El Exámen

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Narras tú

Las bromas habían sido todo un éxito, pues cara de cerdo estaba que se subía por las paredes.

Aquella mañana, nos habíamos dedicado a esconder paquetes Weasley por diferentes lugares de la escuela para una épica broma masiva.
Aquello podía costarles la expulsión a los gemelos, pero a ellos les daba igual.

Estábamos volviendo del embarcadero cuando nos chocamos con Sherlock en el patio de la torre del reloj, el cual ahora era un pantano.
-Lo siento- respondí -no te había visto-
-Creo que tenéis que dejar esto chicos- suspiró -no quiero que os metáis en más líos-
-Tranquilo- rió George -esta será la última-
-¡(T/N)______!- escuché una voz familiar.
-¡Hola Newt!- sonreí para correr a su lado.
-He encontrado dos crías de escarbato en la entrada del bosque- sonrió -¿Quieres verlas?-
-¡Claro!- respondí eufórica.
-¿En serio?- Respondió incrédulo el Slytherin -creía que me ayudarías con el examen de hoy-
-Tengo tiempo de sobra Holmes- respondí -y si quiero hacer Magizoología mejor que vaya empezando-
-Venga vamos- sonrió el Hufflepuff arrastrándome.

Corrimos por los pasillos hasta un pasillo al que nunca nadie iba.

Estaba localizado en una de las torres y tenía unas hermosas vistas del bosque.
Allí era donde Newt estudiaba a algunas criaturas que se encontraba malheridas. Él las cuidaba y les daba mucho cariño para luego liberarlas.
Un pequeño Escarbato de pelaje grisaceo se encontraba jugando con una brillante tuerca en el suelo mientras otro azulado dormía en un rincón.
-Que bonito es- sonreí y al escucharme el animalito se sobresaltó -lo siento, no te haré daño-
-Estaba solo en el bosque- habló Newt -y solo tiene unos meses-
-Es raro que este solo- dije llevándome la mano al bolsillo -las madres no suelen abandonarlos-
-Tal vez le ocurriese algo- sonrió Newt al ver como el animalito se ponía de pie curioso -parece que le gustas-
-Toma- sonreí arrodillándome frente al animalito para sacar un Knut del bolsillo -¿Te gusta lo que brilla verdad?-

Los ojos del animal brillaron emocionados al ver la reluciente moneda en mis manos.

Se acercó con rapidez y trepó por mi cuerpo hasta mi brazo, el cual cruzó rápidamente hasta mi palma.
Tomó la moneda y la abrazó con fuerza haciendo que se me escapase una risa.
-Eres la cosita más adorable que he visto- sonreí rascándole la cabecita haciendo que una especie de sonrisa se dibujase en su hocico.
-Es tuyo- dijo Newt -yo tengo que cuidar al otro y dos Escarbatos serían demasiado para una sola persona-
-McGonagall ¿Está al tanto?- pregunté.
-Por supuesto- sonrió -ella misma me dijo que te informase-
-Guay- sonreí -tengo que buscarle un nombre-
-Seguro que se te ocurrirá algo- sonrió antes de que la campana sonase.
-Debo irme a la biblioteca- dije metiendo al animal en el bolsillo de mi pantalón con mis monedas -Nos vemos luego-
-Vale- respondió con una preciosa sonrisa.

Me dirigí a la biblioteca con una sonrisa mientras miraba el trozo de espejo que Scorpius me había dado, donde podía ver a mi padrino con una sonrisa.

Al llegar, Sherlock estaba sentado con sus libros estudiando para el examen por lo que me senté a su lado y saqué los míos.
-Veo que ya has empezado- sonreí.
-Pues claro- respondió para observar mi bolsillo que no dejaba de moverse -¿Qué llevas ahí?-
-Ou- reí para sacar al pequeño Escarbato -es mi nueva mascota-
-¿Sabes la cantidad de problemas que causan esas criaturas?- habló el Slytherin -su obsesión por los objetos que brillan es...-
-Desmesurada para su tamaño- reí -por supuesto que lo sé Sherlock. Tranquilo, no me meteré en líos por su culpa-
-Los líos y tú siempre vais entrelazados de la mano- dijo con una risa para colocarse el pelo que caía sobre sus ojos.

Con solo aquel simple gesto, mi corazón comenzó a latir con fuerza.

No sé que tenía Holmes para provocar en mí aquellas reacciones tan repentinas, pero de lo que estaba segura era de que él me gustaba demasiado.
Deslicé mi mano hasta su cabello para volver a descolocarlo, pues él no soportaba que lo hiciesen y yo amaba provocarle.
-Estate quieta- protestó el muchacho.
-En el fondo te gusta que lo haga- dije riendo mientras leía los apuntes una vez más.
-Me estás obligando a volverme en tu contra- dijo con una maléfica sonrisa para colocar la punta de sus dedos sobre mi costado.
-Ni se te ocurra Sherlock- dije apretando su muñeca controlando la risa que me provocaba al moverlos.
-Está bien- rió para levantarse -vamos al examen-

Ambos nos levantamos y pusimos rumbo al gran comedor.

Allí todos los alumnos fueron tomando asiento para hacer el primer examen, el silencio era absolutamente ensordecedor y la cara de cerdo nos miraba con su falsa sonrisa mientras sostenía una taza de té azul.

De pronto, un silbido comenzó a escucharse en el pasillo, por lo que la mujer fue a ver que sucedía.
Al abrir, una pequeña chispa voló hasta su nariz explotando haciendo que todos nos levantásemos con una sonrisa.

Los gemelos entraron riendo y gritando en la sala con sus escobas seguidos por una enorme estela de fuegos artificiales de múltiples colores.
Todos lanzamos los exámenes al viento entre carcajadas haciendo que las chispas los destrozasen y la profesora se volvía loca de rabia.
Fred soltó un enorme paquete que George encendió con Incendio haciendo que un enorme dragón saliera y persiguiese a Kettleburn hasta que al caer en sus fauces explotó. La profesora estaba cubierta de pólvora y sus absurdas normas se hicieron mil pedazos mientras caían al suelo.

Todos salimos al patio para despedir a los pelirojos que surcaban el cielo de vuelta a casa.
Sin esperarlo y entre la multitud, mi cabeza comenzó a dar vueltas haciendo que perdiese el equilibrio y me cayese al suelo.

Me encontraba en una sala oscura con estanterías, era el lugar con el que siempre soñaba y allí s encontraba mi padrino sudando y dolorido.
-Dámelo- escuché la voz de Voldemort.
-Tendrás que matarme- respondió Scorpius con seriedad.
-Muy bien- rió -¡Crucio!-

Scorpius comenzó a retorcerse de dolor en el suelo por la maldición imperdonable y mi visión volvió a la normalidad.

John, Mary y Sherlock se encontraban frente a mí antes de que me levantase rápidamente del suelo tan blanca como la nieve.

La magia de la deducción (Parte 5) (Sherlock Holmes y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora