Reencuentros

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Narras tú

Aquella horrenda mujer arrugó su nariz aplastada con gesto molesto, parecía un cerdo con ganas de morder a alguien.
-Interroguemos a los testigos- habló la ministra -señor Franklin Warhol, suba al estrado por favor-

Yo abandoné el asiento y en mi lugar se sentó el amable anciano con una sonrisa.
-Relate el día del accidente- sonrió la ministra.
-Bueno- se aclaró la voz el hombre -aquella noche era cálida, mucho porque tenía el ventilador encendido. De pronto, todo empezó a volverse frío y empecé a sentirme... triste. Mis ventanas comenzaban a tener escarcha y cuando miré a través de ellas vi a dos dementores en la casa de los Jordan. Uno estaba entrando y la niña gritaba aterrorizada, pronto llegó Potter y la protegió lanzando un Expecto Patronum asombroso y repitió lo mismo con el segundo... no sé que hubiese pasado si ella no llega a estar aquella noche-
-Señor Harry Potter- habló Hermione -suba al estrado por favor-

Mi pulso se elevaba mientras mi abuelo tomaba su asiento.

La profesora McGonagall puso su brazo rodeando mis hombros para tranquilizarme mientras Hermione comenzaba a preguntar.
-¿Qué vio usted aquella noche?- preguntó con seriedad.
-Nada- respondió mi abuelo -solo fui avisado de que mi nieta había infringido las normas y quise ayudarla-
-¿Qué hizo usted?- volvió a preguntar la ministra con insistencia.
-Manipulé los recuerdos de la niña- dijo con total calma -para ella solo ha sido un intento de robo por parte de dos hombres encapuchados vestidos de negro. Además ¿Ustedes creen que los adultos creerían las historias de una niña de ocho años?-

El silencio se hizo en la sala con aquella pregunta y mi abuelo se sentó a mi lado.

Tras un rato de murmullos entre los presentes mi tía me miró con seriedad y agarró su mazo.
-Se retiran todos los cargos- dijo ella con pinta molesta para golpear la mesa.

Una sonrisa cubrió mi rostro para abrazar a mi abuelo y a la directora.

Salimos al pasillo y nos reunimos con mi padre y mi abuela en la plaza principal.
-Muchísimas gracias profesora- dijo mi padre.
-No hay nada que agradecer- sonrió -lástima que no nos vayamos a ver mucho este año-
-¿Qué ocurre profesora?- pregunté.
-Tengo que hacer un viaje muy largo- habló -tendréis una sustituta, pero los primeros días yo estaré disponible-
-¿Sabe algo de quién se trata?- preguntó mi abuela.
-Tendremos a Alice Kettleburn- como profesora de Defensa contra las Artes Oscuras, pero el resto no lo sé-
-¿Quién es?- pregunté a mi abuelo.
-La señora de voz de pito del tribunal- respondió.
-¡Ah!- dije sin pensar -¿La qué tiene cara de cerdo?-
-¡(T/N)_____!- dijo mi padre dándome una suave colleja -¡Que te pueden oír!-
-Perdón- dije haciendo reír a mi abuela.
-Venga que Scorpius y el resto nos esperan- dijo mi abuela.

Volvimos a casa y nos subimos al coche para poner rumbo a Londres, pues llegaríamos a la hora de cenar.

La casa de Scorpius era la antigua casa de los Black.
Al llegar, mi abuelo fue el primero en llamar a la puerta y Scorpius abrió.
Al verle, me lancé sobre él para abrazarle con todas mis fuerzas.
-¡Has crecido mucho estos días!- rió.
-¡Que va!- sonreí.
-¿Ha llegado ya?- escuché una voz femenina en el segundo piso.
-Bajar chicos- ordenó Scorpius.
-¡Todos a cenar!- dijo una mujer de pelo blanco saliendo a las escaleras -¡Que guapa estás (T/N)____!-
-¿Qué hace aquí señora Holmes?- dije extrañada.
-Tenemos una reunión- dijo el tío Ron.
-¡Bu!- gritaron los gemelos apareciendo detrás de él para echar a correr.
-¡Que se os permita usar magia aquí no os da permiso para hacerla siempre!- riñó.
-¡(T/N)______!- escuché una voz en la cima de la escalera y pronto un muchacho de cabello negro me abrazó con todas sus fuerzas.
-¡Sherlock!- chillé emocionada para estrujarle.
-¡Hola!- gritó Mary.

Cuando me separé de Sherlock, ví que Mary estaba agarrada al brazo de John.

Ambos se soltaron rápidamente, pero en los ojos de ambos se notaba que algo había pasado este verano.
Cerré mi puño suavemente y golpeé el estómago de Sherlock con suavidad pero haciéndole daño.
-¡No me habéis escrito en todo el verano!- protesté -¿Sabéis lo aburrido que ha sido no saber nada de vosotros?-
-Lo sentimos- dijeron los tres a coro.
-Pero Scorpius nos hizo prometer que no te contaríamos nada- habló John.
-¿Sobre qué?- pregunté.
-Sobre la Orden- dijo Sherlock.

Al entrar en el comedor, el profesor Lupin me abrazó con fuerza.

Mis brazos rodearon su cuerpo para corresponderle, al igual que a Perro Loco, bajo la atenta mirada de los padres de John y Mary y el resto de mi familia.
Todos nos sentamos a la mesa y disfrutamos de aquel tremendo festín.

A los jóvenes nos mandaron a nuestro dormitorio y accidentalmente me tropecé con un pequeño ser, era Kreacher.
-Lo siento mucho- dije levantándole.
-No pasa nada joven Potter- habló -pero no es bueno que se junte con sangre sucia-
-No te metas con Mary Kreacher- dijo John serio.
-El amo requiere de mi ayuda- dijo desapareciendo con un chasquido.

Entramos en la habitación que yo y Mary compartíamos.

Era una habitación algo lúgubre pero cálida por la pequeña estufa, las camas eran individuales con sábanas recién puestas y unas preciosas cortinas negras.
-Tienes que contarnos todo lo del accidente- se entusiasmó el Slytherin.
-Déjala respirar Sherlock- rió John.
-Es indignante que te intentasen expulsar- protestó la rubia.
-Pero no lo han hecho- dije seria -¿Y no podíais contarme que estabais aquí?-
-Scorpius no nos dejó- dijimos escuchando que entraba más gente a la sala.

Al abandonar el cuarto, vimos que los gemelos estaban en el pasillo, reposados sobre la barandilla de la escalera con una oreja extensible y nosotros nos unimos a ellos para escuchar.

En la sala podíamos escuchar hablar a Scorpius, a Lupin, a mi padre y a Strauss.
Que aquel último estuviese presente en la reunión, nos dejó bastante sorprendidos.

Estaban hablando sobre que mi padre no quería contarme los problemas que Voldemort había estado haciendo últimamente por los alrededores, pero Scorpius, Ron, mi abuelo y algunos oros discrepaban, pues yo había descubierto sus planes desde el primer curso en la escuela.

Cuando escuchamos la puerta abrirse, todos corrimos a nuestras habitaciones y nos metimos en la cama fingiendo que ya estábamos dormidos, pues mi abuela estaba subiendo para comprobar que no estábamos despiertos, ya que nadie quería que le cayese una reprimenda antes de dormir.

La magia de la deducción (Parte 5) (Sherlock Holmes y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora