Capítulo treinta-uno

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Narra Ethan:

—Logramos que todo fuera un éxito—digo lanzándome a la cómoda cama.

Por un momento temía que el viejo vampiro no cooperará ya que no habíamos hablado con él, pero al final se puso de nuestra parte.

Hemos detenido la conspiración, la cabeza de Liam colgara en la puerta del portal, será un aviso, una advertencia o como quieran verlo, pero con esto nadie se intentara meter con el Imperio.

Jordán siempre planea todo con exactitud.

Debería ir a avisarle a la señora Idally que el Reino ya es seguro y puede venir cuando quiera de visita—digo, me levanto de la cama, camino al exterior de la mansión y uso el portal.

En cuanto llegó Eiza estaba en la puerta.

—Por fin llegas—hace una mueca, finge contar con sus dedos—Sabes cuánto llevó esperando por la noticia.

Creí que podías verlo todo—bromeó con ella, pero se enoja y de un momento a otro lanza una patada hacia mi cuello, por suerte pude detenerla sin terminar al suelo.

Según tengo entendido, su patada en el Reino vampiro es la más fuerte.

—Nada mal—murmura con una sonrisa ladina igual a la de su hermano, sin duda se parecen el uno al otro.—Es una lástima que no pueda atacarte correctamente, ya sabes podría meterme en problemas con mi hermano.

Agita su mano de un lado a otro.

Eso sin duda sería un problema—murmura, me señala el camino y la sigo sin problema.—ha llegado madre, vez no me equivocado.

Idally estaba ahí sentada junto a Axel.

—¿Sucedió algo?—pregunto la madre de Jordán, negué.

Nada, solo vine a avisar que podrían ir de visita cuando gusten, el riesgo a una conspiración fue eliminado de raíz, no habrá problemas en mucho tiempo.—informó, les sonrió a la pareja, ambos me devuelven la sonrisa—Señora, podría aprovechar para pasar el tiempo con su hijo como tanto quería.

Sonríe, supongo que lo imagino.

—Posiblemente, pero no tendría sentido, no podemos con nuestra presencia cambiar lo que ahora es nuestro hijo, además posiblemente quiera un tiempo a gusto con su amada—dice mientras toma la mano de su pareja.—Además debemos atender pendientes en nuestro Reino.

Eiza asiente junto a lo que dice su madre.

Eso es todo, me retiro—informó dándome la vuelta para marchar, la joven hermana de Jordán me acompaña a la salida.

Me alejo por una buena distancia y la escucho gritar

Hey—volteo a verla—Suerte, cuida a mi hermano.

Me limitó a asentir.

Luego sigo mi camino de nuevo hacia al inframundo.

Paseo por las calles, miro a la gente y lo mucho que ha cambiado, antes no solía ser de este modo, había diferencia entre estatus y poderes, abusos continuos y almas vagando, aquellas que no eran juzgadas hacían estratos por las calles.

Todo había cambiado desde que él había tomado el trono y levantado el lugar.

Narra Eiza:

«Todo esfuerzo tiene su recompensa. »

Mi hermano ha logrado todo lo que ha querido, yo he conseguido un lugar aquí junto a los vampiros.

Soy más vampira que demonio así que este es mi lugar.

El lugar de mi hermano es el inframundo, él es un demonio por completo.

Pero aun así somos hermanos.

El príncipe del Inframundo [#3]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora