Cinco

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BRITTANY


Quinn prácticamente me arrastra de donde estoyde pie. No me da tiempo de pensar en lo que sucedió. El torbellino de emocionestodavía está rebotando en mi cuerpo. Para el momento en que llegamos a micuarto, no tengo idea si estoy respirando pesadamente por prácticamente correrhasta aquí o por las cosas que Santana me dijo.
Quinn se arroja a la cama, y es entonces que medoy cuenta que su rostro está iluminado con una sonrisa. Voy a la ventana ymuevo las cortinas, sin poder evitar ver a Santana alejarse. Debería estarfeliz porque su trasero engreído se fuera, pero algo no se siente bien alrespecto.
—¡Él dijo que podía ir, Britt!
Cuando me doy vuelta, Quinn está saltando en lacama como hacíamos cuando éramos niñas. Su largo cabello oscuro está rebotandopor todos lados
—. ¡Voy a ir contigo!
Sigue saltando, pero me toma un segundocomprender.
—¿Pero cómo?
Doy un paso hacia ella, esperando que seaverdad. Ella deja de saltar, pero su gigante sonrisa sigue en su sitio.
—El tipo dijo que conseguiría que tu reina lohiciera.
Las palabras tu reina me provoca algo gracioso,pero lo ignoro, sin querer concentrarme en eso ahora.
—¡Quinn! —Medio grito porque no quieredecirlo.
Mueve sus cejas.
—Intentó besarme.
—¿Qué? —digo muy fuerte, luego pongo una manosobre mi boca.
Ella asiente.
—Oh sí. Me agarró y me acercó a él, y dijo queiba a tomar mi boca —dice con voz soñadora, y estoy confundida. Es una voz quenunca antes la he escuchado usar. Esto es raro
—. Pero antes que pudiera besarme, le pateé laespinilla.
—Oh. Dios. Mío. ¿Pateaste a un guardiareal?
Ni siquiera tengo otras palabras. ¿Quién haceeso? Claro. Mi hermana. Por supuesto ella es quien. Supongo que yo tambiénmedio le grité a una reina esta noche. Mierda
—. ¿Qué hizo él?
--Se rio y me dijo que solo estaba excitándolo.Y que iba a azotarme. Luego me besó de todos modos.
Me quedo ahí de pie sin decir nada. Estoysorprendida, pero Quinn parece que va a estallar de la emoción.
Salta de la cama y corre hacia mí.
—Le dije que podía besarme si me dabaalgo.
Mis ojos se abren con sorpresa
—. me dijo que me daría lo que quisiera.
—¿Y?
Es como arrancar un diente.
—Dije que quería ir contigo, y dijo que estabadecidido. —Sus ojos se ponen soñadores como si fuera así de fácil—. Luego mebesó. Como, un beso loco.
Empieza a saltar mientras sostiene mis manos, yme rio por lo tonta que está siendo. Sé que siempre somos un poco tontas, peroesto se siente diferente.
—¿Entonces qué sucedió?
Quiero saberlo todo.
Se lame los labios, y sus mejillas se ponen unpoco rojas.
—Me dio una palmada en el trasero y me dijo quevolviera contigo. O me tomaría ahí mismo en el suelo.
—Pareces muy feliz por eso.
Sabía que a Quinn le gustaba mucho la cosa delcavernícola, pero nunca pensé que iría por eso si de verdad le sucedía.
Suspira y cae dramáticamente en la cama.
—Fue increíble, Al. Como todo lo que siemprequise. Sin modales ni reglas. Él me quería y solo me tomó. Sin preocuparle nadamás. Era como si no le importara en cuantos problemas pudiéramosmeternos.
Muerdo mi labio, mirando a la ventana y pensandoen Santana. Me puso furiosa en un segundo, luego me hizo sentir otras cosas alsiguiente. Todavía no puedo creer que le grité. No pude contenerme. Puede quetuviera que casarme con ella, pero no dejaré que me presione. De alguna forma,sin embargo, eso pareció producir el efecto contrario. Creo que le gustó que lerespondiera. Algo se iluminó en esos ojos oscuros, y algo se iluminó en mí alverla ahí.
—Britt, podremos estar juntas.
Me giro a mirarla, esperando que lo que dice seacierto. Veo la esperanza en sus ojos también. No estoy segura de cuánto podertiene este tipo, pero sé algo con certeza. Voy a pedírselo a Santana. Tal vezpueda hacer como Quinn. Negociar con un beso. La idea hace calentar mismejillas. Se ponen incluso más calientes cuando pienso en cómo dijo que estaríabajo ellla en una semana; algo sobre eso me emocionada y me daba un susto deinfarto.
—Sabía que harías que sucediera —confirmo,haciéndola sonreír más.
—¿Cómo fue todo? —Se desliza a un lado de lacama, moviendo sus piernas de atrás adelante.
—Estuvo bien.
—¿Bien? ¿Eso es todo?
—No lo sé. Es muy intensa. A veces creo que ni siquierale gusto. Luego otras veces siento que quiere comerme entera.
—Creo que le gustas —dice Quinn inmediatamente—.No podía dejar de mirarte. Le hicieron varias preguntas y no las respondióporque no sabía que la gente le estaba hablando. Estaba muy ocupadaperforándote con la mirada.
—¿De verdad? —pregunto incrédula, sintiéndomecosquillear por todas partes. Nadie me mira así. Siempre miran a Quinn.
—Oye. —Salta de la cama—. Te gusta un poco,¿verdad?
Me encojo de hombros, sin saber que responder.
—Hay algo en ella, pero parece tan frío. Fríosería difícil para mí. —Enlazo mis manos—. Tener un matrimonio así seríaaterrador. ¿Y si me enamoro de ella y siempre es así de fría conmigo? No quieroengañarme a pensar que podría conseguir algo y que luego desaparezca. —Lointento y espanto los pensamientos.
—Todavía no la conoces bien. Tal vez esdiferente cuando nadie más está alrededor.
Ella no parecía diferente cuando estábamossolas.
—No importa. Soy suya. Solo tendré que esperarque no me aplaste. Mental ni físicamente.    

Su PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora