Vuelve a mi (2° parte de Soy tu asesina)

Capítulo 24.

Narra Peter:

Ha pasado la media hora, he entrado a la habitación y he retirado las lentes. Gas ha ido abriendo los ojos poco a poco, al verme ha esbozado una sonrisa, una que yo he devuelto con un poco de miedo. Acto seguido se ha incorporado y ha empezado a caminar por la habitación como muy relajado, la verdad es que no estoy entendiendo mucho porque todavía no ha hablado.

Peter: Gaston... Soy Peter ¿te acordás de mi?

Gas: claro, me acuerdo de todo... ¿Qué me pasó?

Peter: tuviste alguna complicación durante el tratamiento de Kaila y te quedaste casi vegetal...

Gas: ¿como he vuelto entonces?

Peter: eso no importa Gas... Lo importante es que vos estás bien.

Gas: ¡LALI! - Abre los ojos de par en par - ¿Donde está Mariana? Quiero verla, seguro tiene que estar como loca... Y Euge... Ay Eugenia... ¿Como está?

Peter: eh... - No soy capaz de darle las malas noticias a Gaston, siempre me ha costado hacerlo.

Pablo: Hola Gaston... - entra a la habitación junto a Izzy - imagino que te acuerdas de mi...

Gas: claro Jay.

Peter: córtala Gas, hace tiempo que dejó de ser Jay... Lleva meses trabajando para salvarnos.

Pablo: preguntaste por Lali y Eugenia ¿no? - Gas asiente - bien... Ven conmigo. - salen de la habitación y con Izzy vamos atrás de ellos - Lali, está acá. - Le muestra a mi amor tumbada en la cama.

Gas: ¿que le pasó? - pregunta con mucho miedo.

Pablo: creemos que está despertando.

Izzy: yo puedo llevarte con Eugenia - se ofrece un poco nerviosa por la reacción de Gas - así ustedes dos - nos señala a mi y a Pablo - tienen tiempo de hablar de sus cosas.

Gas: bueno...

Peter: llévatelo, yo avisaré a Nicolás y a Gimena.

Narra Ángela:

Agustín lleva unos días muy distante conmigo, no sé qué le pasa pero me tiene harta. Estamos haciendo músicoterapia con los chicos, cada cosa que propongo me la desarma buscándole la quinta pata al gato y eso es imposible, es raro. Agus y yo no peleamos nunca, no sé qué está pasando pero no lo aguanto más, todos miran de lado a lado como debatimos acerca de las canciones que vamos a usar, mi idea es poder hablar tranquilamente pero mi mente colapsa y tiro el cuaderno que hay en la mesa fuerte contra el suelo.

Ange: ¡BASTA! ¿Qué te pasa nene? - lo empujo - ¡quedamos en hacerlo así no entiendo porque estás cambiando todo!

Agus: bueno Ángela calmate, solo me parece mejor hacerlo a mi manera.

Ange: ¿vos sos o te haces pendejo? - le digo enojada - te conozco y sé que me estás mintiendo. Hace días que estás diferente conmigo... ¿Te hice algo? Decímelo por favor...

Agus: no tiene nada que ver por favor Angela... Sigamos con la terapia. - Dice tratando de evitar el tema.

Ange: ¡Exijo saber que es lo que está pasando! - grito ensordeciendo a todo el mundo.

Agus: ¿querés saber que me pasa? - dice muy sacado - ¡me pasa que Lali, vos y yo somos hermanos!

Ange: ¿QUÉ? SI VOS ESPERAS QUE YO ME CREA ALGO ASÍ... ¡ES QUE ESTÁS LOCO NENE, MUY LOQUITO!

Agus: hace lo que quieras... Yo te dije la verdad. - se va y me deja sola bajo la atenta mirada de los chicos.

Ange: perdón chicos... No tenían porque ver esto... - intento disculparme cuando de pronto veo que Rocío cae al suelo mientras balbucea cosas.

Rochi: Peter, Pablo, mis hermanos, Gaston... Hermandad, Peter, Pablo... Pablo, Peter. - repetía los nombres constantemente hasta que se calla de golpe y empieza a convulsionar.

Ange: ¡ayuda por favor! - pongo mis rodillas debajo de su cabeza mientras le pongo un Jersey en la boca para que muerda.

Jimena, Mery y Emilia son las que vienen y se ocupan de llevarse a Rochi. Puedo ver como los demás, pero en especial Candela están asustados. Después de todo lo que estaba pasando... Me he tomado un segundo para pensar y las palabras de Agus han estallado en mi cabeza "Lali, vos y yo somos hermanos".

Narra Lali:

La puerta roja me lleva a un callejón oscuro, veo a una Lali muy semejante a la de la puerta verde. Hay un edificio bastante antiguo, creo que por la zona estoy en Londres.

Sigo a esa Lali otra vez vestida de negro pero esta vez no era un traje, era un conjunto de dos piezas. El top era de encaje negro y la falda de cuero, acompañada de unas botas por encima de la rodilla. Abrí la puerta que da acceso al edificio y las luces de colores me deslumbran, igual que me deslumbraron aquel día. Era una fiesta privada, el target era un par de años mayor que ella, se trataba del hijo de uno de los mayores narcotraficantes de la historia de Londres. El hijo, se había ganado el odio de mucha gente y no precisamente por los negocios de su padre, si no porque utilizaba a las mujeres de contrabando como mulas para pasar la droga, muchas murieron de sobredosis al reventarles los paquetes dentro del organismo. Me acerque a él sutilmente en la barra y pedí una copa que nunca me tomé.

El tipo era muy fácil y muy obvio... Su modus operandi se basaba en seleccionar a su presa, llevarla a un reservado y drogarla para anular su voluntad y eso fue lo que quiso hacer conmigo. Me llevó a un lugar apartado del edificio y empezó a tocarme, dios, creo que me da más asco verlo que como lo sentí aquel día. Echó algo a mi copa y me obligó a tomar de ella. Aunque en realidad nunca llegué a beber porque en cuanto el líquido rozó mi boca se lo escupí en la cara. Él pibe se enfureció bastante y quiso pegarme pero lo esquive y saqué mi pistola con silenciador. Siempre he preferido los cuchillos pero este idiota se merecía un buen tiro en la puta cabeza. Y eso hice, le pegué un tiro en la cabeza a sangre fría y lo deje ahí, muerto.

Después salí de aquella fiesta con toda la tranquilidad del mundo, recuerdo que me tapé la cara porque hacía mucho frío y otra vez me choque con esos ojos verdes y el lunar del día de mi primer asesinato. Nunca le había dado demasiada importancia a ese detalle, pero viéndolo desde mi perspectiva me doy cuenta de que ese chico era Peter. No entiendo que hacía ahí, quizá en este tiempo ya era agente... La verdad no lo sé pero parece que siempre nos cruzamos en momentos peculiares pero no nos conocimos hasta que fue el momento justo, el momento en que cambiaría mi vida. Ahora entiendo que era lo que mi madre quería decirme, soy la mejor asesina porque debía salvarme, a mi y a Peter...

Con la imagen de una Lali orgullosa de lo que había hecho y un Peter distinto al que conozco alejándose, la puerta roja desaparece y vuelvo a ese pasillo, ya solo quedan dos, la azul y la blanca, no sé cual de las dos debo abrir primero, no sé cuanto tiempo llevo así, pero necesito descansar, el cuerpo me lo pide.