Noche XXVII. Látex

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Han decidido escaparse un rato de la habitación, hacia la sala principal del palacio. Los soldados han salido, Arthur también, y Francis pensó divertido que sería una buena idea pasearse un rato por ahí cuando la soledad y el silencio los acompaña. Allistor no puede evitar ponerse nervioso a veces, aunque también deseaba salir del encierro un momento. De pronto, a Francis se le ocurre salir a los jardines. Tomándole la mano con el entusiasmo de un adolescente lleno de adrenalina, corre hacia los exteriores y Allistor debe seguirlo simplemente, hasta llegar a los rosales, los árboles frutales y el verde que sobrepobla todo el paisaje. Pasan unos soldados romanos, y a Francis se le dibuja en el rostro una sugerente sonrisa.

—¿Te has fijado alguna vez en lo ajustado que es el uniforme militar de la Legión? —Dice, sonriendo pícaramente y Allistor, medio celoso, frunce el ceño.

—Yo no miro para el lado, a diferencia de ti—Suelta, irritado.

—¡Ay, tonto! —sonríe el galo—Nadie es más guapo que tú, no te enojes—Le besa la mejilla—. Es sólo que imagino cosas.

El celta alza la ceja. La brisa fresca sopla al mismo tiempo que todos desaparecen por los salones y los jardines romanos del palacio vuelven a encerrarlos en la privacidad.

—¿Qué cosas?

—Muchas, muchas cosas—Y lo mira, obligándolo a sentarse con él en el césped, pegándosele demasiado—. Tú lucirías muy bien en un traje tan ajustado—suspira.

—¿Yo? —Se extraña el otro, incapaz de creerle un disparate como ese.

—¡Claro!

Allistor lo mira como si estuviera loco. Francis, sin embargo, parece hablar muy en serio; sus acciones y gestos lo delatan cuando empieza a susurrarle, a buscarle la boca y la piel.

—Volvamos a la habitación—Pide el galo, sin soportarse a sí mismo.

Regresan hechos un tornado, Allistor cierra la puerta de una patada al tiempo que se va quitando la ropa, le quita la ropa a Francis y caen estrepitosamente en la cama y el rubio, incapaz de cerrar la boca por un instante, insiste en hablar:

—No tienes idea de la fantasía que acabo de tener—Le dice, abrazándose con piernas y brazos a él. El roce de sus pieles se vuelve una droga peligrosa, el calor sofoca y todo alrededor parece derrumbarse. Allistor lo mira, lo traspasa con los ojos; lo conmueve y lo penetra.

—No me digas—Responde, medio incrédulo, sonriéndole de medio lado.

Lo vuelve a besar. El gesto finge castidad y Allistor no soporta esa capacidad de Francis para inspirar inocencia en una situación que es por demás sexual. Lo gira con violencia, dejándolo bocabajo en la cama, presionando su sexo contra sus nalgas. El galo se muerde el labio, ansioso como nunca, sonriendo sinceramente al cerrar los ojos.

—Dime de qué se trata, Francis—Le susurra al oído, sin dejar jamás de insinuar la invasión que, en realidad, no llega nunca.

El rubio se ríe, fascinado.

—Quería verte con algo así...—Dice, y no se resiste.

—¿Cómo así? —Insiste Allistor, mordiendo su lóbulo.

—A-así...—suspira—con algo que fuera tan ajustado que no me dejara nada a la imaginación—se ríe, medio avergonzado—, y que me tuvieras justo como me tienes ahora...

—Eres un pervertido, galo—besa su nuca rubia— ¿Te lo han dicho?

—Muchas veces...—Responde. Vuelve a morderse el labio al sentir el roce de Allistor en el lugar preciso—Ahora, hazme el amor...—Suplica, y Allistor ya no se hace esperar más.

Entra, certero. Francis da un respingo repentino, gimiendo mucho más que el placer que le provoca: gime su nombre, la seducción que lo envuelve en todo cuanto tiene que ver con él, y se adecúa a su ritmo y al latir de su corazón y Allistor se apega a él tanto como puede, sus pelvis imposiblemente juntas, sus manos hechas puño presionando el colchón para impulsarse y su boca, que gruñe extasiado al sentir cómo Francis lo rodea, deja escapar su pesada respiración. Lo siente resbaladizo, caliente; más complacido que nunca debajo de él.

Allistor sonríe al mirarlo, con la cabeza de lado, el cabello desordenado y la piel perlada por el sudor. Francis es encantador siempre, cuando goza, cuando ríe, cuando se enoja, cuando duerme, cuando despierta. Allistor se lo susurra de pronto, diciéndole el amor que le profesa, sabiendo que es eso lo que lo seduce.

Y el suspiro final, al llegar, los hace abrazarse.

~Noche XXVI. Fin~

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No tenía idea de cómo hacer este reto así me fui por este lado, espero que tenga sentido.

En el próximo "poliamor", vuelven a estar mis tres amores juntos ❤❤

¡Muchas gracias por leer!

APH: Primus Inter Pares | ScotEngFraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora