Capítulo diecinueve

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Me volví una herramienta para la preparación de una guerra, me engañaron y alimentaron mi odio hacia los míos.

¿Todos los humanos son así?

—Ayuda, alguien—su voz sale débil y ronca, al verme parece reconocerme—Catelyn ¿eres tú?

No me tomó la molestia en responder, tocó su hombro y sonrió—Aquí está el pago de tú inversión—digo en cuanto la daga que me regalo en uno de mis cumpleaños apuñala su abdomen, la sangre sale tan pronto quito esta de la herida.

Sus ojos se cierran pero de su boca salen el hecho de que "me reconoció"—Mira que morder la mano de quien te la tendió, jamás lo esperaba de ti—murmura mientras tose.

Yo no creí que vivía en un engaño, pero mírame todo este tiempo detrás de una escena creada.

—Tampoco creí que era una marioneta—le digo sin mirarle—Eso estabas destinada a ser desde que llegaste—habla a duras penas.

Marioneta.

No, yo no soy una marioneta, no quiero.

¡Me niego!

La chica de hace rato se acerca dando brincos como niña pequeña y con una sonrisas de esas que muestra la inocencia del alma—Genial, mira que apuñalar a quien te miente es el mejor reconocimiento de agradecimiento—murmura con un rostro angelical.

Simplemente no entiendo cómo puede sonreír de tal manera y decir semejante cosa, Jordán se acerca y toca la cabeza de la chica—Catelyn ella es Eiza mi hermana, Eiza ella es Catelyn—nos presenta, levanto mi mano para estrecharla con la de ella pero ella no la recibe—No hace falta, ni que fuéramos humanos.

Dicho esto se da la vuelta y sonríe—es hora de desaparecer—menciona, Jordán concuerda con ella, este abre un portal, cuando menos me doy cuenta vampiros y demonios están ingresando por esta.

Uno de ellos se acerca haciendo reverencia ante Jordán y con una sonrisa—Alteza, su dirigencia fue simplemente magnifica—le alaga y este sonríe complacido—sus órdenes siempre son certeras.

Luego se dirige al portal y desaparece, él toma mi mano, al final ingresamos por la misma puerta, de un momento a otro simplemente ya no estamos en aquel lugar.

Estamos en un lugar distinto, frente a un Palacio real y con muchos guardias en la entrada quienes hacen reverencia al mirar a Jordán.

Narradora:

En el Reino del inframundo todos son bien recibidos, el príncipe como siempre camina con elegancia a lado de su hermana y la joven, quien es su reina.

Ethan está detrás del joven muchacho con una sonrisa, totalmente satisfecho de ver cómo ha crecido aquel niño de quien debía cuidar.

Pero esa atmósfera de tranquilidad se ve rota cuando los del consejo vampiro aparecen frente a ellos.

—Mira que vendernos a cazadores ha ido muy lejos—menciona el mayor—Avernos usado a su favor no tiene perdón alguno.

Él les dirige una mala mirada—¿Y qué? ¿Creen que sin mi hubieran podido derrotarlos?—dice este de manera arrogante mientras mueve su mano de izquierda a derecha—veníamos con el mismo problema desde hace meses y nada pudieron hacer, mínimo agradezcan señores—su mirada es dura y tangente.

Saben que no pueden ir en su contra, él es un cuchillo demasiado afilado como para tenerlo de enemigo.

Uno de ellos concuerda con el—Entendemos que su majestad no estuviera satisfecho con nuestro rendimiento en el campo de batalla y nuestro modo tan lento de trabajar—argumenta—solo pedimos para la próxima vez ser informados.

Pero líder...—habla el menor de ellos quien es interrumpido por el mayor—Pero nada, tiene razón, al final hemos ganado y todo es debido a él, sin más que decir nos retiramos.

Sin más huyen como cobardes, no planean tener a un enemigo fuerte, es mejor tenerlo como aliado, todos reinos y manadas lo sabe.

«Un inmortal hecho monstruo jamás se tentara el corazón al momento de matar.»

El príncipe del Inframundo [#3]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora