SANTANA
Espero hasta que veo la luz apagarse y luegosalgo de atrás de los árboles. Camino en silencio por el césped y hacia laterraza. Una pared de ladrillos rodea el costado del balcón y está diseñadopara parecer vides. Pero todo eso me ofrece la forma perfecta para subir a lahabitación de Brittany.
Doy un salto y me agarro, escalando. Una mujersin mis habilidades no sería capaz de lograrlo. También estoy en buena formapara subir todo mi cuerpo con solo mis manos. Cuando estoy lo suficiente alto,uso mis piernas para ayudarme a escalar. En unos segundos estoy en su balcón.
Después que fuimos a casa le dije a todos buenasnoches. Luego fue a mi cuarto y tomé la entrada secreta al garaje y subí a mimotocicleta. Esperé en los árboles y observé a Brittany mientras se iba adormir.
De ninguna forma podría dormir, no sabiendo queen días ella seria mía a los ojos del mundo. Está comprometida conmigo, así quetécnicamente ya es mía. Pero esta noche quiero asegurarme. Quiero unirnos tantoque ella no pueda intentar escapar. No dejaré su decisión al azar.
Mirando alrededor del balcón, veo la puertafrancesa de su habitación ligeramente entreabierta. La abro suavemente y entro,cerrándola detrás de mí. Hay una luz nocturna en su baño, y puedo revisar elcuarto, buscándola.
Veo la cama y Brittany en ella, con una mantacubriendo su cuerpo.
Me quito los zapatos camino hacia la cama, laalfombra absorbiendo todo el ruido. Cuando llego al borde, coloco una rodillaen el colchón, y luego la otra. Me inclino hacia adelante y coloco ambos manosa cada lado de ella, pero tengo cuidado de no tocarla.
Ella se ve pacifica en su sueño. Sus ojos estáncerrados, y sus suaves y rosados labios están ligeramente abiertos. Se remueveun poco, y difícilmente puedo creer lo que escucho.
—Santana —susurra y se acurruca más en lasmantas.
Soy una animal por venir aquí, pero no puedocontenerme. He tomado mi decisión, y por ley ella me pertenece. Con esa idea,retiro las mantas, exponiendo su cuerpo casi desnudo. Está usando un delgadocamisón que muestra sus pechos; los cuales sé encajarán perfectamente en mimano; y los pezones rosados a través del delgado material. Las delgadas tirascaen de un hombro, y la corta camisola revela que no está usando ropa interior.Apenas puedo ver los pequeños labios de su coño, pero están expuestos.
Gruño, y el sonido la despierta. Rueda porcompleto sobre su espalda y me mira con pánico en sus ojos. Toma aire como sifuera a gritar, pero coloco mi mano sobre su boca.
Soy un poco mas pequeña de su tamaño. Mientrasyace debajo de mí, es cuando veo la diferencia, es pequeña por naturaleza, y yosoy baja comparada con la mayoría de Reyes. Aunque esto tiene sus ventajas.
—Cuidado, princesa. No queremos que alguienvenga y lo malinterprete.
Está respirando por la nariz, y sus ojos azulesmiran los míos. Su pulso es fuerte entre ambas, así que uso mi mano libre parapasar mi dedo por su barbilla y garganta.
—No podía mantenerme lejos. Al segundo en que tedejé, necesité verte de nuevo. —Entrecierra sus ojos—. Dijiste mi nombre en tusueño. ¿Estaba soñando conmigo, princesa?
Frunce el ceño ahora, pero veo el rosa subir porsu cuello.
—Oh, sí lo hacías. —Me río, inclinándome un pocomás—. ¿Estabas soñando que venía a tu cuarto? ¿Este es un sueño hechorealidad?
Empieza a hablar, pero mi mano sobre su boca loevita.
—¿Si quito mi mano, te comportarás? —Brittanyduda por un segundo, y chasqueo la lengua—. Tal vez todavía no entonces.
Paso mi mano libre por su cuello y sobre sucamisola. Su duro pezón presiona contra el delgado algodón, y muevo mi dedoalrededor de este. Rodeó el pico, tentándola, y siento su cuerpo empezar arelajarse.
—Que camisola tan delgada, mi princesa. ¿Nopuedes comprar algo que te cubra? ¿O estabas usándolo para tu reina?
Mis manos bajan más esta vez, llegando aldobladillo del camisón.
—Sabes que es mi deber real inspeccionarte. Paraasegurarme que eres... —Me detengo mientras llego al borde de la tela y la suboligeramente—...pura.
Bajo la mirada a su coño desnudo, dándome cuentaque está completamente desnuda.
—¿Hiciste esto para tu reina? —Paso mi dedo a lolargo del interior de su muslo, y sus piernas se abren para mí, exponiendo másde sí misma—. ¿Quieres que te toque?
Muevo mi mano de su boca, y mientras lo hago,paso mis dedos por sus labios.
—Quiero escucharte decirlo, mi princesa, quequieres que te toque.
Se lame sus labios, y me endurezco más ante lavisión. Dios, lo mucho que quiero su lengua en mi boca.
—Sí —susurra en el espacio entre nosotras.
—Siempre haré lo que ordenes, Brittany. —Meinclino, sosteniendo mis labios a un suspiro de los suyos—. Dime tus deseos, ylos haré realidad.
—Bésame —dice en respuesta, y eso hago.
Presiono mis labios contra los suyos, y su bocase abre para mí. Me apodero de esta, succionando su lengua en mi boca ysaboreando su calor. La devoro como si fuera el dulce más suculento en latierra, y es suficiente para hacerme enamorar de ella. El deseo estuvo ahídesde el primer momento en que vi su foto. Pero saborearla, sentir su cálidocuerpo contra el mío, hace que mi corazón lata a la par del suyo. Había undeseo salvaje antes, y ahora es imparable.
Quiero saborearla toda, así que bajo más miboca, apartando el delgado algodón que cubre sus senos y exponiéndolos.
Verla casi desnuda, con excepción de la telaenvuelta alrededor de su cintura, es casi demasiado. Sus maduros pechos y sucoño desnudo están expuestos. Todo para su reina.
—¿Eres virgen, Brittany? ¿Estás intacta paramí?
Asiente, y veo el sonrojo en sus mejillasflorecer sobre sus pechos.
—Cuando estés debajo de mí, llámame reina —digo,pasando mi dedo entre sus pechos—. Soy tu diosa, princesa. Soy el principio yfinal de tu mundo. Te daré todo lo que pidas y lo pondré a tus pies, pero nohay nada más allá de mí. ¿Lo entiendes?
—Sí, mi reina.
—Eres absolutamente perfecta, princesa. No haynada en la tierra que haya visto que sea tan adorable como lo que es ahoramío.
Presiono un beso entre sus senos, luego paso minariz a lo largo de cada uno, sintiendo su suavidad. Beso la parte inferior decada uno y luego tomo un pezón en mi boca. Le doy la misma atención al otro, yescucho un pequeño quejido salir de ella.
—¿Debería besar más abajo? —pregunto, moviéndomesobre su cuerpo—. Un cuerpo tan hermoso para mi placer.
Sus muslos se abren más, y bajo la mirada alnéctar brillante en su coño. Lamo mis labios y alzo la vista a sus ojos azulclaro.
—Voy a devorarme tu dulzura, y luego te daré lamía.

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Su Princesa
RastgeleBrittany es una princesa, y con eso vienen las responsabilidades. Como casarse con la rara espécimen intersexual y cavernícola Reina Santana, quien parece más una guerrera que una Reina. Todo sobre Santana es intenso. En especial la forma en que la...