La sala común

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Narras tú

Como siempre un gran banquete nos esperaba tras la canción del sombrero y el nombramiento de los alumnos de primer año.

Scott Hooper, un alumno de Gryffindor con cierto gusto con la volatilidad, no dejaba de asesinarme con la mirada hasta que Longbottom le dio un codazo.

De pronto, la directora se acercó al atril y comenzó a hablar.
-¡Buenas noches chicos!- sonrió -tengo que informaros que este año tendremos dos cambios en el profesorado de manera temporal. Por un lado el profesor Aldrige, al cual los alumnos de cursos avanzados ya tienen el placer de conocer, dará clase de cuidado de las criaturas mágicas mientras el profesor Hagrid termina su permiso temporal. Por otro lado, damos la bienvenida a nuestra nueva profesora de Defensa contra las Artes Oscuras, la señorita Alice Kettleburn. Seguro que todos os uniréis a mi en desearle buena suerte-
-Ni de coña- susurraron los gemelos haciéndome reír.
-También como es habitual el señor Filch me ha pedido que os recuerde que...- dijo antes de ser interrumpida por una tos que parecía un juguete para perros cuando se estruja.

La mujer con cara de cerdo vestida de azul, se levantó del asiento y se dirigió lentamente al atril.

Todos estábamos desconcertados, pero yo y mis primos ya la odiabamos con todo nuestro ser.
-Estaba en mi vista- susurré -trabaja con Granger-
-Gracias señora directora por tan amables palabras de bienvenida- dijo con una falsa sonrisa -¡Que maravilla ver vuestras caras radiantes de felicidad dedicándome una sonrisa!. Estoy segura de que todos vamos a ser muy buenos amigos-
-Sin duda- respondimos los gemelos y yo al mismo tiempo.
-El ministerio de magia- continuó -siempre ha tomado la educación de los jóvenes brujos y brujas de VITAL importancia. Aunque cada director ha aportado algo nuevo a esta histórica escuela, no hay que fomentar el progreso por el progreso ¡Preservemos lo que ha de ser preservado y perfeccionemos lo que ha de ser perfeccionado! Y enterremos las prácticas que deberían estar prohibidas-

Soltó una asquerosa risa y volvió a su sitio mientras le dedicábamos un aplauso, que en la mayoría de los casos era falso.

La directora volvió a agarrar el atril una vez más.
-Gracias profesora Kettleburn- sonrió -ha sido muy muy ilustrador-
-¿Ilustrador?- respondió John -vaya rollo de discurso-
-¿Que significa eso?- preguntó Mary.
-Significa que el ministerio está interviniendo en Hogwarts- gruñí.

Al terminar la cena todos nos fuimos a nuestras respectivas casas.

Cuando yo entré, en la sala se hizo un profundo y notorio silencio mientras todas las miradas me miraban con asco y rabia sujetando el profeta entre sus manos donde, como siempre, yo era la portada.

Quise hacer caso omiso y hablé con Kimberly Welsh, una chica del equipo de Quidditch que estaba sentada junto a Scott.
-Hola Kim- sonreí -¿Qué tal te fue el verano?-
-Muy bien- respondió con una suave sonrisa -mucho mejor que Scott desde luego-
-Mi madre no quería que volviera este curso- dijo azotando el periódico a la mesa para levantarse y ponerse frente a mí con actitud desafiante.
-¿Por qué no?- pregunté seria.
-Déjame pensar... eh...- dijo con rabia -¡Por ti! El profeta ha publicado muchas cosas sobre ti (T/N)_________ y de McGonagall también-
-¿Y tu madre se lo cree?- respondí molesta.
-Bueno- sonrió cínicamente -nadie más estaba allí a parte de Michael-
-¡Pues tú también deberías leer el profeta como tu estúpida madre- hablé iracunda -te dirá todo lo que necesitas saber-
-¡No te atrevas a hablar así de mi madre!- respondió con rabia.
-¡Lo haré con quien se atreva a llamarme mentirosa!- dije mientras mis primos se ponían a mi lado -Y si tengo que usar la fuerza también lo haré-
-¿Qué pasa?- preguntó Watson que acababa de llegar con Mary de la cocina.
-¡Qué esta como una cabra!- me señaló Scott -eso es lo que pasa ¿Tú te crees toda esa basura que cuenta de quién tú sabes?-
-Si, me la creo- habló poniéndose recto mientras miraba a todos muy serio e intimidante -¿Alguien más tiene problemas con (T/N)______?-

Subí rápidamente al dormitorio y me senté en mi cama.

Al entrar en el cuarto, di una patada a mi maleta metiéndola bajo mi cama y despertando a la pobre Hedwig que dormía plácidamente en su jaula.
Me senté en mi cama soltando un gruñido y enredé mis manos en mi cabello mientras mis codos se apoyaban en mis rodillas antes de que Mary entrase.
-¿Estás bien?- preguntó Mary.
-Si- respondí aún molesta,
-No sé que le habrán dicho a Scott- respondió -está mal de la azotea. No te comas la cabeza por eso-
-¡Te he dicho que estoy bien Mary!- chillé enfadada.
-De acuerdo...- suspiró derrotada -te dejaré sola con tus pensamientos-

Me puse el pijama y me tumbé en la cama mientras un extraño escalofrío recorría mi espalda.

No tardé mucho en quedarme dormida, pues con todo lo que había pasado el agotamiento se había apoderado de mí.
Como siempre aquel sueño volvía a repetirse una vez más.

Un pasillo oscuro, una sala repleta de estanterías, una bola azul brillante y la terrorífica cara de Voldemort que me hacía saltar de la cama cubierta en sudor.
A mi alrededor todas mis compañeras dormían, excepto Mary que se sentó en mi cama para abrazarme mientras una pequeña lágrima corría por mis mejillas.

No lograba entender por qué todo aquello me estaba pasando, pero estaba segura que este año no traería nada bueno.
Me levanté de la cama y me senté junto a la ventana contemplando el precioso paisaje nocturno.
La luna brillaba con intensidad iluminando todo a su paso y reflejándose en las profundas y frías aguas del lago negro de una forma casi hipnótica.

Mary tomó una manta y nos envolvió a las dos sentándose a mi lado para observar la bella escena.
-No te preocupes- susurró para no despertar a nadie mientras su cabeza se recostaba en mi hombro -no vas a estar sola-
-Lo sé- suspiré -pero no quiero que os pase nada malo a ninguno de vosotros-

La magia de la deducción (Parte 5) (Sherlock Holmes y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora