Capítulo treinta

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Narradora:

En cuanto el joven entró ella le miro, se fijó en la ropa blanca empapada de sangre, el rostro sucio con manchas de sangre.

No tuvo que preguntar qué había pasado, Catelyn lo sabía, Liam había muerto.

Ella se levantó de la cama en la cual se encontraba recostada, a pasos medios se dirigió al armario y buscó una muda de ropa para Jordán.

—Ponte esto—le tendió la ropa, él la tomó sin pensarlo dos veces se comenzó a desvestir, ella apartó la mirada para no verle.

Sin duda alguna tenía vergüenza.

El tocó su hombro—estoy listo—le murmuro cerca de su oído, ella no se inmutó, se había acostumbrado a su cercanía y al hecho de que fuera sigiloso.

—El señor Demian vivirá aquí ¿cierto? Hay alguna posibilidad de que nos traicione—pregunto ella sentándose en la cama.

Él hizo lo mismo a su costado, la hizo mirarle a los ojos y con voz calmada—El no piensa en traicionarnos—la joven suspiro aliviada, no quería más muertes pero bien sabía que eran inevitables, si alguien era un peligro él no dudaría ni un segundo en hacerlo desaparecer, así era como es el chico que le gustaba.

Jordán no era un joven normal, sobre sus hombros estaba la responsabilidad de un Imperio completo, millones de habitantes, miles de vidas que aunque no eran humanas respiraban el mismo aire que los mortales, Él jamás los pondría en peligro.

El sin duda era un líder innato.

—No debes preocuparte por nada pequeña—acarició la Mejía de la joven con una sonrisa que tranquilizaría a cualquiera que fuera capaz de verlo, una sonrisa poco común, algo que casi nadie vio nunca, la diferencia entre sonrisas era notoria, esas que no le llegaban a la mirada y la que hacía brillar sus ojos por completo.—Después de esta muerte, ya no habrá problemas, he cortado la raíz de problema.

El chico estaba seguro de lo que decía.

—Este Reino vivirá seguro por un buen tiempo, Eiza ya debe haberlo visto todo—murmuro, ella le sonrió y le beso.

Un beso tranquilo, suave y delicado, esos que pueden transportarte a otra dimensión, uno donde pierdes la noción del tiempo.

Sus labios se movían de arriba hacia bajo en completa sincronía.

"El amor puede ablandar el alma, descongelar un corazón o incluso desenterrarlo, no importa donde lo ocultes, un día será descubierto."

Después de un tiempo ambos jóvenes se separó y se sonrieron el uno al otro, teniendo un brillo especial en la mirada.

Narra Catelyn:

Con el no temo a nada, tampoco me falta, tengo lo que por años busque y hoy solo en sus brazos puedo encontrar.

Esa calidez que un día me falto, la familia que un día me abandono, todo eso hoy lo tengo.

No siento el vacío, aunque sé que él si lo siente aún, pero con el tiempo olvidará, con el tiempo aprenderá a confiar.

"Yo puedo cambiarlo, como él me ha cambiado a mi"

—Este reino tiene al mejor gobernante que podría tener—le digo sonriendo, seguimos tomados de la mano, nos encontramos mirando la ventana y el poco paisaje que nos ofrece la noche.

Claro que lo tiene—murmura de manera arrogante—Solo yo podría haber logrado todo esto, después de todo yo sé bien lo que es luchar sin detenerse, vencer los obstáculos, soy el más apto para ser el líder—aunque suena orgulloso, puedo notar cierta melancolía en sus palabras, no es algo que se note mucho pero yo puedo verlo.

Temo preguntar pero lo hago.

—¿Por qué el más apto? Jordán—cuestionó en voz baja.

El me mira con una sonrisa, a diferencia de las que siempre me muestra esta es vacía, no refleja nada—Has oído la frase «Para conseguir lo que quieres tienes que pararte encima de incontables cadáveres sin remordimiento alguno, hay que ser un monstruo.»—asiento con la cabeza y prestó atención a sus palabras—yo soy el monstruo. He matado sin remordimiento, el tiempo me volvió de este modo.

—Así que nunca me traiciones—pidió esta vez mirándome, había dolor en sus ojos—porque de lo contrario no dudaría en matarte. Ese tipo de monstruo soy, por más que amé y quiera no soy capaz de perdonar.

«Un traidor es un traidor»

Recordé la frase que Ethan me había dicho, aquella vez que le cuestione sobre Jordán, el dijo.

Para él Un traidor es un traidor y debe ser tener su juicio.

Jamás podría traicionarte—le respondí, no era mentira, Jordán era especial y me mataría antes de traicionarle. Creo que ahora lo entiendo más, él lo único que pide es que lealtad eterna.—¿Alguien te traicionó?

Al escucharme su mirada cambio, se volvieron inestable sus pupilas y más obscuras de lo normal, eso era porque el recuerdo le atormentaba aún.—Si, Él, él era como mi hermano al final me apuñalo por la espalda—no dijo mucho pero lo entendí.

Le abrace brindándole mi cariño, él siempre estuvo herido pero no pudo mostrarlo porque de hacerlo sería su más grande error, mostrar debilidad es una falla y más para quien maneja un reino entero.

"Para liderar debía ser un ser perfecto, pero en realidad era uno imperfecto, lleno de debilidades que oculto deshaciéndose de sus propios sentimientos. "

Rompimos el abrazo y nos acostamos sobre la cama, la noche nos acogió sobre sus brazos dejándonos dormir sin tormento alguno.

El príncipe del Inframundo [#3]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora