SANTANA
--No le encanta el cordero asado, SuAlteza?
Giro mi atención a la madre de Brittany y lesonrío educadamente.
—La comida es deliciosa, gracias. El cordero esuno de mis favoritos.
Bajo la mirada a mi plato, dándome cuenta que nohe tocado nada de mi comida. He estado mirando a Brittany desde que entró en lahabitación, y no he podido pensar en nada más. Ella se quitó todo esemaquillaje de su rostro, y su delicada piel es tan rosada. También se quitóesos zapatos ridículos y se puso unos planos.
Mirando el plato de Brittany, me doy cuenta quetampoco ha tocado mucho de su comida.
—¿Mi princesa no tiene hambre?
Sus suaves ojos azules se encuentran con losmíos, y muerde su labio inferior. La mordida sobre su jugosa carne por susdientes blancos hace que la sangre en mis venas se caliente. Es tan delgada ydelicada que sería ruda sobre ella. Podría partirla en dos por mi condición.Necesitaré ser cuidadosa con ella. Muy cuidadosa.
Agarro la mesa para evitar acariciar mi erecciónbajo la mesa. Soy una maldita reina, aun así, parece que no puedo controlarmecuando estoy a unos metros de ella. Quiero deslizar mi mano bajo la mayor yllegar hasta ella. Quiero abrir sus sedosas piernas y ver si hay humedadesperándome, ver si está afectada por mí.
—Debo admitir que estoy nerviosa —dice mirandosus manos en su regazo.
Mira a su hermana y luego de nuevo a mí.
Sin poder mantener la distancia más tiempo, melevanto y voy hasta su lado de la mesa. Ella me mira sorprendida mientras todala mesa queda en silencio.
—Acompáñame a dar un paseo, mi princesa —digo,extendiendo mi mano. No es una petición, pero espero a que acepte.
Ella mira alrededor de la mesa, en pánico por unmomento, y su madre también se levanta, como para obligarla a levantarse.Brittany toma mi mano instantáneamente, pero mira a su hermana.
—Creo que es tradición que mi hermana camine connosotras.
Mira fijamente a Quinn, quien rápidamente selevanta y asiente.
—Sí, creo que es la tradición. Para que usted yla futura novia no estén solas antes de la noche de bodas. —Se apresura a decirQuinn.
—Artie —digo, y él está a mi lado más rápido delo esperado.
—Acompañaré a la princesa Quinn desde una cortadistancia —acepta.
Tomo la mano de Brittany y la pongo en el huecode mi brazo, llevándola a la terraza y hacia los jardines más allá.
—¿Hay algún lugar privado al que podamos ir?—pregunto, dando largas zancadas de los espectadores tras nosotras.
—Hay una pequeña fuente más allá de la línea delos árboles —ofrece Brittany y acepto—. ¿Pero puede ir más despacio? Creo quemis piernas no pueden seguir el ritmo de las tuyas.
Me detengo, y ella se detiene a mi lado.
—Me disculpo, mi princesa. Puedo cargarla. —Meinclino para hacer el movimiento, pero ella extiende ambas manos paradetenerme. Escucho un resoplido tras nosotras y veo a Quinn cubrirse la boca.Es entonces que recuerdo que no estaremos solas del todo—. Sí, discúlpeme. Darépasos más cortos.
Me esfuerzo por ir despacio, pero es difícil.Una vez llegamos al espacio más allá de los árboles, miro hacia atrás y asientoa Artie. Él se detiene en el borde, y lo veo llevar a Quinn a un costado. Llevoa Brittany a la fuente y me siento en el borde.
—Por favor, acompáñeme, mi princesa.
La luna está afuera, bañándola en un suavebrillo. Quiero pasar mis labios por cada centímetro de piel expuesta y ver sitiene la misma suavidad en todas partes. Ella se sienta a mi lado, y giro micuerpo para enfrentarla.
—Sé que este arreglo es una tradición anticuada.Pero hay algunas tradiciones que creo deben mantenerse.
—Sabía que llegaría este día. Solo no creí quefuera tan pronto. —Mira su regazo todo el tiempo que habla, así que me estiro ytoco su barbilla, haciéndola mirarme.
—Nunca es demasiado pronto para el amor, miprincesa.
Paso mi pulgar sobre su labio inferior, y tengoque contener un gruñido. Es más suave que la seda fina, y eso solo aumenta elardor de mis deseos.
Pero ella no está complacida con mis palabras yse aleja de mí.
—Discúlpeme, Su Alteza, pero no estoyacostumbrada a frases como esas.
Es un insulto y un golpe a mis intenciones. Nome gusta que se alejara de mí, y me inclino más cerca, intentando cerrar ladistancia.
—No es una frase. Soy genuina en la forma en quele hablo.
Deja salir un bufido como si estuvieramolesta.
—Eso queda muy claro con la forma en que dice"mi princesa".
—Eres mía —digo, levantándome y mirándola—. Yvas a cuidar la forma en que hablas cuando te diriges a mí.
Ella también se levanta, y su humor calmado hacambiado a uno desafiante. Su rostro difícilmente me sobrepasa, y tiene queechar su cabeza hacia abajo para mirarme. Pero hay tanto fuego en sus ojosahora, que la quiero mil veces más que hace tres segundos. Es casi imposible,pero mi necesidad está disparándose con su rabia.
—Entonces, tal vez debería pensar bien a quiénestá eligiendo como su princesa. Estoy segura que hay una fila de princesas queestarían felices de besar su real trasero.
Se cubre la boca con las manos como si nopudiera creer que me hubiera hablado de esa forma. Y para ser honesta, tampocopuedo creerlo. No puedo recordar una ocasión en que alguien me haya insultado,y que me maldigan si no quiero más de ese atrevimiento.
Me inclino hasta que mi nariz queda acentímetros de la suya. Mi sonrisa se vuelve traviesa, y ella da un pequeñopaso atrás antes de chocar con el borde de la fuente y ya no tiene lugar adónde ir.
—Creo que tomé la decisión correcta. —Su bocaforma una fina línea, y desearía besarla hasta la sumisión. Muevo mi boca a sugarganta, tan cerca que mi aliento golpea la delicada piel debajo de su oreja—.Una semana, Brittany. Una semana y estarás debajo de mí.
Me enderezo y doy un paso atrás justo cuandoQuinn aparece desde una línea de árboles. Su rostro está rojo, y aparta unmechón de cabello de sus ojos mientras se acerca rápidamente.
—Creo que se acabó mi tiempo —digo, mirando aBrittany.
Sus ojos están como platos, y sus labiosligeramente entreabiertos. No puedo evitar preguntarme a qué sabrá su lenguacon las palabras que acaba de escupirme en esta
—. Buenas noches, mi princesa.
Mientras me alejo, siento a Artie venir detrásde mí. Sigue mi paso mientras voy al frente de la casa.
—Deberías traer a la hermana con Brittany cuandovenga al palacio. Es tradición para ella traer a alguien —dice Artie mientrasmi mamá se despide de la madre de Brittany y subimos a la limosina.
—Está bien —digo, queriendo darle a Brittany loque sea para hacerla feliz.
Mientras nos alejamos de la calzada y miro porla ventana, juro que siento un par de ojos azules claros mirándome.
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Su Princesa
De TodoBrittany es una princesa, y con eso vienen las responsabilidades. Como casarse con la rara espécimen intersexual y cavernícola Reina Santana, quien parece más una guerrera que una Reina. Todo sobre Santana es intenso. En especial la forma en que la...