Noche XXVII. Poliamor

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Por esa noche, a petición de Arthur, es Allistor quien los domina a los dos. Tiene al romano y al galo sobre él, uno sobre sus caderas y el otro sobre su pecho, arrodillados ambos, Arthur detrás de Francis, mientras embiste al primero y ama con la boca al segundo. Los oye gimotear su nombre, sincronizados perfectamente, dedicándole todo el amor que le tienen a quien es el más fuerte, alto y recio de los tres. Francis parece gozar tanto con la boca de Allistor que el cuerpo se le va hacia adelante y necesita apoyarse en la pared que sostiene la cabecera de la cama, y hay cierto descontrol en sus gestos siguientes: sacude las caderas contra Allistor, como si penetrara su boca bajo su propia voluntad, y el celta lo mira hacia arriba al agitar su cabeza en su ir y venir acompasado a lo inquieto que se pone el galo. Se sonríen, se conectan tanto como pueden, y Arthur intuye sus sonrisas, su complicidad de dos, mirando la espalda perlada de Francis delante de él y su cabello rubio pegado a su piel.

Arthur suelta una risa fascinada, cerrando los ojos y echándose hacia atrás, hasta apoyarse con las manos en los muslos del celta. Se mueve sobre Allistor, ahora, agitándose entero, desprolijo, casi como un animal salvaje buscando satisfacer su hambre. Y jadea fuertemente mordiéndose el labio, su pelvis yendo y viniendo como un péndulo, pegada a la de Allistor, y éste, atendiendo a Francis, gruñe ahogadamente, con el miembro del galo completamente envainado en su boca. Francis, entonces, mira hacia atrás a Arthur y el príncipe se enloquece más con esa mirada cargada de satisfacción. Sus ojos azules están llorosos, su cara está dulcemente sonrojada, como si pudiera hacerse a voluntad, y se muerde el labio con entusiasmo, como si se resistiera a ir hasta él para devorarlo y rasgarle la carne. Arthur lo intuye, se alza sobre las caderas de Allistor y se deja caer de golpe, haciendo que el sexo férreo del celta golpee en su interior con demandante ansiedad. Y lo atrae de los hombros, echándolo hacia atrás violentamente y le clava la lengua entre los labios, envenenando su garganta, y ambos sonríen en el beso al escuchar la voz de Allistor anunciando su límite.

Grita el nombre de los dos, derramándose en el interior de Arthur y ellos, sin dejar de besarse, lo miran lascivamente. Cuando Allistor continúa acariciando al galo con los labios y la lengua y éste encierra el miembro de Arthur con su mano para hacerlo acabar, el galo y el príncipe llegan al orgasmo segundos después.

Quietud en la habitación, sólo quedan sus respiraciones intentando normalizarse y el sonido de los besos delicados de Arthur y Francis hacia él, el atendido, el que controló el encuentro; y ellos se dejan caer sobre la cama y sobre Allistor, abrazándolo, consintiéndolo todavía más hasta el hartazgo.

Arthur es el último en dormirse, pensando, otra vez y sin motivo para hacerlo, en lo que sucedería con él si algún día tuviera que perderlos.

~Noche XXVII. Fin~

APH: Primus Inter Pares | ScotEngFraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora