Noche XXI: Rasguños

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Francis los mira desde la cama. Frente a él, están ellos, haciendo el amor. Arthur, empotrado contra la pared por acción de Allistor, quien lo embiste con su característica rudeza, estira los pies posicionados en el aire, libres, y es lo único de su cuerpo que posee libertad.

Sus muñecas están atrapadas sobre su cabeza, su espalda está adherida al muro de piedra entre dos antorchas de débiles llamas. Francis los sigue mirando, se encuentra con los ojos de Arthur, quien le sonríe a lo lejos y el galo necesita sonreírle también. Allistor, mientras, parece demasiado concentrado en lo que hace, absolutamente sumergido en el romano tanto como puede, censurando su voz, su rugido, sus ganas de introducirse tanto en él que pareciera querer destruirlo.

Arthur lo entiende, y es capaz de soportar ese salvajismo. Lo mira otra vez, lo besa, ahoga sus gemidos en la boca de Allistor al tiempo que cierra los ojos y se deja catapultar hacia el orgasmo. Y antes, apenas un segundo, Allistor abre los ojos al tiempo que lo muerde, deseando más.

Francis, desde su cómodo lugar, sabe qué es lo que Allistor quiere.

—Arthur...—Le dice en una voz que no es otra cosa que un rugido de animal. Respira agitadamente, el aire caliente le choca en la cara. Quiere rogarle algo y no sabe qué es.

Francis sí, pero no lo dirá.

—Qué quieres...—Le responde el otro, apretando los dientes.

Allistor, medio inquieto y nervioso, suelta una risa.

Embiste más, entra más, golpea el interior de Arthur hasta querer hacerlo desfallecer. Suelta sus muñecas, lo ase de la cintura, y las manos de Arthur se apoyan en los hombros del pelirrojo para evitar caer al suelo. Las piernas les tiritan, la voz se les quiebra y la vista se les nubla. Y Arthur pasa del jadeo al gemido y del gemido al grito, siempre asido de él, siempre pegado a él, imposiblemente unidos.

Y de pronto, el límite. Sus uñas se clavan en la piel de Allistor, en la espalda, y al tiempo que grita, al tiempo que arquea su propia espalda, pone los ojos en blanco, se muerde el labio hasta el punto de herirse a sí mismo y echar la cabeza hacia atrás; rasga con sus uñas que parecen ser garras la piel de su único amante por aquella ocasión, desde los hombros hasta casi llegar a la cadera. Allistor gruñe, luego se ríe casi siniestro y su placer lo conduce hacia el núcleo que conforma con Arthur, inundándolo en su interior. Sabe que su espalda quedó hecha trizas y Arthur deberá disculparse por eso.

Minutos después están en la cama los tres.

—Parece que te hubieran arrancado las alas, Allistor—Comenta Francis junto a él, sonriente, al tiempo que acaricia los cabellos rojos apoyados en su pecho—¿Estás seguro que no quieres que te revise bien eso?

—Seguro—Responde, restregándose contra él como un gato. Arthur está dormido al otro lado de la cama, ajeno a la conversación.

—¿No te duele? —Insiste, genuinamente preocupado.

—No. En Britania recibía heridas peores. Aunque ahora no recuerdo ninguna, he de decir.

Francis se ríe. Sus dedos, eternamente divertidos, enredan las hebras rojas y las desenredan en un sempiterno vaivén de caricias. Nunca se cansa de acariciarlo así, y Allistor, en respuesta, no encuentra un lugar mejor para sentirse protegido y mimado como con Francis, apoyado en su pecho y escuchando los latidos de su corazón, mucho más calmos que los suyos por la reciente actividad.

—Tú y tu forma de amar— Le dice en un divertido tono de resignación.

Allistor lo mira a los ojos.

—No me mires así—Insiste Francis, acariciando ahora su quijada—. Me gusta cómo se te ven... creo.

El celta alza la ceja.

—¿En serio?

—Claro—, sus dedos bajan por su espalda, rozando las recientes heridas. Allistor contrae un poco su expresión—. Eres como un ángel desprovisto de sus alas.

Allistor necesita soltar una risa.

—Sí, lo que digas—Y vuelve a recostarse sobre su pecho.

—¡Es cierto! —Francis quiere sonar ofendido—. Que tú no entiendas el arte es otra cosa.

—Y que tú veas cosas raras es otra cosa también—Insiste, todavía riéndose, rindiéndose al sueño.

Francis, entonces, también necesita reír. Le besa la nuca antes de cerrar los ojos durante toda la noche.

~Noche XXI: Fin~

APH: Primus Inter Pares | ScotEngFraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora