Capítulo VI

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La niña en la cueva

"La compasión es una de las más hermosas facultades del alma humana" Séneca.


Las hojas de los árboles se mesen suavemente, el atardecer ilumina el bosque, algunos rayos valientes logran filtrarse por la espesura. La princesa y el hombre lograron encontrar un buen refugio, ahora todos están reunidos frente a la fogata. Una tranquilidad pocas veces experimentada les cobija.

-¿Cómo terminó en ése árbol señorita Sango?- pregunta la princesa pasándole un poco de te a su nueva amiga.

La castaña tomó la bebida, suspiró viendo su reflejo en aquel líquido.

- Me diriguia a Central, cuando me encontré con dos sujetos extraños...

De repente la historia le llamó la atención al escolta quién afirmaba su espada. Puso atención, cada detalle sería importante para el cuidado de su protegida. Podría ser lo más inútil del mundo o una noticia trascendental.

-Un hombre y un chico... - continuó.

La princesa no pudo evitar sobresaltarse un poco, miró en dirección a Taisho. Tal reacción no pasó desapercibida por los dos nuevos integrantes del grupo.

- Los idiotas trataron de interrogarme, pero yo no le doy explicaciones a nadie, peleamos un poco, subí al árbol e intenté volar pero sólo logré caer y enrredarme con varias lianas- terminó el relato, dirigió su atención a Kirara, bostezaba por tercera vez.

Seguramente no pudo volar porque central ya no posee aura elemental》 piensa Higurashi.

-¿A dónde fueron?- pregunta el peliplata.

-En dirección al oeste, hace muy poco, iban a pie- contesta - No deben estar muy lejos. Éso los hizo tensarse.

-Oigan...- habla Miroku -¿Podrían soltarme?- el monje estaba tumbado y amarrado con una cuerda, se retorcia cual lombriz.

-¡Por supuesto que no!, eres un maldito libidinoso- rugio la castaña -Da gracias que no te corté el orgullo- hace una mueca de desagrado.

-Pero...- sus ojos se humedecieron -Debo ir... ya saben... al árbol

Los tres lo miraron incrédulos, vaya sujeto, sólo a la princesa le pareció de lo más divertido.

Miroku seguía llorando y retorciendose implorando piedad para su pobre vejiga. De un momento a otro el suelo bajo ellos tembló, las risas de las mujeres pararon. Se desquebrajo, quisieron correr pero de nada les valió.

Cayeron al enorme socavón.


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Cinco Reinos (Sesshome, Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora