Prólogo

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Min Yoongi, chico joven de 25 años de edad el cual es muy, muy, extremadamente... Raro. No habla con demasiada gente, no se relaciona con otras personas por voluntad propia y la única persona capaz de hacerlo sonreír es su mejor amigo. No le interesa nada en la vida, mas que escribir y componer canciones y tocar el piano o algún instrumento semejante. Se podía pasar horas en su estudio, pero también hablando y disfrutando de la compañía de su mejor amigo. Raro.

Jung Hoseok, chico joven con carácter infantil de 24 años, el cual es muy, muy, extremadamente... Alegre. Y raro, también, en cierto sentido, pues era el único que realmente disfrutaba, apreciaba y amaba la compañía de su mayor. La gente le miraba raro cuando los veían juntos por la calle. Yoongi era muy conocido en aquel barrio, pues era donde nació, y un día decidieron compartir piso, pero con la condición de que el menor fuera a la casa del albino. 

Por eso mismo todos conocían a Yoongi y miraban extrañados a Hoseok. El mayor no tenía amigos, probablemente, desde la primaria. La última vez que recordaban verlo con uno acabó con la mudanza de de su familia, puesto que el niño contaba que le causaba una extraña sensación de incomodidad en el interior, pero que era tan bueno que quiso darle una oportunidad. 

Mal.

Ahora, simplemente, se encontraban preparando la comida. Bueno, mejor dicho, Hoseok preparaba la comida. Yoongi tenía un talento nulo para la cocina.

—¿Y bien? ¿Tienes pensado acabar con tus estudios de medicina? —preguntó el pelirrojo, sonriendo levemente mientras cocinaba.

Ese era otro punto que se le daba bien al mayor: la medicina. Pero no parecía aprovechar aquella asombrosa cualidad que tenía para curar o sanar heridas, o simplemente cuidarte cuando estabas enfermo.

—Uff... —bufó el albino, recostando su cabeza sobre su mano, el cual brazo se hallaba apoyado sobre la barra de la cocina—. Sabes que, de todas formas, no encontraré trabajo por aquí cerca. Y no me gustaría irme mucho más lejos.

—Oh, ¡venga, hyung! —le alentó, girándose un momento de lo que le mantenía ocupado para posar su mirada en él—. Tú mismo sabes que no puedes estar trabajando hasta el fin del mundo para ese chico... ¿Cómo se llamaba?

—Taehyung.

El menor había vuelto a girarse, y Yoongi resoplaba ante las palabras del que ahora estaba cocinando. Sabía que tenía razón. No podía estar infinitamente trabajando para él, porque en ese bar ganaba realmente poco, a pesar de ser el más conocido y visitado del barrio y zona de alrededor. Y también sabía lo mucho que le costaba y se esforzaba Hoseok por mantenerlos a ambos.

Fue, realmente, una decisión importante la que tomaron al decidir irse a vivir juntos. Pero el más pequeño quiso ayudar algo a su hyung. No por nada importante. Simplemente, estaba profundamente enamorado de él. Pero parecía dar igual lo que hiciera: el mayor nunca debía darse cuenta de sus actos, pues siempre se siguió comportando igual.

—En cualquier caso —continuó hablando el pelirrojo—, debes sacarte la carrera de una vez por todas lo antes posible. Te sentirás mejor contigo mismo.

Apagó el fuego y apartó la sartén de allí. Fue a coger unos platos, haciendo reaccionar inmediatamente al mayor, quien se acercó para ayudarle a servir la comida y poner la mesa.

—Es un buen trabajo —comentó, una vez más, Hoseok.

Yoongi parecía estar más bien en su mundo. Se había quedado algo absorto en sus pensamientos, meditando las palabras del menor y todo lo que suponía llevar una vida como la estaban llevando ahora, a llevarla mucho mejor, con él trabajando de algo realmente bueno y que le hiciera ganar el respeto perdido por la gente.

«First date» || YoonSeokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora