Injusticias

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Narras tú

Cara de perro no dejaba de hacer inspecciones en todas nuestras clases molestando a los profesores.
Lo que más me enfadaba es que decía que muchos de ellos no estaban capacitados para dar esas asignaturas.

Además siempre instauraba nuevas normas ridículas para "regular el comportamiento" además de oprimir cualquier acto inapropiado en la escuela como por ejemplo separar a parejas o subirles bien los pantalones a los alumnos.

Aquella tarde teníamos descanso cuando un gran revuelo se formó en el patio de la torre del reloj.
Todos los alumnos se arremolinaban alrededor sin dejarnos ver hasta que una mano me agarró y me subió a uno de los muros que daban a la zona central.
-¿Qué pasa Michael?- dije ayudando a Mary, John y Sherlock.
-Es la profesora Trelawney- suspiró.

Cuando nuestra vista se aposentó en el centro del patio, vimos a la profesora de adivinación sollozando con sus maletas.

Cuando las puertas se abrieron, Kettelburn abandonaba el edificio con su falsa sonrisa puesta de oreja a oreja.
-Por favor no lo haga llevo muchos años en esta escuela- lloró la mujer secándose los ojos -Hogwarts es mi hogar. Por favor, no puede hacerme esto-
-De hecho puedo. Lo siento querida- sonrió la maldita mujer vestida de azul -pero el ministerio así lo ha decidido-
-¡No es justo!- protesté haciendo que la profesora Trelawney esbozase una pequeña sonrisa.
-¡No puede hacer eso!- protestaron otros alumnos de Ravenclaw.
-¡Fuera Kettelburn!- chillaron múltiples alumnos haciendo que todos coreásemos al mismo tiempo sin parar.
-¡El ministerio así lo ordena!- chilló muy molesta -¡Callaos!-
-¡Silencio!- escuchamos una estridente voz que salía por las puertas del edificio.

De pronto, McGonagall junto a Longbottom se unió a la escena con pintas de estar muy molesta.

Longbottom tomó las maletas de la profesora y la rodeó con su brazo dándole consuelo.
-Neville no- lloró en su hombro.
-Tranquila- habló Neville -ya paso el susto-
-¡McGonagall!- chilló la horrible mujer -he de recordarle que según el decreto educacional número 23...?-
-Usted tiene derecho a cesar a mis profesores pero no el de expulsarles del lugar -habló McGonagall -ese derecho le compete al director de la escuela, por tanto es mi decisión que Sibil permanezca en esta escuela-
-Por ahora- bufó ella.
-¡Bien!- coreamos los alumnos mientras la perra ponía cara de molestia.
-¿¡No tenéis que estudiar?!- gritó la directora entrando haciendo que se dispersarse la multitud.
-¡Profesora McGonagall!- dije intentando seguirla pero el esfuerzo fue inútil.

Volví con mis amigos a nuestra sala común y Mary estaba molesta.

Aquella situación había terminado de sacarla de sus casillas pues no estábamos aprendiendo nada en su clase.
De pronto un silbido proveniente de la chimenea nos distrajo.
-Scorpius- sonreí al ver a mi padrino -¿Qué haces aquí?-
-Me dijiste que estabas preocupada por Kettleburn- habló -¿Qué está haciendo?-
-Traer a la escuela de cabeza- resumió Watson -eso está haciendo-
-No me extraña- suspiró -Granger cree que McGonagall está reclutando fuerzas en su contra mientras Voldemort cada vez se mueve más-
-¿Cree qué estamos reclutando un ejercito de magos?- pregunté confusa.
-Eso es exactamente lo que cree- dijo dando un pequeño salto -viene alguien, cuidaos mucho-

El fuego volvió a su estado normal y Mary se sentó a mi lado.

Removí la leña para avivar el fuego y John comenzó a hablar.
-Necesitamos una solución para el problema de Kettelburn- gruñó John -pero no conocemos a nadie lo suficientemente bueno para ayudarnos-
-Yo creo que si- sonrió Mary.
-¿Quién?- preguntó el muchacho mientras Mary me miraba.
-¿Yo?- dije sorprendida -No, ni de coña-
-¡Oh venga ya!- protestó Mary -eres la única que se ha enfrentado a él y la que mejores nota saca-
-Si pero- suspiré -es mucha responsabilidad-
-Lo harás de maravilla- sonrió John -estaremos todos contigo-

Como se hacía tarde me fui a mi dormitorio y me metí en la cama para quedarme profundamente dormida.

Al día siguiente, mientras paseaba por los alrededores del castillo, vi como un Thestral aterrizaba en el bosque.
Me dirigí hacia allí con la curiosidad carcomiéndome por dentro, pues quería volver a ver aquellas criaturas de cerca.

En un enorme claro, un muchacho de cabello castaño claro se encontraba, con los pies desnudos, acariciando a uno de aquellos bellos pero siniestro.
Me acerqué por detrás y sonreí.
-¿Y tus zapatos Newt?- sonreí.
-Creo que han sido Nargels- sonrió -les encanta esconder cosas-
-Yo creo que no- sonreí para alimentar a una pequeña cría con un trozo de carne -¿Cómo es que tú también puedes verlos?-
-Porque vi morir a un amigo- dijo con una triste sonrisa -estábamos jugando al lado de un río donde la corriente era muy fuerte. Como había estado lloviendo, las orillas resbalaban y supongo que te imaginarás que pasó-
-Lo siento mucho- dije apoyando mi mano en su hombro -debió ser muy duro-
-Pero la vida sigue- suspiró -nada es permanente en este mundo y hay que aprender a seguir hacia delante-
-Lo sé- dije con una mueca triste mientras la cría revolvía en mis bolsillos en busca de otro pedazo de carne haciéndome reír.
-A la gente no les gustan por que son...- dijo Newt mirándome.
-Diferentes- dije para acariciar a un macho que se había acercado curioso.
-Si- sonrió para acercarse a mi con una sonrisa.
-Somos parecidos a ellos- sonreí.
-Tú en absoluto- rió -con todo lo que está pasando con Voldemort... todo el mundo te está cogiendo cariño. Mis padres y yo te creemos y también creemos que el ministerio conspira contra tí y McGonagall-
-Gracias- sonreí -es un alivio ver que alguien confíe en mí-
-Si yo fuera Voldemort- habló con seriedad -querría aislarte de todo el mundo porque si estás sola, no serías una gran amenaza-

De pronto, un carraspeo nos interrumpió.

Al girarme, Sherlock nos miraba con muchísima seriedad.
Newt se alejó un par de pasos y sonrió.
-Ya nos veremos más tarde- dijo el muchacho.
-Claro- sonreí para ir con Sherlock -Hasta luego-
-¿Qué hacíais?- preguntó curioso.
-Alimentar a los Thestrals- sonreí para tomar su mano con suavidad.
-Que rarita eres Potter- rió.
-Pero sabes que te encanta- reí para empujarle suavemente mientras íbamos a buscar a nuestros amigos.

La magia de la deducción (Parte 5) (Sherlock Holmes y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora