Capitulo 19: Derrumbe.

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Después de que Max se hubiera marchado toda la manada estaba histérica. Eran miles de preguntas, pero la más importante ¿Que vamos a hacer? ciertamente no lo sé. Convoque a una reunión de emergencia mañana por la noche. Todos no habíamos ido a por nuestros hijos. Yo necesitaba pensar y Scott lo entendía. Me fui a la laguna y él se fue por Willow, Liam y Robert a la casa de Abby y Jake. Ya que era las 3 de la mañana y nosotros como hombres-lobo en la luna llena no necesitábamos descansar.

Cuando llegue todo estaba con su típica calma. Así completamente desnuda como a mí me gustaba me metí al agua a pensar todo lo ocurrido hace apenas 4 horas. Extraño a mi padre el me diría que hacer, como resolver este problema. Me abrazaría y me diría que todo está bien aunque la verdad es que no. Me diría que tengo que ser fuerte por mi familia y más que nada por mí misma. Ahora estoy más confundida que nunca. De que hablaba Max con lo de venganza. Seria yo la que fuera por venganza no el, a él no fue a quien le arrancaron a sangre fría a un hermano. Fui yo.

El cielo esa noche esta noche está en su pleno resplandor con la luna grande y brillante. Es como si se burlaran de mí. Por yo estar aquí con una amenaza de perder todo lo que me importa y amo. Es como si la luna me mirara con desprecio y vergüenza al ver como mi vida paso de ser de colores a completamente gris. Pero no es momento de lamentar ce me tengo que levantar y hacerle ver a Max que no me rendiré y si quiere guerra, guerra tendrá.

La puerta trasera de la casa está sin seguro y un conjunto de ropa en un árbol a unos pocos metros de la casa. Con tranquilidad me los pongo. Son un sujetador y unas bragas negras de encaje, unos vaqueros y una blusa de tirantes negra.

Al entrar a la casa todo está completamente en silencio. Hasta que por error cierro la puerta con demasiada fuerza y el sonido del golpe retumba por toda la casa. Me voy directo a la sala antes de que mis pequeños mostritos vengan corriendo. Y no me equivoco en menos de dos minutos los tengo encisma de mi llenándome de besos y abrazos. Se los agradezco profundamente ya que esto es lo único que me reanima.

-Hola mis amores- digo mientras los estrujo en mis brazos y después los dejo en el sillón negro y me ciento en la mesita de centro café -¿Cómo les fue con Taylor y Tyler?

-Bien mami, Taylor y yo les hemos dado un paliza a los chicos en videojuegos- dice Willow alzando la barbilla orgullosa de sí misma. Sus hermanos rápidamente protestan. Cuando termino en debate los mando a afuera a que jueguen.

Yo también me salí con ellos al porche a verlos jugar a las escondidas o la cuerda. Después de un par de minutos asomo la cabeza y cuando se percató de mi parecencia fue a sentarse junto a mí.

-Hola- sentí como las lágrimas quemaban en mis ojos.

-Hola- solo eso falto para derrumbarme. Las lágrimas salían como cascadas por mis ojos. Scott rápidamente me abrazo subiéndome a su regazo. Mi cuerpo daba pequeñas sacudidas debido a lo fuerte que estaba llorando. Probablemente los niños ya se habían dado cuenta de mis sollozos incontrolables.

-No sé qué voy a hacer- Logre pronunciar entre lágrimas.

-Shh... Tranquila lo vamos a resolver- con cariño me estaba acariciado mi cabello zanahoria y dándome besos en la cabeza.

-Estoy aterrada- así seguí por varios minutos. Los niños habían venido a saber qué ocurría. Scott como pudo les explico que no me sentía bien y que cada uno se fuera a preparar para dormir y que enseguida subíamos. Cuando mis llantos sesearon fuimos a dar el beso de buenas noches tal como lo habíamos prometido. Primero fui al cuarto de los gemelos y después al de Willow.

-Mami, ¿estás bien?- dijo mi pequeña con sus ojos esmeralda, iguales a los de su padre, llenos de preocupación.

-Si- mentí, no podía preocuparla me sentiría fatal. Primero esta su bienestar.

-Mentirosa- me acomode enseguida suyo. Ella puso su pequeña cabecita en mi regazo -se te nota en la cara.

-¿Enserio?

-Si- al parecer mi propia hija me conocía mejor que yo - sí, te muerdes el labio cuando mientes- ¿Porque nunca me había dado cuanta?

-Bueno mi amor ya es hora de dormir- la arrope y le di su beso, antes de que preguntara otra cosa.

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Un mes después

Nada había pasado, ni un ataque o altercado a la manada. Sé que debería estar tranquila pero no podía, la espera me ponía ansiosa. Esta espera solo era para alterarme los nervios. Llevaba dos semanas sin poder dormir, a pesar de que había ordenado un ronda de vigilancia todos los días no me sentía segura.

Bajo mis ojos había unas enormes ojeras, de donde pasaba la noche en vela. Mi cabello apoco y maltratado me llagaba hasta la cintura. Los niños ya lo habían notado, y por más que les decía que estaba bien, ellos solo se me quedaban viendo con su inocente cara llena de preocupación.

-Mami, tranquila todo se va a poner bien- me decía mi Liam mientras me abrazaba con sus brazos alrededor de mi cuello. Yo sabía que esto no estaba bien. Que yo era la que tenía que ser la que lo consolara a él, no el a mí. Tendría que ser el, el que estuviera en mis brazos llorando y diciéndole que todo estaba bien. Pero era inevitable.

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El cielo era de un tono grisáceo y olía a lluvia. Llevaba toda la mañana revisando el área, a cuatro pata, sin suerte alguna. Jake había ofrecido a acompañarme, ya que Scott tuvo que hacer un viaje, a no sé qué de la casa de su madre. Estaba por darme la vuelta para ir al punto de reunión donde habíamos acordado Jake y yo reencontrarnos, cuando algo me detuvo.

Era una especie de roca peluda ¿Roca peluda? Poco a poco me fui acercando, al quitar las ramas de encima de la cosa, me di cuenta de que no era una roca, sino un lobo, tal vez un cachorro. Tenía la garganta degollada, sin orejas, unas quince mordeduras, haciendo que parte del estómago quedara sin piel.

Lo poco que había en mi estómago hacia unos segundos, ya no estaba. Había llamado a Jake hace unos minutos desciéndale que era urgente que estuviera aquí. Por suerte no había llegado solo, enseguida suyo estaba Steven, Erick un amigo de la familia y Scott. Sus ojos emitían furia y rabia, mientras que los míos miedo y también rabia.

Después de llevarse el cadáver, Erick me había informado que Eidan, un recién llegado de Inglaterra. El muchacho tenía quince años y era huérfano de padre y madre. Había huido de su país buscado refugio en otras mandas, pero ninguna los aceptaba. Así que su último recurso fue aquí.

Y así día tras día un lobo fue calleando, hasta que solo quedábamos treinta lobos. Max había acecinado diez miembros de la manada es solo un mes. Tenía que parar esto de alguna forma, y no solo por el bien de la manada si no también por el bien de mi familia.

Abby, Jake, Scott y yo habíamos decidido mandar a los niños con Sam la hermana de Scott. Ellas se habían quedado muy sorprendida, pero feliz de ver a sus sobrinos, cuando él le había explicado que supuestamente nos íbamos a ir a Londres a visitar a unos tíos míos con unos amigo, ella se quedó más tranquila.

Estaba acurrucada en los brazos de mi marido después de haber hecho el amor. Todo estaba en calma. No había luna esa noche. El viento soplaba mandando corrientes cálidas de aire a mi pómulos. A un el lugar más seguro de la tierra, que era estos brazos enormes y cálidos, precinta en mi corazón que en solo cuestión de horas mi mundo se derrumbaría nuevamente, pero, esta vez con más intensidad.

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Luna de cristal. FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora