Las primeras clases

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Narras tú

Todos nos reunimos en la sala de menesteres a la hora acordada, la verdad es que me sorprendía que tantos alumnos nos apoyasen en aquella situación sobretodo prefectos como Mycroft.

Como primera clase decidí explicarles el hechizo Expelliarmus a mis compañeros.
-Siempre es importante desarmar al enemigo en un combate- dije con seguridad colocando un maniquí en medio de la sala -por lo que en esta clase aprenderemos Expelliarmus. Quiero que forméis una fila por favor, sin empujar-
-No sé si me saldrá bien- suspiró Thomas -soy muy torpe-
-Tranquilo- sonreí -estamos aquí para aprender y es normal cometer errores. Intentalo-
-¡Expeliarmus!- dijo haciendo un movimiento seco de varita haciendo que la misma saliese disparada hacia atrás haciendo que casi le sacase un ojo al pequeño Quentin Gibson de Gryffindor -¡Lo siento!-
-Es que aireas demasiado la varita- sonreí para hacer un ejemplo -prueba así ¿Vale? Seguiremos trabajando en ello-
-Vale- dijo para ponerse al final de la cola.

Uno por uno todos los alumnos fueron pasando y como en todas las clases había alumnos que eran muy avispados y otros que necesitaban algo más de práctica.

Cuando terminamos, cada grupo se fue a su sala común con una enorme sonrisa de satisfacción.
-Eres genial Potter- dijo el pequeño Quentin abrazándome -me alegra poder aprender contigo-
-No es para tanto Quentin- sonreí al pequeño alumno de segundo año -seguro que serás un gran mago en el futuro-
-Todos seremos grandes magos- rió Watson -pero ahora tienes que irte a dormir, solo los mayores podemos estar despiertos-
-Vale- dijo el niño con una sonrisa antes de subir.
-Ahora que estamos nosotros seis- sonrió George para sacar un paquete marcado con una W -tenemos nueva mercancía-
-¿No os habían prohibido distribuir vuestros productos?- preguntó Longbottom.
-Si pero se acabaría la diversión- rió Fred para abrirla.
-Toffee febril, pastillas vomitivas, bombones desmayo...- enumeró John -tíos esto es...-
-¡La leche!- dije pasando mis brazos por sus hombros para besar sus mejillas -sois los mejores chicos-
-Todo sea por el negocio familiar- corearon.
-¡Os meteréis en un follón tremendo!- protestó Mary.
-Total- rió George -nunca se nos han dado bien los estudios de todas formas-
-Y así- sonreí maliciosamente -podremos hacerle la vida imposible a esa bruja azul y sus compinches-
-Vayamos a la cama- bostezó Thomas -mañana volvemos a su tortura de clase-
-Tienes razón- respondí -buenas noches chicos-

Los chicos se fueron a su dormitorio mientras Mary y yo íbamos al nuestro y nos dejabamos caer en un dulce y profundo sueño.

Las siguientes clases decidí hacerlas en parejas, pues me pareció una buena forma de practicar de forma eficiente.
-El aturdimiento es uno de los hechizos más importantes de tú arsenal- expliqué a las filas de alumnos que formaban un pasillo en el centro de la sala -es como el ABC de un mago. A ver... ¡Quentin! Inténtalo lo mejor que puedas-
-Vale- dijo colocándose al otro lado del pasillo para suspirar -¡Desmaius!-

Un fuerte impacto me golpeó en el pecho haciéndome salir despedida por los aires al mismo tiempo que el pequeño alumno.

Al impactar en el suelo, todos estaban sorprendidos pero una sonrisa cubrió mi rostro.
-¡Muy bien Quentin!- sonreí algo dolorida por el golpe -¡Bien hecho! Tienes que seguir practicando. Ahora... Mary... John ¿Me haríais el honor de mostrárnoslo?-
-Claro- sonrió Watson -No te preocupes, no seré duro contigo-
-Gracias Hamish- respondió ella con una risa para guiñarme el ojo.
-¡Venga John!- animó Fred.
-¡Vamos John!- animó George.
-¡Venga animo John!- sonrió Sherlock
-¡Vamos John!- animaron los chicos.
-¿Preparados?- pregunté haciendo que asintieran.

Ambos alumnos estaban muy serios, me encantaba verles tan metidos en la clase.

Los ánimos de los chicos aumentaban pero las chicas no decíamos nada.
-Un sickel por Mary- apostó Fred.
-Hecho- respondió George en un susurro.
-Uno... Dos...- conté viendo la tensión -¡TRES!-
-¡Desmaius!- gritó Mary.
-¿¡Desmaius?!- gritó John con un agudo grito mientras salía despedido por los aires y golpeaba el frío suelo.

Una risa se escapó de mi garganta al igual que algunas chicas mientras los chicos lo miraban algo decepcionados.

El muchacho se incorporó y se acercó a Holmes y los gemelos mientras frotaba su brazo.
-Gracias- respondió Fred al recibir su moneda.
-Cállate- respondió George.
-La he dejado ganar- dijo para mirar a Mary -por educación. Ha... Ha sido totalmente... a propósito-
-Ya claro...- respondió Sherlock con una sonrisa golpeando su espalda.
-Buen trabajo- sonreí -tranquilo John, hay tiempo de sobra para practicar-
-Si- sonrió el muchacho mientras mi amiga sonreía victoriosa -no te pases Mary-
-Solo disfruto el momento- respondió para revolver su cabello.

Al terminar la clase, todos nos fuimos a nuestra sala común mientras Quentin vigilaba que Filch estuviese dormido en la silla que había colocado frente a una de las paredes.

A la mañana siguiente, Filch colgó un nuevo cartel en la pared de la escuela que decía lo siguiente.
"Todos los alumnos serán sometidos a un interrogatorio sobre actividades ilícitas sospechosas"
A pesar de aquello, nada nos impediría seguir con las clases secretas.
Los interrogatorios se llevaron a cabo en el despacho de Kettleburn y muchos alumnos no dijeron ni una sola palabra de lo que estábamos haciendo.

La última clase que teníamos antes de las vacaciones de navidad, fue la de Levicorpus.
El hechizo consistía en levantar el cuerpo del oponente por el tobillo dejándolo flotando en el aire.
Como Newt tenía el brazo un poco caído, me acerqué para corregir su postura.
-Levanta un poco más el brazo- dije colocándome en su espalda haciendo que Mary nos lanzase una pícara mirada y él girase su rostro con una dulce sonrisa.
-¡AAAAHHHH!- chilló Quentín al caer y levantarse rápidamente -¡Estoy bien!-
-Lo siento- respondió el Hufflepuff avergonzado.

Me acerqué a un grupo de estudiantes que practicaba Reducto con una sonrisa.

Me puse junto detrás de los maniquíes viendo sus caras de concentración, me encantaba ver como se esforzaban.
-¡Reducto!- gritó Sherlock haciendo que el maniquí terminase hecho polvo.
-¡Genial Sherlock!- Dije con una enorme sonrisa para estrujarle-¡Es fantástico!-
-Caray- respondieron todos sorprendidos.
-Trabajar duro es importante pero hay algo que lo es incluso más- sonreí corrigiendo la postura de otros muchos que practicaban otros hechizos -creer en ti mismo. Pensadlo de este modo, todo gran mago en la historia ha comenzado siendo lo que nosotros somos ahora, un alumno. Si ellos pudieron ¿Por qué no nosotros?-

Todos me dedicaron una enorme sonrisa que sin lugar a dudas hacía que me sintiese muy orgullosa de lo que estaba haciendo.

La magia de la deducción (Parte 5) (Sherlock Holmes y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora