Capítulo 21.

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El clima seguía siendo perfecto cuando salió de casa. Al instante, se encontró con el presumido y sonriente rostro de su novio. Kirishima pronunció la curva de sus labios aún más, acercándose rápidamente. Al estar lo suficientemente aproximado, rodeó el cuello del contrario y le plantó un beso casto en los labios. Katsuki se quedó tieso, observando ansiosamente a sus costados. En cambio, él decidió mirarlo con extrañeza y luego ignorarlo porque su novio le tomó de la mano y fue la mejor sensación del mundo.

-Hola -Eijirou dijo, entrelazando sus dedos con los del rubio y recibiendo un apretón en cambio.

-¿Solo eso vas a decirme? -Katsuki protestó, con la nariz arrugada y sin hablar en serio.

-¿Qué más querías oír? -levantó una ceja, sus ojos vagando brevemente hacia el cuerpo de su pareja. Traía la chaqueta de cuero que lo enloquecía, una camiseta roja y pantalones ajustados. Al olfatearlo un poco, se percató de que también se había aplicado algo de colonia, el aroma era tan bueno que casi ronroneó.

-Pasé horas arreglándome, ¿te he dicho que lo odio?

-Estoy seguro de que lo mencionaste algunas veces -Se sintió aliviado de que el rubio haya pasado por su misma situación, o hubiese estado muy avergonzado. Y además, Katsuki odiaba muchas cosas, ni siquiera podría enumerarlas y podía estar quejándose de ellas durante horas. Sin embargo, recuerda que lo hace especialmente cuando su madre se tarda tres horas dentro del baño antes de pasar algún aniversario con su padre-. Te ves bien.

-Claro que me veo bien -sonrió-. Te tardaste mucho en decirlo.

Eijirou soltó una risa, besando la comisura de sus labios antes de tirarlo para comenzar una caminata.

-Vamos, no debemos perder el autobús. Y mi padre debe estar espiando por las cortinas.

Katsuki, a su lado, le siguió el paso.

-¿Vino ese idiota? -gruñó.

Odiaba al padre del pelirrojo desde esa vez en que no asistió al cumpleaños de Eijirou -que solo había planeado como una excusa para verlo otra vez- y este se sintió deprimido durante días. Claro, en ese tiempo apenas tenía siete años y aún creía que el mayor llegaría, viviría con ellos para siempre y sería un buen padre. También recuerda haberlo maldecido cuando lo llamó perro rabioso. Eijirou suspiró, asintiendo mientras tenía la mirada gacha. Le asustaba un poco dejar al hombre a solas con su madre, a pesar de saber que él no se atrevería a tocarla además de unos abrazos y toques en la mano.

-Ni siquiera entiendo porqué -dijo el rubio después de unos segundos.

Eijirou se encogió de hombros-. Arata y su familia también vendrá -La sola mención del hombre le causaba olas de preocupación y decepción-. Mamá propuso que cenes con nosotros, pero creo que sería una idea mucho mejor ir a tu casa y hacer cosas más interesantes -sonrió, haciendo un ridículo movimiento de cejas que le provocó una risa al contrario.

-Te ves ridículo -rió-, pero a veces tienes buenas ideas.

Ambos caminaron hacia la parada de autobuses, con los dedos entrelazados mientras hablaban sobre temas triviales. Después de todo, se acercaban las vacaciones de verano y estaban cansados de ir al mismo sitio todos los años. Quizá podrían convencer a sus padres de irse a otra parte -aunque sinceramente Eijirou estaría feliz en cualquier lado con el rubio-, o simplemente quedarse y hacer pequeñas paradas. Marcaban las seis y quince cuando el transporte llegó y se dirigieron al cine, el tema de conversación cambiando a uno más banal sobre qué comerían después de la película. Era increíble estar así, solo charlando sin preocuparse por el mundo. Con esa idea en mente llegaron a su parada.

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