Tu eres mi obsesión *Sterek*

(Confundido estoy pero mi corazón ya a decidido a quien amar)

-¡Que desastre! -murmuro para mí mismo, parpadeando para ahuyentar las lágrimas que amenazan con escapar de mis ojos. Tome la taza de té que había dejado abandonada a un lado, cuando Isaac me aviso que Derek venia llegando. Bebí un sorbo, tratando de calmarme. Las últimas palabras de Derek se me habían metido debajo de la piel, quería creerlas con desesperación; pero como podían ser verdad. Todo el episodio estuve mareado, pero no sabía porque. Me quede mirando la puerta, sintiendo que la tensión me abandonaba y el dolor ocupaba su lugar.

Nada había cambiado para mí con la aparición de Derek en mi vida. Mi vida era tranquila antes de que Derek apareciera y reapareciera y podría volver a serlo. ¡Por supuesto! ¿A quién pretendes engañar? me pregunte sarcásticamente. Negando con la cabeza. Sin él, mí mundo era un infierno incoloro. La conmoción de su supuesta muerte me había dejado aturdido en el aspecto emocional y los chicos y el cachorro recibían lo poco que quedaba de mis sentimientos humanos. Con su regreso Derek me había devuelto a la vida, sin él estaría desterrado en un mundo gris de insatisfacción.

Lo sabía, antes ya había pasado por esto, con la muerte de mi madre pero la intensidad del dolor me hizo estremecer. Las lágrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas, deje la taza vacía en el fregadero y entre sollozos me arrastre a mi habitación; me sentía vació y perdido. Me metí en la cama y me abrase al lobito de peluche con una mano mientras con la otra acariciaba mi vientre. No sabía que iba hacer ahora.

No había podido dormir en toda la noche, me sentía fatal. Necesitaba descansar, la cabeza me palpitaba y nuevamente sentí nauseas. Pese a todo me levante y vestí, Scott había resultado mal herido por mi culpa y lo mínimo que podía hacer era consentirlo un poco. Isaac y yo fuimos a recogerlo a la veterinaria, todavía estaba inconsciente pero Deaton nos dio permiso de llevarlo a su casa; alegando que no tardaría en despertar y dándome un líquido espeso que debía tomarse pues dijo que todavía estaría adolorido.

Nada más dejarlo en su cama, baje a la cocina y con el permiso de Melissa me puse a cocinar una comida digna de lobos hambrientos. Lasaña, pastel de carne, pollo en salsa de tres quesos y un pastel de chocolate. Nada más terminar subí a la habitación de mi mejor amigo, a ver como estaba. Isaac y Liam estaban jugando videojuegos a un volumen insonoro para mis oídos. Como buen beta, el cachorro no se había apartado de Scott desde el incidente.

Me senté en el sofá cerca de la cama y lo observe dormir. No había pasado mucho tiempo, cuando mi mejor amigo se despertó. -¡Hey! Te despertaste -le digo sonriendo abiertamente. Scott me miro con una sonrisa bobalicona inmensa. De inmediato los chicos dejaron los juegos y se acercaron a nosotros. -¿Cómo te encuentras? -le pregunto Liam con su carita de preocupación, ¡madre mía! Los ojos de cachorro, se había vuelto una manía entre los chicos. Si no era Scott, era Isaac y ahora también Liam. Esperaba que mi bebé no obtuviera esa arma de destrucción masiva.

Al pensar en mi bebé volví a ponerme triste, pero espabile no quería que los lobos me olfatearan. -Estoy hecho polvo -nos aseguró Scott haciendo más drama. Todos nos hartamos de reír. -Ya enserio ¿saben que es un poco ofensivo que me traten como un invalido? -protesto mi mejor amigo. Todos nos reímos con suavidad. -Te encanta que te presten atención, en especial si soy yo -lo pinche sonriéndole con chulería mientras me sentaba a su lado en la cama y le acercaba la bandeja con comida. -Además de que prepare todas tus comidas favoritas y un delicioso pastel de chocolate. -le confié, mientras acariciaba su cabello. Scott siempre había sido como un hermano menor para mí.

-Tienes razón, me encanta que me consientas -dijo Scott sonriendo infantilmente, mientras se acomodaba la comida en su regazo -Eres el mejor hermano del mundo. -declaro antes de dormirse, después de darse un atracón de comida saludable. Los tres nos miramos sin saber si Scott fue consciente de que sus últimas palabras sonaron totalmente sinceras.