Capítulo 3: "Huida"

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Capítulo 3: "Huida"

La chica entro furiosa tirando la puerta de golpe, se sentía muy enfadada con el príncipe, sus expectativas hacia él no habían cambiado, era un patán egocéntrico y caprichoso.

-Pero quien se cree ese principito para decirme a mí que yo me casare con él, esta loco si cree que va a ocurrir. Pero ni en sus sueños sucederá tal cosa.

-¿Qué pasa hija?, ¿Por qué estas tan molesta?

La chica comento a su madre lo que hace unos minutos había sucedido, mientras que detrás de una puerta un hombre escuchaba atentamente la plática imaginándose que después de todo haber tenido una hija no era tan malo.

-Claro que te casaras con él Marinette.

Ambas mujeres abrieron sus ojos ante el comentario de aquel hombre que salía de su escondite, caminando hacia el lugar donde se encontraban ambas mujeres.

-Papá.

-No seas tonta Marinette, esta oportunidad no se da todos los días, cientos de chicas morirían por una circunstancia así ¡y tu la vas a desaprovechar!, por supuesto que no señorita.

-Pero… Pero...

La chica golpeaba la mesa mientras aquellas palabras confesadas por su padre le parecían ilógicas e irreales.

-Es por tu bien.

-¡Mi bien!, acaso tú sabes o me haz preguntado alguna vez que es lo que deseo realmente. Acaso se te olvida que estoy comprometida con Nathaniel.

-Ese compromiso se puede romper, además ese tipo jamás me gusto para ti.

-Pues eso no era lo que pensabas hace un año papá.

-No hay discusión Marinette, te guste o no te casaras con el príncipe Adrián. No podemos perder una ocasión así

-Pues no papá me niego totalmente a casarme con el príncipe Adrián.

-TODO ESTO ES TU CULPA- grito el hombre a su mujer, quien permanecía callada ante aquella acalorada discusión- tú que la consentirse tanto, ahora quiere hacer su voluntad. Pero te diré algo Marinette, o tu te casas con Adrián o…

-¿O qué papá?

- O te repudio como mi hija.

La chica abrió sus ojos ampliamente, no podía creer hasta donde había llegado la ambición de su padre, era capaz de vender a su hija a cambio de unas monedas de oro.

-¡Mamá por Dios di algo!- dijo la pelinegra en señal de ayuda, mas aquella mujer permanecía callada, con la mirada hacia el piso, incapaz de contradecir a su marido.

-Ella no tiene nada que decir, no es nadie como tú Marinette.

La chica salió de su casa, con lágrimas en sus ojos hasta una casa algo descuidada, dentro de ella un joven pintor de 23 años se encontraba realizando una de sus obras en total concentración hasta que unos golpes en la puerta le sacaron de su trance. Dejo no muy a gusto, sus pinceles y su pintura y camino hacia la puerta; al abrirla una chica se abalanzo hacia el con evidente tristeza.

-Cariño que tienes.

-Me quieren separar de ti… Me quieren alejar de ti.

El pelirrojo la abrazo y con el mayor de los cuidados la hizo pasar adentro sin soltarse de él, caminaron hacia una pequeña mesa con cuatro sillas, la sentó, mientras él de cuclillas frente a ella trataba de calmarla con un beso en la frente.

-Marinette, ¿Qué sucede?

La chica conto a su novio todo lo que había pasado en aquella casa, sin omitir detalle alguno, el pintor sintió una inmensa alegría que oculto tras una mascara de celos y rencor.

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