiro me dijo en voz baja:

- Como echo de menos el sol- Los albinos podían sufrir quemaduras por la exposición directa a los rayos del sol, ya que su melanina era "defectuosa" por decirlo de alguna manera.

- ¿No hay rastro de mi tuerca?- Le pregunté.

- ¿De tu arma de matar?- Ambas nos echamos a reír.

Tras unas horas en cubierta viendo el sol desaparecer en el horizonte me armé de valor y bajé a los camarotes, frente a la misma puerta que hacía unas semanas, esta vez dispuesta a abrirla.

Minutos después decidí entrar: lo encontré dormido en una de las literas. Suspiré aliviada al ver que su estado no era grave, se había recuperado bien y conservaba su pelo alborotado, di unos pasos hacia el interior del cuarto. Me acerqué a él, con el mayor de los cuidados y tratando de no despertarlo le aparté un mechón rizado de la frente. Salí en silencio.

En cubierta James cuchicheaba a lo lejos con Tilo, entonces el rubio saltó al agua. María y Maiko se levantaron y se apresuraron a bajar del barco. Traté de seguirlas, pero James se interpuso en mi camino.

- Tú te quedas- Me dijo muy serio. Sus ojos azules quedaban oscuros comparados con el brillo del anillo amarillo que enmarcaba su iris.

- Ni hablar- ¡Me pensaba dejar aquí!

- Cuida de Dan, Clair- ¿Clair? Ni si quiera se sabía mi nombre.

- ¿Quien es "Clair"?- Le respondí aún más enfadada.

James me ignoró por completo, cogió mi mano y en ella dejó caer la tuerca con una fina cadena de plata, y como si hubiese salido de un trance sacudiendo la cabeza añadió:

- Volveré larguilucha- Sonrió torpemente y echó a correr por el muelle.

Los vi alejarse mientras el cielo comenzaba a oscurecerse lentamente, sentía un nudo en el estomago. Aquellas personas con las que había convivido... Les había cogido cariño y se acababan de marchar a una muerte que parecía segura.

- ¡Clarisse! ¡Deja de dar vueltas!- Me dijo Dan sentado.

El barco se balanceaba levemente, miraba las aguas negras que se extendían bajo mis pies, en ellas se reflejaban la ciudad. Una bocanada de aire hizo que apretase con más fuerza la tuerca que llevaba colgada al cuello y cerrase un poco más la chaqueta negra. Dan me miraba con curiosidad, aún en penumbra podía apreciar sus cicatrices.

-¿Por qué está bajo el puerto?- Pregunté rompiendo el silencio- La central, me refiero.

- Esto es una ciudad en pleno desarrollo, los túneles de metro están en expansión, no pueden toparse con una prisión secreta del gobierno, así de casualidad- Me contestó entre risas, yo me reí con él, pero aún así un presentimiento me hacía sentirme inquieta.

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