Capitulo 10: Reverenda estúpida (MARATÓN)

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Tenía que encontrar a los cazadores y distraerlos, para alejarlos de la manada a como diera lugar a un si el precio por alejarlos de aquí era mi vida. Scott y yo planeamos sacarlos del territorio que era bastante extenso, o si no, darles un susto de muerte para que no volvieran a pararse aquí de nuevo.

Después de unos 15 minutos de búsqueda por fin los encontré, estaban alrededor de una hoguera, comiendo y charlando, me acerque un poco más para poder escuchar con claridad lo que estaban discutiendo, sabía que no me podía ver por mi perfecto camuflaje negro.

-Mañana al amanecer empezaremos la búsqueda- dijo el hombre de ojos grises, que se encontraba con Scott el día que nos marchamos.

-Excelente- esa voz era más que reconocible para mí –espesaremos al alba y nos separaremos para salir en su búsqueda, iremos a las montañas- dijo Scott, las montañas los mantendrían lo suficientemente alejados de la manada –bueno todos a sus tiendas, mañana necesitaran todas su fuerzas para exterminar a esos lobos- cuando todos se fueron a descansar, Scott se alejó un del circulo de tiendas, y me llamo.

-Princesa, princesa- me llamaba y poco a poco me hice visible –aquí estas.

Extendió su mano para acariciar mi cabeza, y yo la incline para que alcanzara mejor, amaba su tacto –escucha, mañana en la mañana los voy a llevar a las montañas para alegarlos lo más posible de la madriguera. Mientras tu abras de distraerlos, yo voy a seguirte de cerca para asegurarme de que no te ocurra nada.

- Te amo.

–Yo también te amo- fue como si me hubiera leído el pensamiento, pero lo más probable es que se notara en mis ojos –bueno ya me tengo que ir, antes de que alguien despierte- dio media vuelta y se marchó estuve tentada a seguirlo solo para que no quitara su mano, pero yo me tenía que quedar toda la noche para vigilar que no se les ocurriera la brillante idea de adelantar o cambiar algo. Así que me recosté en medio de unos arbustos que me ocultaban perfectamente.

Pasaron varias horas y no había ningún movimiento que fuera sospechoso. Poco a poco el sueño me fue atrapando.

....

Estaba de nuevo en la laguna y David estaba a unos pocos metros enfrente de mí, estaba arrodillado en el pasto con la cabeza de una chica en su regazo, -todo fue mi culpa, no debía haberte dejado sola- sollozaba.

¿Pero quien era esa chica, nunca la había visto antes? Me acerque para contemplar más cerca la escena.

–David ¿estás bien?- no giro ni siquiera se sobresaltó cuando le hable – ¡David!- el toque su hombro pero nada paso. La chica que sostenía en su regazo era hermosa, tez blanca, cabello negro y ojos esmeraldas.

–Shh, esto no fue tu culpa- tenía unas marcas de lo que parecían garras de lobo en el corazón.

–Claro que fue mi culpa- insistía el –no debí haber confiado en Max.

Max era un omega que fue expulsado hace unos años, después de la muerte de David por haber matado a una humana a sangre fría, ahora se rumoraba que había empezado una manada al sur de Nuevo México.

–Te amo David- dijo en apenas en un susurro –y nunca olvides eso-

David se inclinó y le dio un beso en los labios, cuando levanta la cabeza la chica ya no se movía ni respiraba -¡no por favor Alexa!- gritaba mientras sacudía al pobra cuerpo de la chica sin vida –te amo y te amare hasta que me muera y después de ir a otro lado donde seguro tu estarás también te amare, te lo prometo- agarro un navaja que tenía en bolsillo y la paso por su mano, sellando su promesa con un juramento de sangre.

...

El sol se filtraba por mis parpados, mierda, todavía tenía mucho sueño, era muy temprano incluso para mí. De repente me acorde donde estaba, pero ya no había nadie, maldición me había quedado dormida, tenía que alcanzarlos a como diera lugar. Podía percibir su olor a unos 3 kilómetros de donde yo me encontraba, así que decidí seguirlos, camuflándome por los arbustos, en busca de Scott y los cazadores.

Cuando por fin los encontré estaban poniendo lo que parecía eran trampas, me acerque un poco más para ver cómo eran las trampas, eran alambres de púas, muy gruesos por cierto, que cuando los pisaban por accidente un rama tiraba de ellos y los atrapa, hasta que llegara el cazador, para poner fin a la vida del ser, que cayó en esa trampa.

Tenía que acercarme y deshacer esa trampa, para que nadie de la manada saliera dañado.

Cuando Scott los guio a las colinas, alejándolos de las madrigueras donde se encontraba los cachorros, decidí acercarme para deshacer la trampa, y sí que era grande, fácilmente podría atrapar a uno de nosotros, enseguida de esta había un trozo de lo que parecía pan. Qué demonios hacia un pan en medio del bosque, lo más probable es que se le hubiera caído a un cazador, tenía tanta curiosidad que me acerque a olerlo, no olía a veneno u otra sustancia toxica, por error lo toque con demasiada fuerza con el hocico, y este se calló de lado, y en ese preciso momento algo negro y pesado callo encima de mí, inmovilizándome.

Era una red, como la que me había atrapado en día en que le confesé a Scott que era una mujer-lobo. No, no, no esto no podía estar pasando, en unos minutos los cazadores vendrían y descubrirían nuestro más grande secreto, no podía terminar así, porque después de matarme irían por mi familia. Sí que era un reverenda estúpida.

A lo lejos se escuchaban los pasos de los cazadores acercándose, Scott no podría hacer nada si arriesgarse el también.

Detrás de los arbustos salió uno de los cazadores que estaban en la casa de Scott, el rubio de ojos cafés – ¡Chicos, tenemos algo aquí!- grito al verme debajo de la red, y en unos instantes los demás cazadores llegaron en su encuentro.

-Pero qué demonios- exclamo Scott apareciendo detrás de un chico de cabello café y ojos grises, yo me retorcía bajo la red para ver si tenía algún orifico, pero no había nada y mis colmillos no podían atravesar la cuerda de la red era excesivamente gruesa.

-Pero que hembra tan enorme- exclamo un anciano de ojos negros –en todos mi años de cazador nunca había visto una loba de tal tamaño- dio unos pasos más hacia a mí con su enorme rifle, pero antes de que pudiera dar un paso más Scott lo detuvo.

-¿Qué demonios crees que haces muchacho?- le espeto el anciano.

–No se le acerque- exclamo Scott con rabia en sus ojos, cubriéndome con su cuerpo, de ese enorme rifle.

-¿Quién lo dice?- desde pequeña me habían enseñado a respetar a las personas mayores, pero este señor me sacaba de quicio.

–Yo, y es una orden- el señor retrocedió soltándose del agarre de Scott y fulminándolo con la mirada, pero este lo ignoro. Mientras yo aquí estaba muerta de miedo, no solo por mí sino por Scott, estaba más que segura que si me hacían daño o me tocaban él lo mataría y eso nos delataría.

-Bueno ¿Qué hacemos con la hembra? Black- exclamo una voz al fondo que no pude distinguir, gracias a que la red era tan pesada que no podía mover suficiente el cuerpo para saber de a quien le pertenecía.

Scott por otro lado no paraba de jalarse el cabello negro, tratando de pensar que harían conmigo, dejo de tirar de él y se acercó a mí poniéndose en cuclillas a un lado mío.

 –Tranquila- susurro lo suficientemente bajo como para que solo yo lo comprendiera –nunca dejare que te hagan daño- esas palabras de alguna forma me tranquilizaron un poco. Con eso último volvió a enderezares y con voz fría dijo–Harrison, Lewis y yo pondremos a la loba en jaula de los osos y después veremos qué hacer con ella- una jaula genial, pero era mejor que me quitaran la piel.

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Como el titulo se dice, hoy es maratón hasta el capitulo 13.

Voten y comenten.


Luna de cristal. FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora