Capítulo 23.

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Tenía el mejor plan de la historia para vengarse de Camie. Y sí, Katsuki quizá había estado pensándolo demasiado durante un tiempo. Era el momento ideal. Último día de clases, último año. El día milagroso de cualquiera. Quizá hasta él se hubiese entusiasmado con ello si no fuese porque realmente quería humillar a la muchacha. Tampoco se detuvo a reflexionar mucho en lo que haría después, claro, había estado pensando en sus estudios universitarios desde hace un buen tiempo. Tenía todo planeado. Sin embargo, ha notado que su pareja se encontraba torturándose con eso día tras día. Cuando le preguntó sobre el tema, él se limitó a decir que estaba indeciso en qué haría luego. Y decidió darle su espacio para decidir.

Aunque habían tenido otras conversaciones, por supuesto. Hablaron durante horas sobre lo genial que sería vivir juntos algún día y de lo que podría depararles el destino. Poco después Hanan interrumpió en la habitación exclamando: «¡mi niño es muy joven para que te lo lleves, vándalo!». Bien, eso en realidad no había sucedido, pero Katsuki apenas podía disfrutarlo con el temor de que la mujer se apareciese en cualquier instante. Eijirou le dijo que quiere adoptar diez niños. Al otro no le agradaba del todo el tener que criar mocosos, pero no le dijo «no» definitivamente.

Viendo otro lado bueno de la madurez, cumplirían dieciocho el año siguiente y sus padres no podrían negarles alcohol. Sí, lo han bebido aún siendo menores, pero ese no es el punto. Katsuki se había decidido por administración de empresas hace tiempo, lo que le pondría en una buena posición económica. Eijirou aún no se sentía seguro por ninguna de sus opciones y eso le ha puesto preocupado. Y su labor era reconfortarlo, lo haría.

Después de ver que Camie pierda todo esa arrogancia, claro. Terminó de colocar toda esa sustancia roja en la lata de aerosol fijador. Afuera, el alumnado de encontraba inquieto con la llegada de la fémina, a la que le asignaron un discurso. Ella se había ganado el puesto de buena estudiante y perra de los profesores inmediatamente, todos la amaban. Excepto por él, que solo deseaba a asesinarla a sangre fría. Encontró el momento perfecto en que la muchacha dejó su bolso en el baño de damas mientras hacía sus necesidades en uno de los cubículos. Agradecía a los dioses el hecho de que no hubiesen más chicas allí que pudiesen verlo entrar, pero aún así valió completamente la pena.

Cuando volvió al asiento junto a su novio, tenía una sonrisa terrorífica en el rostro. Eijirou lo observó con extrañeza.

—¿Qué sucede contigo? —dijo él y luego cayó en cuenta—. Oh, ¿qué hiciste ahora?

Katsuki le besó la mejilla rápidamente, sintiéndose lo suficientemente feliz como para hacerlo—. Ya verás, cariño.

—Elegiste un mal día para meterte en problemas —Eijirou reprochó, sonriendo de todas formas.

—Shhh, allí está.

Camie subió las escaleras al escenario ante las miradas curiosas. Tenía gran parte del cabello y el rostro teñido de rojo. Oyó algunas risas mal disimuladas en el público y él realmente se deleitó con la expresión extrañada de la muchacha. Las personas mentían al decir que la venganza no te daba ninguna satisfacción. Incluso Eijirou —probablemente la mejor persona que conocía— estalló en carcajadas. Y sin embargo, contrario a todos sus deseos, Camie no sufrió al ver el nuevo color en su cabello. Ella se lo acomodó hacia un costado con una sonrisa, carraspeando en el micrófono.

La muchacha comenzó a recitar un discurso con serenidad. Para ese entonces, ya no había risas ni burlas. Katsuki gruñó en su lugar, ignorando las palabras de Camie sobre el compañerismo. A su lado, el pelirrojo lo codeó con diversión.

—Supo manejarlo bien —rió—. Tendrás que pensar en algo mejor, hombre.

—No pienso seguir a esa perra toda mi vida, Eijirou. Hoy debía funcionar —Katsuki se quejó.

» Iridiscencia | Bakushima.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora